LA CONJURACION ANTICRISTIANA - AMOR DE LA VERDAD
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ciones con ellos eran frecuentes. Tales fueron las de Dunquerque y de Mons en<br />
1721; París, en 1725; Bordeaux, en 1732; Valenciennes, en 1735; Havre, en 1739 1.<br />
Inglaterra tuvo siempre una gran participación en las revoluciones del continente,<br />
y siempre supo sacar de eso un gran provecho. La Revolución Francesa destruyó<br />
nuestra flota, nos hizo perder las colonias, y garantizó a Inglaterra el imperio<br />
de los mares, del cual ella goza desde entonces. La mano de Inglaterra fue igualmente<br />
percibida en la Revolución que Rusia sufre actualmente.<br />
A Voltaire se juntaron inicialmente, D’Alembert, Federico II y Diderot. Voltaire<br />
fue el jefe de la conspiración; D’Alembert, su más astuto agente; Federico, el protector,<br />
frecuentemente el consejero; Diderot, el hijo perdido. Todos los cuatro estaban<br />
penetrados de un profundo odio al cristianismo: Voltaire porque envidiaba al<br />
divino Autor y a todos aquellos cuya gloria Él produjo; D’Alembert porque nació<br />
con un corazón corrupto; Federico porque conocía el cristianismo apenas a través<br />
de los enemigos de éste; Diderot, porque era loco por naturaleza, con la cual pretendía,<br />
como los humanistas, substituir el culto del Dios vivo. Ellos arrastraron un<br />
gran número de hombres de todas las clases en su conspiración.<br />
De retorno a París, por vuelta de 1730, Voltaire no hizo misterio de su proyecto<br />
de destruir el cristianismo contra el cual ya había publicado tantos escritos.<br />
duque de Middlesex para el gran ducado de Toscana. El emisario enviado a Roma fue el masón Martin Folkes;<br />
y el duque de Wharton recibió el mandato de crear las masonerías de España y Portugal.<br />
1 Lacourt Gayet acaba de publicar en un volumen muy documentado el resumen de su curso en la Escuela<br />
Superior de Marina. Vemos ahí que, después de la época de Colbert, el reino de Luis XVI fue el período más<br />
brillante de nuestro poderío marítimo. Durante los quince años que precedieron la Revolución, pudimos, por<br />
la primera y por la última vez hasta el presente, colocarnos como rivales de los ingleses en la posesión del<br />
imperio de los mares.<br />
La Revolución sobrevino y los fenómenos de “anarquía espontánea” inmediatamente se manifestaron en los<br />
puertos de guerra. Desde antes de la reunión de los Estados Generales, los clubes, las municipalidades, pretenden<br />
substituirse a la autoridad militar que no tarda a encontrarse radicalmente aniquilada. Las tripulaciones<br />
desertaron. Se observa con frecuencia que los navíos están aparejados con un déficit de sesenta a cien hombres.<br />
No es el caso de hacer la prueba de que Inglaterra haya sacado un inmenso provecho de ese orden. ¿Colaboró<br />
ella directamente para eso? En una carta a uno de sus amigos, lord Granville confesó que “el gobierno<br />
británico tiene el hábito de excitar y de entretener desordenes interiores en el territorio francés”. A su vez, lord<br />
Mansfield declaró en pleno Parlamento que “el dinero gastado para fomentar una insurrección en Francia sería<br />
bien empleado”.<br />
Más recientemente, en 1899, cuando Inglaterra estaba empeñada en la guerra del Transvaal, el hijo del ministro<br />
de las colonias, Chamberlain Hijo, decía en una correspondencia íntima publicada por Le Jura de Porrentruy:<br />
“Más allá de las garantías del gobierno francés, estamos garantizados contra todas las represalias de Fachoda<br />
en razón de los acontecimientos internos que se van a desenvolver en Francia. Si no podemos contar con el<br />
affaire Dreyfus, que está gastado; si el proceso en la Suprema Corte no parece crear una sensación suficiente<br />
para absorber la atención de la nación, sabemos que, a partir de la reapertura del Parlamento de París, el gobierno,<br />
introducía, con el apoyo de la mayoría, diferentes bills contra los católicos, que, por su violencia,<br />
podrán sumergir a Francia en un estado de extrema sobre-excitación y desviar la atención de los franceses del<br />
sur de África. Mi padre sólo marchó después de todas las garantías por parte de Francia.” ¿Cómo explicar una<br />
tal certeza y una tal complicidad, si no es a través del acuerdo y de la acción de las sociedades secretas internacionales?<br />
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