LA CONJURACION ANTICRISTIANA - AMOR DE LA VERDAD
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propagará, sancionará el indiferentismo real, a través de la confusión de los diversos<br />
cultos en un culto universal procedente de la Francmasonería; él inmola el sacerdocio<br />
y el imperio a la tiara, después acaba por rebajar la tiara a la autoridad de<br />
las masas ignorantes o profanas; él se rodea de la juventud clerical o lega, él monopoliza<br />
las buenas voluntades y las conduce hasta el abismo, en la borde del cual<br />
Gregorio XVI los hizo parar, así en Francia como en Italia, en Bélgica como en la<br />
Alemania… La disimulación estaba en las vías de Lamennais. El no se explicaba<br />
con sinceridad; sino que él sabía arrebatar las esperanzas, y llevar hasta el fin la fiebre del<br />
bien aparente que sus opiniones debían temprano o tarde realizar” 1. Cuantos trazos de<br />
ese retrato se hicieron de los contemporáneos nuestros, que juzgan glorioso ser y<br />
decirse discípulo de él.<br />
Anunciando el segundo volumen de su Essai, Lamennais escribió a uno de<br />
sus admiradores de los Estados Unidos: “La Iglesia está aquí bien abandonada; no<br />
tenemos, verdaderamente hablando, sino una sombra de Iglesia en este momento”.<br />
Esos propósitos los oímos todavía hoy. Otro trazo de semejanza: el cardenal Benetti,<br />
dándose cuenta de la audiencia concedida a Lamennais por León XIII, decía: “El<br />
no será ni el primero ni el último en querernos dominar de lo alto de su obediencia…<br />
en hacernos tomar su defensa imponiéndonos su doctrina y haciéndonos esposar<br />
a sus exageraciones”. El celo afectado por la defensa “de las directrices pontificias”,<br />
¿no han servido también en nuestros días de pasarela para peligrosas exageraciones<br />
e incluso para las malas doctrinas?<br />
1 L'Eglise Romaine en face de la Révolution, II, 276-284.<br />
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