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LA CONJURACION ANTICRISTIANA - AMOR DE LA VERDAD

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no para desesperar, que es necesario estudiar las acciones de la secta. Seamos tan<br />

celosos en el bien, como ella ha sido en relación al mal. Que se quiera salvar a los<br />

pueblos; que los pueblos sean ellos mismos quienes quieren salvar su religión, sus<br />

leyes y su fortuna, así como ella sabe destruir, que los medios de salvación no faltarán.”<br />

Es precisamente la voluntad y la esperanza que también gustaríamos ver<br />

como resultado de la lectura de este libro.<br />

Antes de dar aquí un resumen muy corto de la obra de Barruel, es bueno presentar<br />

a nuestros lectores al autor, para que sepan qué crédito deben darle.<br />

Agustín Barruel nació el 2 de octubre de 1741, en Villenueve-de-Berg. Su padre<br />

era teniente de la villa de Vivarais. Terminó sus estudios y entró en la Compañía<br />

de Jesús. Cuando ella fue amenazada, se mudó para Austria, donde pronunció sus<br />

primeros votos. Permaneció algunos años en la Bohemia, después en Moravia, y<br />

fue profesor en Viena, en el Colegio Teresiano. Después fue enviado a Italia y a<br />

Roma. Retornó a Francia después de la supresión de su Orden, en 1774. Habiéndose<br />

hecho independiente por su fortuna, se consagró enteramente a los trabajos filosóficos<br />

e históricos, y publicó desde entonces obras que, a pesar de ser escritas en<br />

varios volúmenes, alcanzaron hasta cinco ediciones.<br />

De 1788 a 1792 dirigió prácticamente solo el Journal Ecclésiastique, publicación<br />

semanal de las más preciosas para la historia literaria y eclesiástica de la segunda<br />

mitad del siglo XVIII. Asumiendo su dirección, Barruel dijo a sus lectores: “Nosotros<br />

sentimos todo el peso y toda la extensión de los deberes que nos imponemos.<br />

No podemos dejar de sentir preocupación con toda la asiduidad que ellos exigen,<br />

prohibiéndonos, en adelante, toda ocupación que pudiera distraernos de ellos. Pero,<br />

permaneciendo en el estado del culto del verdadero Dios, a la defensa de nuestras<br />

santas verdades, ¡cómo esos deberes se convertirán en queridos por nosotros!<br />

Sí, este día en el cual nos complacemos en considerar nuestras funciones de periodista<br />

eclesiástico, esos deberes se vuelven preciosos.” El imprimió en todas sus<br />

obras ese espíritu de fe.<br />

A medida que los días se volvían más difíciles, el abate Barruel se mostraba<br />

más celoso y valiente. Cambiaba frecuentemente de domicilio, para huir de las<br />

órdenes de mandarlo a prisión. A partir del 10 de agosto tuvo que suspender la<br />

publicación de su periódico e ir para Normandía. De ahí se refugió en Inglaterra.<br />

Publicó, en Londres, en 1794, una Historia del Clero de Francia durante la Revolución.<br />

Fue ahí cuando él concibió la idea de su gran obra: Memorias para servir a la<br />

historia del jacobinismo. Trabajó cuatro años para reunir y preparar las materias de<br />

las primeras partes. Los tomos I y II vinieron a la luz en Londres en 1796.<br />

En 1798 fueron reimpresos en Hamburgo, acompañados del tercero, relativo a<br />

la secta de los iluministas. Los dos últimos fueron editados igualmente en Ham-<br />

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