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LA CONJURACION ANTICRISTIANA - AMOR DE LA VERDAD

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cluso más feliz la vida presente” 1. Es lo que por otra parte había anunciado San<br />

Pablo: “Pietas ad omnia utilis est, promisiones habens vital nunc est et futurae”. La piedad<br />

es útil a todos, teniendo las promesas de la vida presente y de la vida futura. 2<br />

¿Acaso Nuestro Señor no había dicho: “Buscad el reino de Dios y su justicia, y lo<br />

demás se os dará por añadidura” 3 ? No era solamente una promesa de orden sobrenatural,<br />

sino el anuncio de las consecuencias que debían salir lógicamente de la<br />

nueva orientación otorgada al género humano.<br />

De hecho, ¿no se ve acaso, que el espíritu de pobreza y de pureza de corazón<br />

dominan las pasiones que son la fuente de todas las torturas del alma y de todos<br />

los desórdenes sociales? De la mansedumbre, la pacificación y de la misericordia<br />

procede la concordia, haciendo reinar la paz entre los ciudadanos y en de la ciudad.<br />

El amor a la justicia, incluso cuando es amenazada por la persecución y el sufrimiento,<br />

eleva el alma, ennoblece el corazón y le procura los más nobles gozos; y<br />

al mismo tiempo eleva el nivel moral de la sociedad.<br />

Aquella sociedad que pone su mirada en las Bienaventuranzas Evangélicas<br />

como ideal, como el objeto a seguir y donde se ofrecen todos los medios para alcanzar<br />

la perfección y la beatitud son señaladas en el sermón de la montaña:<br />

¡Bienaventurados los pobres de espíritu!<br />

¡Bienaventurados los mansos!<br />

1 Esprit des lois, Libre XIV, Ch. III. M de Tocqueville dio una razón que no es la única ni la principal, pero que<br />

conviene señalar. “En los siglos de fe, se coloca el fin último de la vida en la otra vida. Los hombres de esos tiempos se<br />

acostumbraron naturalmente, por decirlo así sin quererlo, a considerar durante una larga sucesión de años un ideal fijo,<br />

hacia el cual avanzan sin cesar, y aprendieron, por progresos insensibles, a reprimir mil pequeños deseos pasajeros para<br />

satisfacer mejor este gran y permanente ideal que los animaba: Cuando estos mismos hombres quieren ocuparse de las<br />

cosas de la tierra, estas prácticas chocan. Fijan de buen grado en sus acciones de aquí abajo un objetivo general y evidente,<br />

hacia el cual todos sus esfuerzos se dirigen. No se los ve no realizar cada día nuevas tentativas; mas no se detienen en sus<br />

intenciones, no se cansan de progresar.<br />

“Esto explica por qué los pueblos religiosos a menudo realizan cosas tan duraderas. Descubrieron que al ocuparse del otro<br />

mundo, habían encontrado el gran secreto de salir bien de éste. Los pueblos religiosos infunden un hábito general de implicarse<br />

para el futuro. En esto, no son menos útiles a la felicidad de esta vida que a la felicidad de la otra. Es una de las<br />

partes más importantes de la política. Pero a medida que las luces de la fe se obscurecen, la vista de los hombres se estrecha,<br />

y se diría que cada día el objeto de las acciones humanas les parece más terrenal.<br />

“Una vez que se acostumbraron a no ocuparse más en la otra vida, se los ve caer fácilmente en esa indiferencia completa y<br />

brutal de lo futuro y no se ajustan más que a ciertos instintos de la especie humana. Tan pronto como perdieron la costumbre<br />

de colocar sus principales esperanzas en la eternidad, se los ve realizar sin demora sus más bajos deseos y parece<br />

que de momento se desesperan de vivir una eternidad, estando dispuestos a actuar como si vivieran solo para el día presente.<br />

“En los siglos de incredulidad, hay todavía que temer que los hombres se entreguen sin cesar a los caprichos diarios de sus<br />

deseos, y que, renunciando enteramente a obtener lo que no puede adquirirse sin prolongados esfuerzos, no se sustentan en<br />

nada grande, pacífico y duradero.”<br />

2 I Tim., IV, 8.<br />

3 Mat., VI, 33.<br />

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