LA CONJURACION ANTICRISTIANA - AMOR DE LA VERDAD
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marqués de Dreux-Brézé, yo habría tal vez reconquistado mi corona, pero yo no<br />
habría quedado seis meses sobre mi trono. Antes del fin de ese corto espacio de<br />
tiempo, yo habría sido de nuevo relegado a mi exilio por la Revolución, de la cual<br />
yo me convertí, desde mi reingreso en Francia, en el prisionero 1 .<br />
nal.<br />
De su parte, Alemania no disminuyó su viva oposición a la realeza tradicio-<br />
El barón de Plancy, antiguo diputado de Aube, antiguo escudero del príncipe<br />
Jerónimo-Napoleón, cuenta en sus Souvenirs esta conversación:<br />
“Republicano ciertamente el príncipe Napoleón lo era, y, como, después de<br />
una cena en el castillo de Monza (residencia de su cuñado, el rey Humberto), él lo<br />
manifestase enérgicamente al príncipe imperial de Alemania, más tarde Federico<br />
III, este, habiéndole pedido permiso para hablar libremente, le dijo estas palabras,<br />
“que convido todos a meditar”:<br />
“¡Señor, en Francia, la República, en mi opinión, no tiene razón de ser, y si vos<br />
la tenéis, fue porque nosotros os la dimos… 2 para vuestra infelicidad!”<br />
1 Donoso Cortés: “Esa escuela (la escuela liberal) sólo domina cuando la sociedad se disuelve; el momento de<br />
su reino es un momento transitorio y fugitivo en que el mundo no sabe si escogerá a Barrabás o a Jesús, y permanece<br />
en suspenso entre una afirmación dogmática y una negación suprema. Entonces, la sociedad se deja de<br />
buen grado gobernar por una escuela que no osa jamás decir: Yo afirmo, y que también no osa más decir: Yo<br />
niego; sino que responde siempre: Yo distingo. Todos los medios términos serán triturados por la Revolución o<br />
rechazados con desdén por la reconstrucción”.<br />
2 Las cartas de Bismarck, publicadas por su hijo, muestran, en efecto, que la república nos fue impuesta por<br />
Prusia.<br />
Cuando el príncipe de Hohenlohe publicó sus Mémoires, se encontraron en el diario de la misión del príncipe<br />
en París, de 1847 a 1885, pruebas nuevas de apoyo que Bismarck prestó al establecimiento de la república. Las<br />
instrucciones que Bismarck había dado al príncipe al encargarlo de la embajada de Alemania en París fueron:<br />
el interés del imperio quiere que Francia permanezca en estado de división y de flaqueza que garantiza la<br />
república. El quiere incluso que esa república sea “la más roja posible” y que los anticlericales se conviertan en<br />
sus señores.<br />
En la edición de marzo de 1906 de Correspondant, monseñor Vallet, antiguo capellán del Liceo Enrique IV,<br />
ofreció un relato de la conversación que tuvo con Bismarck en 1879, durante su estadía en Gastein. Bismarck<br />
pensaba entonces en hacer cesar el Kulturkampf y en entrar en acuerdo con Roma. Hablando del estado de<br />
Europa, de las voluntades de Alemania y de los medio de Francia, él dice, con aquella grosería que le era propia,<br />
a su interlocutor, que acababa de mencionar la palabra “república”:<br />
“Para hacer alguna cosa, Francia tiene necesidad de un gobierno estable; ella tiene necesidad de una monarquía.<br />
Yo si fuese francés, sería carlista.<br />
― ¿Carlista? ¿A favor del conde de Chambort?<br />
― Sí, sí, es lo que yo quiero decir: legitimista”.<br />
El interés prusiano pedía que Francia fuese una república. Bismarck lo dijo en términos propios a d’Arnim:<br />
“Nosotros ciertamente no tenemos el deber de hacer a Francia más fuerte, consolidando su situación interior y<br />
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