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LA CONJURACION ANTICRISTIANA - AMOR DE LA VERDAD

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Bonaparte decía también y repetía que él no quería congregaciones, que esto era<br />

inútil, que no había que temer que él restableciese a los monjes 1.<br />

No obstante, él autorizó a los Lazaristas y a los padres de las Misiones Extranjeras.<br />

“Esos religiosos, dice él al Consejo de Estado, me serán útiles en Asia, en<br />

África y en América. Y los enviaré para que se informen sobre el estado del país,<br />

serán agentes secretos de la diplomacia”. El también autorizó a los Hermanos de<br />

las escuelas cristianas, como engranajes de la máquina universitaria. “El Rector de<br />

la Universidad visará sus estatutos interiores, admitirlos al juramento, arreglarles<br />

un hábito particular y vigilará sus escuelas” (Decreto del 17 de marzo de 1808, art.<br />

109). La autorización concedida a las Hermanas de la Caridad entra en el mismo<br />

plan. “La superiora general residirá en París y así quedará bajo la mano del gobierno”.<br />

El impuso como generala a su propia madre, Leticia Bonaparte. Hanon<br />

observó respetuosamente que la regla no lo permitía. Fue encerrado en la prisión<br />

de Fénestrelle.<br />

Volviendo al clero secular, Bonaparte vigila para su reclutamiento no se haga<br />

fácilmente; no es necesario que los padres sean numerosos. Treinta y siete mil y<br />

cuatrocientos curas son substituidos en el día siguiente al del Concordato. Bonaparte<br />

declara no estar obligado a remunerar, por ese tratado, sino a los curasdecanos,<br />

en número de tres mil cuatrocientos. El concede, entre tanto, quinientos<br />

francos a veinticuatro mil curas en servicio. Los otros diez mil, así como los vicarios,<br />

permanecerán al encargo de las comunidades, que generalmente son muy<br />

pobres o muy sobrecargados para poder proporcionarles los medios de vida 2 . Por<br />

eso Roederer, uno de los presidentes del Consejo de Estado, dijo: “Los que están en<br />

servicio no pudieron todavía obtener tratamiento fijo en ninguna comuna. Los<br />

campesinos han querido de ellos con entusiasmo la misa y el servicio de domingo<br />

como en el pasado, pero pagar es otra cosa” 3. Esto no era muy alentador para las<br />

vocaciones. Ellas no son suficientes para llenar los vacios que la muerte multiplica<br />

entre esos ancianos que retornaron del exilio; no obstante, los obispos son obligados,<br />

antes de proceder a una ordenación, a enviar a París la lista de aquellos a los<br />

1 Correspondencia, X, 127.<br />

2 El presupuesto del culto católico en 1802 fue de 1.258.197 francos. El de 1803 se elevó para 4 millones. El último<br />

presupuesto regular del culto católico bajo el primer imperio (1813) ultrapasó un poco los 17 millones.<br />

3 Œuvres, III, 481.<br />

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