LA CONJURACION ANTICRISTIANA - AMOR DE LA VERDAD
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tre ellos, y a través de ellos esparcía en la población las ideas masónicas, daba la<br />
palabra de orden todas las veces en que había una medida que adoptar o hacer<br />
adoptar en los consejos comunales o departamentales, para conseguir oprimir a la<br />
Iglesia con prudencia y arte.<br />
Al mismo tiempo, la tribuna y la prensa conducían la campaña contra la Restauración.<br />
Ellas no cesaban de oponer el inmortal ’89 al Ancien Régime revivido, la<br />
libertad al despotismo, la democracia a la autocracia, la revolución a la contrarevolución.<br />
En cuanto los espíritus eran así trabajados, el carbonarismo se armaba y preparaba<br />
a los revoltosos para la acción, cuando juzgaba oportuna la hora de una<br />
nueva revolución. La logia de los Amigos de la Verdad organizó la rebelión de junio<br />
de 1820. Fue también ella la que organizó la conspiración militar del 19 de<br />
agosto.<br />
En ese intertanto, Carlos X había sucedido a Luis XVIII. A pesar de las dificultades<br />
con las cuales la secta estorbaba su gobierno, el pueblo era feliz. Uno de los<br />
más tenaces adversarios de la Iglesia, uno de los más decididos revolucionarios,<br />
Henri Beyle, que tenía por pseudónimo Stendhal, es para nosotros testimonio irrefutable.<br />
Forzado por la evidencia, él así caracterizaba ese reinado: “Serían necesarios<br />
tal vez siglos para que la mayor parte de los pueblos de Europa alcanzase el<br />
grado de felicidad de que Francia disfruta bajo el reinado de Carlos X” 1 . Al mismo<br />
tiempo, ella retomaba la posición de su preeminencia en Europa y en el mundo: la<br />
Argelia era conquistada, la alianza con Rusia nos daría la frontera del Reno sin efusión<br />
de sangre.<br />
Se ha podido decir que la Historia tal vez no ofrezca obra más extraordinaria<br />
de que el gobierno de la Restauración, que en tan pocos años supo reparar las ruinas<br />
materiales y morales producidas por la Revolución y restablecer el país en su<br />
fuerza y en su prestigio.<br />
A pesar de eso, o mejor, por causa de eso mismo, el noble anciano está cercado<br />
de tantas armadillas que le es imposible escapar a todas; le resta apenas la elección<br />
de los errores. Le imponen medidas que hacen sangrar su corazón de hijo<br />
primogénito de la Iglesia, que él quería ser no solamente de nombre, sino en la rea-<br />
1 Promenades dans Rome, 1ª. série, p. 27, 1853.<br />
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