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LA CONJURACION ANTICRISTIANA - AMOR DE LA VERDAD

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larse, que llegase la hora en que Europa entera estuviese en revolución, para entonces<br />

derribar los altares y los tronos en su país”.<br />

Entre tanto, ya se encontraba ahí algunos adeptos desde 1782, aquellos de los<br />

diputados de las logias que habían sido admitidos al secreto, por ocasión de la<br />

asamblea de Wilhelmsbad. Los dos más conocidos, y que debían tener la más funesta<br />

acción eran Dietrich 1, prefecto de Strasbourg, y Mirabeau.<br />

Este, encargado de una misión en Prusia por los ministros de Luis XVI, se<br />

unió estrechamente con Weishaupt y se hizo iniciar en Brunswick en la secta de los<br />

iluministas, a pesar de ya pertenecer, hace mucho tiempo, a otras sociedades secretas.<br />

De regreso a Francia, él iluminó a Tayllerand y otros colegas de la logia Los<br />

Amigos Reunidos 2. El también introdujo los nuevos misterios en la logia llamada<br />

Filaletes. Los jefes de la conspiración se ocuparon entonces principalmente de Alemania.<br />

Mirabeau les aseguró que en Francia el terreno estaba admirablemente preparado<br />

por Voltaire y por los Enciclopedistas y que ellos podían ponerse a la obra<br />

con toda seguridad. Dieron entonces esa misión a Bode, consejero intimo, en<br />

Weymar, que ellos apellidaban de Aurelius, y a ese otro discípulo de Knigge, llamado<br />

Bayard en la secta, cuyo verdadero nombre era barón de Busche, y que era<br />

un hanoveriano al servicio de Holanda.<br />

Las circunstancias, en efecto, no podían ser más favorables a su propaganda.<br />

Como dice Barruel, “los discípulos de Voltaire y de Jean-Jacques habían preparado<br />

en las logias el reino de esa igualdad y de esa libertad cuyos últimos misterios se<br />

transformaban, según lo que se conoce de Weishaupt, en aquellos de la impiedad y<br />

de las más absoluta anarquía.<br />

“La igualdad y la libertad, decía él, son los derechos esenciales que el hombre,<br />

en su perfección originaria y primitiva, recibe de la naturaleza; la primera<br />

agresión a la libertad fue lanzada por las sociedades políticas y por los gobiernos;<br />

los únicos sustentáculos de la propiedad y de los gobiernos son las leyes religiosas<br />

y civiles: así, para restablecer el hombre en sus derechos primitivos de igualdad y<br />

de la libertad, es necesario comenzar por la destrucción de toda religión, toda sociedad<br />

civil y acabar por la abolición de toda propiedad” 3 .<br />

En esos mismos discursos, Weishaupt trazaba a los iniciados esta línea de<br />

conducta para llegar a la liquidación de la propiedad, de la sociedad civil y de la<br />

religión, objeto de su institución.<br />

1 Fue en la casa de él donde se cantó la Marsellesa por la primera vez.<br />

2 En 1776, escribe Henri Martin, el joven Mirabeau había redactado un plan de reformas en el cual proponía a<br />

la orden masónica trabajar con moderación, pero con resolución y actividad constante, para transformar progresivamente<br />

el mundo, minar el despotismo, buscar la emancipación civil, económica, religiosa, la plena conquista<br />

de la libertad individual. ( Histoire de France, t. XVI, p. 435).<br />

3 Barruel, III, 24.<br />

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