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LA CONJURACION ANTICRISTIANA - AMOR DE LA VERDAD

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nada tiene de significado, pero que, vistos en conjunto, revelan un sistema ingenioso<br />

y una alianza misteriosa. Cuando se comparaban los resultados de ese trabajo<br />

en dos provincias diferentes y distantes una de la otra, la impresión se hace sorprendente.<br />

André Chénier, que había sido adepto entusiasta de las ideas que la Revolución<br />

produjo, y que lo condujeron, a él propio, al cadalso, percibió bien esto, cuando<br />

decía: “Esas Sociedades, todas dándose las manos, forman una especie de corriente<br />

eléctrica alrededor de Francia. En el mismo momento, en todos los cantos<br />

del imperio, ellas actúan juntas, sueltan los mismo gritos, imprimen los mismos<br />

movimientos”.<br />

A medida que se aproximaba la abertura de los Estados-Generales, las sociedades<br />

secretas redoblaron la actividad para desacreditar a la familia real y desestabilizar<br />

el gobierno. Gracias a los adeptos esparcidos por todas partes, las palabras<br />

de orden se transmiten, las leyendas circulan, la agitación se propaga, los problemas<br />

aparecen: todo se hace sin que ninguna organización aparezca. Es un movimiento,<br />

es una revolución que parece espontanea. Mientras tanto, adeptos colocados<br />

en la Corte adormecen la desconfianza real, unos sabiendo lo que hacen, otros<br />

no dándose cuenta de eso, como la princesa de Lamballe junto a la Reina.<br />

Después, surge el “caso del collar”. Sabemos hoy, pues el caso Dreyfus nos<br />

enseñó, lo que es un “caso” a través de quien es mostrado y de lo que él produce.<br />

Hubo varios en la época: el caso de los Jesuitas, el caso Calas, el caso La Chalotais<br />

y, encima de todos, el caso del collar de la Reina, montado por el judío Cagliosto.<br />

Filósofos y francmasones, después de haberlos lanzado, publicaron folletos para<br />

excitar las envidias de clases y despertar las pasiones religiosas. Al mismo tiempo,<br />

Turgot y Necker eran impuestos al Rey, las Asambleas provinciales y el Parlamento<br />

obedecían a comités ocultos.<br />

El movimiento preparatorio de la Revolución se extendía más lejos.<br />

“Delatores intangibles, dice Louis Blanc, hacían circular de un lugar a otro,<br />

como por un hilo eléctrico, los secretos sustraídos a las cortes, a los colegios, a las<br />

cancillerías, a los tribunales, a los consistorios… Se veían aparecer en las ciudades<br />

ciertos viajantes desconocidos, cuya presencia, finalidad, fortuna, eran otros tantos<br />

problemas”. El muestra a Cagliostro ejerciendo el papel de cajero-viajante de la<br />

francmasonería en Francia y en Italia, en Polonia y en Rusia.<br />

En 1787, una nueva mudanza se produjo en la masonería francesa, un nuevo<br />

grado fue introducido en las logias. Los Il∴ de París se apresuraron en comunicarlo<br />

a los Il∴ de las provincias. “Tengo bajo los ojos, dice Barruel, las memorias de un<br />

Il∴ que recibió el código de ese nuevo grado en una logia situada a más de ochenta<br />

leguas de París”.<br />

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