LA CONJURACION ANTICRISTIANA - AMOR DE LA VERDAD
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En los primeros días del año siguiente, la revolución estalló no solamente en<br />
Francia, sino que en toda Europa, con una simultaneidad inexplicable, si no se lleva<br />
en cuenta la conspiración internacional de las logias. La explosión aconteció al<br />
mismo tiempo en París, Viena, Berlín, Milán, en toda Italia, y en la propia Roma.<br />
“La Revolución, dice Eckert, agitó por todas partes su puñal sangriento y su antorcha<br />
incendiaria”.<br />
Es de notar que el anti-judaísmo legal acabó en Occidente con la revolución<br />
de 1848. La emancipación de los judíos fue hecha entonces en Austria, Alemania,<br />
Grecia, Suecia y Dinamarca.<br />
Los francmasones que habían participado de la convención de Strasbourg, se<br />
enseñorearon del gobierno en Francia. En el día 6 de marzo de 1848, el gobierno<br />
provisorio recibió una diputación oficial de las logias masónicas. Los delegados,<br />
portando sus insignias, fueron recibidos por Crémieux y Garnier-Pagès, miembros<br />
del gobierno provisorio, revestidos, ellos también, de sus insignias masónicas:<br />
“Ellos saludaron el triunfo de sus principios y se aplaudieron por poder decir que<br />
la patria entera recibió a través de los miembros del gobierno la consagración<br />
masónica. Cuarenta mil masones, divididos en más de quinientas oficinas, formando<br />
entre ellos un solo corazón y un solo espíritu, prometían su concurso para<br />
terminar la obra comenzada” (Ver el Moniteur del 7 de marzo de 1848).<br />
Cuatro días después, el Supremo Consejo del Rito Escocés también fue a felicitar<br />
a los miembros del gobierno provisorio por su suceso. Lamartine respondió:<br />
“Estoy convencido de que fue del fondo de vuestras logias que emanaron, primero<br />
en la sombra, después a media claridad y, en fin, a plena luz, los sentimientos que<br />
acabaron por realizar la sublime explosión de que fuimos testigos en 1789, y del<br />
cual el pueblo de París acaba de mostrar al mundo la segunda y, espero, la última<br />
representación, hace pocos días” 1 .<br />
1 Imposible describir de mejor manera cómo son hechas las revoluciones. Ellas son preparadas por las ideas y<br />
por los sentimientos lanzados en el público que, así prevenido, deja hacer o incluso aplaude. Esos sentimientos<br />
y esas ideas son elaborados en la sombra de las logias para el fin a que se destinan, después lanzados en la<br />
corriente de la opinión, primeramente en la penumbra del día, después a plena luz. Cuando la secta los juzga<br />
suficientemente inoculados en el espíritu público, ella da la señal para la explosión. Esos sentimientos y esas<br />
ideas se relacionan todas y siempre a las “ideas modernas”, a los “principios del 89”, a los “derechos del hombre”.<br />
Veremos más adelante, en el capítulo sobre la “corrupción de las ideas”, que esos “principios” fueron<br />
forjados, conforme el propio testimonio de ellos, por los judíos, para establecer su dominación sobre los cristianos<br />
y sobre todo el género humano.<br />
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