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LA CONJURACION ANTICRISTIANA - AMOR DE LA VERDAD

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Parecía que la Iglesia iba a triunfar sobre el espíritu revolucionario. Pero no;<br />

la corriente católica no era suficientemente pura, y la corriente masónica apenas<br />

suspendió por un instante su curso para hacer rodar sus aguas con más vigor.<br />

La corriente católica ya estaba infectada por el liberalismo 1 . El liberalismo<br />

católico consiste esencialmente en el esfuerzo hecho para aproximar la Iglesia al<br />

Mundo, el Evangelio de los Derechos del Hombre, para reconciliar, como dice Pío<br />

IX en la última de las proposiciones del Syllabus, la Iglesia y la civilización, la civilización<br />

tal como la entendió el humanismo del Renacimiento, tal como la quiere la<br />

Francmasonería. Todo el trabajo de los católicos liberales, desde hace tres cuartos<br />

de siglo, tendió únicamente para ese casamiento, trabajo ingrato y funesto, que<br />

sólo puede terminar con el triunfo del mal.<br />

Lamennais fue el creador del catolicismo liberal, como el abad de Saint-<br />

Cyran, con el cual él tiene semejanza, fuera el verdadero creador del jansenismo.<br />

Uno y otro se aplicaron particularmente en hacer penetrar el veneno de sus doctrinas<br />

en el clero, bien convencidos que de ahí él descendería fácilmente hasta el alma<br />

del pueblo. Aun hoy, los demócratas que quieren colocar bajo esa etiqueta una cosa<br />

diversa de lo que León XIII aprobó, se sirven de Lamennais; y ellos tienen razón,<br />

porque Lamennais es verdaderamente el padre y maestro de ellos.<br />

“Lamennais, dice Crétineai-Joly, se anuncia como el ángel exterminador del<br />

racionalismo, y llega en un pase de mágica a la apoteosis de la razón humana: él<br />

solo habla del principio de autoridad, y él lo mina en todos sus grados y en todas<br />

sus formas; su primer grito de guerra es contra el indiferentismo, su último suspiro<br />

1<br />

El liberalismo no es una herejía ordinaria. El fue muy justamente llamado por el abad Chesnel (los derechos<br />

de Dios y las ideas modernas) de heresiarquía. Es la herejía propia, personal de Satanás, puesto que consiste,<br />

para la criatura, en usurpar, en su provecho, la independencia y la soberanía que pertenecen solamente a Dios,<br />

por toda la eternidad, y en el orden de los tiempos a Nuestro Señor Jesucristo. Por ahí se ve en qué el liberalismo<br />

moderno difiere de todo lo que precedió en términos de rebelión y pecado. Es el propio pecado, el último<br />

término y el más alto grado de pecado. El liberalismo llama al “hombre de pecado”, y le prepara los caminos<br />

al Anticristo.<br />

La seducción liberal cegó casi todas las inteligencias; las últimas nociones del verdadero cristianismo terminarán<br />

por apagarse en los espíritus. ¡Qué transformación en las ideas, en las costumbres, en las creencias, desde<br />

los juristas realengos de los siglos XIV y XV hasta nuestros días, pasando por Lutero, Voltaire y Jean-<br />

Jacques Rousseau, y por Lamennais, el gran seductor de los católicos! Ellos son hijos de la misma idea, agentes<br />

de la misma seducción. La aparición sucesiva de esos personajes marca las diversas etapas del movimiento<br />

revolucionario.<br />

El último en aparecer, Lamennais, no fue el menos peligroso ni el menos funesto. El es el padre y el jefe de la<br />

escuela simultáneamente católica y revolucionaria, de la pacificación, de la adaptación, de la unión, en fin, y de<br />

la fusión entre el cristianismo y la Revolución.<br />

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