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Discurso crítico y Modernidad. Ensayos escogidos - gesamtausgabe

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<strong>Discurso</strong> <strong>crítico</strong> y m odernidad<br />

cabal del mensaje marxiano, que, se supone, es lo que pretende el lector<br />

de cualquiera de sus textos, resulta ser una meta casi imposible de alcanzar.<br />

En primer lugar, porque debe tener presente que muchas de las ideas<br />

que encuentra en los textos marxianos que no son El capital (por ejemplo,<br />

ideas del orden de “modo de producción”, “fuerzas productivas”, “relaciones<br />

de producción”, etcétera) son ideas que no expresan el sentido más<br />

acabado del mensaje de Marx56; que pueden estar contradichas o pueden<br />

tener una versión más acabada en esa obra principal En segundo lugar,<br />

porque cuando consulta El capital o cuando lo estudia detenidamente,<br />

no debe olvidar que muchas de las ideas — algunas de ellas decisivas—<br />

transmitidas por él no tienen una formulación completa o están sólo en<br />

esbozo o se encuentran apenas insinuadas57.<br />

Si en la obra de Marx hay un texto principal porque en él está la<br />

clave de los demás y si éste es inconcluso porque quedó aún en proceso<br />

de alcanzar su versión definitiva, la única lectura adecuada que se puede<br />

hacer de ella es la que, al asumir esta problematicidad, se convierte necesariamente<br />

en un co-escribirla. Leer a Marx resulta así, llevando las<br />

cosas al extremo, emprender la tarea paradójica de escribir junto con él<br />

su propia obra. Tarea imposible en la medida en que se trata de una obra<br />

personal, expresiva de un individuo desaparecido hace ya un siglo y de<br />

56 No es posible, por ejemplo, leer los juicios de M arx sobre la realidad latinoamericana<br />

de los años cincuenta del siglo pasado como si en ellos se agotaran definitivamente<br />

todos los recursos de pensamiento que hay en su obra. Sabemos que<br />

la idea de la expansión capitalista “como una mancha de aceite”, “por contagio”<br />

de un solo tipo (y no dos complementarios) de enfermedad, así como la idea acrí-<br />

ticamente progresista del desarrollo de las fuerzas productivas y del papel que<br />

en él juega el capitalismo europeo — dos ideas que están en la base de esos ju i­<br />

cios— van a ser pro’tAematizaáas posteriormente, a partir de YShT. Asi, aunque<br />

no existan en la obra de M arx otros juicios sobre América Latina que vengan a<br />

remplazar a los primeros, sí hay en ella la posibilidad de relativizarlos e incluso,<br />

en algunos casos, de invalidarlos. Véase sobre este punto José Aricó, M arx y<br />

A m érica Latina, Lima, 1980.<br />

57 No sólo gran parte del texto de El capital (la de los libros II y III requiere ser<br />

puesta por el lector en el nivel de perfección de la parte concluida; en rigor, ni<br />

siquiera el mensaje expuesto en el primer libro (el único publicado por su autor)<br />

puede ser tratado como definitivo e inalterable: lo inacabado de una parte lo es<br />

también del todo y así, indirectamente, también de la parte “acabada”. También<br />

el primer libro es susceptible de ser rehecho en el sentido de la necesidad que<br />

rige la construcción y elaboración básica de la obra. Por ejemplo, la sección V I,<br />

El salario, sólo adquiere su sentido pleno cuando se la traslada al libro III y se<br />

la conecta en un solo momento de argumentación con la primera sección de éste,<br />

sobre la ganancia; conexión que, al mismo tiempo, revela y completa el sentido<br />

desmixtificador de todo este último libro.<br />

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