Discurso crítico y Modernidad. Ensayos escogidos - gesamtausgabe
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<strong>Discurso</strong> <strong>crítico</strong> y m odernidad<br />
simbolización lingüística, dado que ella no ha podido constituirse como<br />
tal si no es a partir de una situación concreta, primero natural y luego<br />
histórica, que la hizo posible y la dejó marcada para siempre.<br />
Configuración del mundo humano a partir de una “elección civilizatoria”<br />
ineludible e irrevocable, el campo de vigencia de la identidad rebasa,<br />
sin embargo, los límites de la comunicación propiamente lingüística. El<br />
trabajo y el disfrute, la producción y el consumo, la reproducción social en<br />
su conjunto poseen una dimensión semiótica o constituyen un complejo<br />
flujo comunicativo dentro del cual el lenguaje, sin dejar de ser central,<br />
es solamente una veta. Por esta razón, el “genio” de la lengua debe ser<br />
visto sólo como una versión de la peculiaridad elemental que identifica<br />
al código general del comportamiento social, peculiaridad que no puede<br />
entenderse de otra manera que como la decantación o cristalización histórica<br />
de una “estrategia de constitución y supervivencia” que, diseñada<br />
en medio del acoso de la “escasez”, “transnaturalizó” al animal humano o<br />
hizo de él un ser de cultura. Por ello, su presencia es tan legible en el lenguaje<br />
como lo es en los lineamientos básicos tanto de la cultura técnica<br />
(la definición de la instrumentalidad, de sus contenidos y sus alcances),<br />
de la cultura ética o la cultura política.<br />
Concebir la universalidad de lo humano de manera concreta, aceptando<br />
el reto de la modernidad, es decir, no como una esencia que subsiste<br />
a través y a pesar de la multiplicidad de los “particularismos”, sino como<br />
una condición que se afirma en la pluralidad de propuestas para lo humano<br />
y en virtud de ella: este programa del discurso auto<strong>crítico</strong> europeo,<br />
esbozado por el romanticismo de Humboldt en su filosofía del lenguaje, se<br />
ha radicalizado y ampliado a lo largo de más de siglo y medio. Responsables<br />
de ello han sido: el despliegue por parte de la antropología comprensiva<br />
de la infinita riqueza de las formas de vida humana en el planeta;<br />
la inclusión de la otra cara, la inconsciente, en la descripción del comportamiento<br />
humano; y, no por último, el descubrimiento de escenarios,<br />
personajes y dramas históricos de larga duración que acompañan desde<br />
la penumbra la marcha agitada de la historia visible y documentable, y<br />
que reclaman de pronto un protagonismo inesperado.<br />
Si nos atenemos al drama oculto de la historia económica mercantil,<br />
puesto al descubierto por Marx, la figura tradicional de la unidad y diversidad<br />
del género humano — como una coexistencia conflictiva, incluso belicosa,<br />
de múltiples “humanidades” que viven historias paralelas e independientes—<br />
es una figura que se encuentra en una crisis larga y profunda.<br />
La expansión de la circulación mercantil a una escala planetaria ha sido<br />
el vehículo de una homogeneización técnica omniabarcante de los procesos<br />
de producción y consumo básicos, proceso que ha llegado a profanar el san-<br />
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