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Discurso crítico y Modernidad. Ensayos escogidos - gesamtausgabe

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<strong>Discurso</strong> crftico y m odernidad<br />

La figura humana que el ensayo de OP presenta bajo el nombre de “el<br />

Mexicano” se ubica de manera polémica dentro de esa serie admirable de<br />

propuestas de construcción de un tipo ideal llamado el Hombre americano<br />

— piénsese en la más brillante de ellas, la de José Enrique Rodó— , que<br />

venían compitiendo entre sí desde que los criollos latinoamericanos debieron<br />

re-definir su identidad fuera del imperio español, en el marco más<br />

bien liberal de una veintena de repúblicas y bajo la inspiración ineludible<br />

de un romanticismo que soplaba con fuerza desde el “viejo mundo”.<br />

La figura del Mexicano de OP es una propuesta de definición de ese<br />

tipo ideal que no sucumbe al psicologismo sociologizado o historizado,<br />

usual en la confección de muchos personajes típicos latinoamericanos; pero<br />

es una propuesta fuertemente acotada por el compromiso de su autor<br />

con el nacionalismo del estado mexicano postrevolucionario.<br />

Como es sabido, la nación moderna es una entidad imaginaria cuya<br />

función consiste en paliar la necesidad de una identidad concreta, presente<br />

en el conjunto real de propietarios privados que rodean a una empresa<br />

conjunta de acumulación de capital, empeñada en afirmarse dentro del<br />

mercado mundial. Como entidad imaginaria que es, la nación moderna<br />

reúne con pretensiones de síntesis, y se autopropone como ideal a perseguir,<br />

un conjunto más o menos definido de rasgos humanos positivos; son<br />

rasgos que resultan, sin embargo, de la deformación de las características<br />

cualitativas de las comunidades reales — sean éstas de las tradicionales<br />

o de las que apuntan al futuro— que deben ser sacrificadas en la marcha<br />

de la empresa histórica capitalista.<br />

En efecto, el miembro típico de la comunidad llamada “nación” sólo<br />

existe en el plano de lo imaginario: los muchos tipos de alemanes, de italianos<br />

o de franceses, están obligados a volverse irreales para convertirse<br />

en el Alemán, el Italiano o el Francés. Igualmente, el veracruzano y el<br />

michoacano, el sonorense y el yucateco, el oaxaqueño y el jaliciense, el<br />

guerrerense y el regiomontano, ¿cuánto de sí tendrían que sacrificar cada<br />

uno de ellos, es decir, en qué medida tendrían que volverse también ellos<br />

irreales, para existir todos de acuerdo al tipo imaginario de un sujeto<br />

nacional único?.<br />

No cabe duda que la altamente improbable síntesis de la serie de<br />

características que OP le atribuye a su figura del Mexicano, y que da<br />

lugar a un sujeto inventado, “arbitrario”, como dice el propio OP, es una<br />

construcción que provoca, desafía e incluso irrita a quien busca confrontarlo<br />

con la unidad del sujeto nacional, comprobado en el uso oficial de la<br />

empírea sociológica o del archivo histórico. El Mexicano de el Laberinto<br />

no coincide con la imagen consagrada del mexicano. Visto desde las<br />

disciplinas correspondientes, el Mexicano de OP sería un héroe literario<br />

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