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Discurso crítico y Modernidad. Ensayos escogidos - gesamtausgabe

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Bolívar Echeverría<br />

mano. Un pacto destinado a conjurar la amenaza de aniquilamiento que<br />

eso “otro” tendría hecha a lo humano y que podría cumplirse en cualquier<br />

momento mediante un descenso catastrófico de la productividad del trabajo<br />

(a través del “envío” de una plaga, una sequía, una guerra). Se trata<br />

de una interiorización que afecta a la constitución misma de las relaciones<br />

que ligan o interconectan a los individuos sociales entre sí, y que se<br />

hace efectiva bajo la forma de una estrategia de autodisciplinamiento represivo.<br />

No hay realización de lo político, es decir, no hay construcción de<br />

relaciones sociales de convivencia, no hay producción de formas, figuras e<br />

identidades para la socialidad humana que pueda cumplirse si no es en<br />

obediencia a esta estrategia autorrestrictiva. La realización de lo político<br />

tiene lugar, sin duda, pero, paradójicamente, sólo a través de la negación<br />

y el sacrificio de la autarquía, sólo mediante la sujeción a un pacto meta-<br />

físico con lo otro y a través del respeto a una normatividad que es percibida<br />

como “revelada” e incuestionable. Se trata de lo que conocemos como la<br />

actualización religiosa de lo político o como el ejercicio “intervenido” por<br />

Dios de la facultad del ser humano de ejercer su libertad o, lo que es lo<br />

mismo, de dotarle de forma a su socialidad171.<br />

Romper con la historia de lo político efectuado como un re-ligar o .<br />

re-conectar a los individuos sociales en virtud de la vigencia de un dios;<br />

abrir una historia nueva en la que lo político pueda al fin afirmarse autónomamente,<br />

sin recurrir al amparo de ese dios — de ese garante metafí-<br />

sico del pacto mágico entre la comunidad y “lo otro”, entre lo humano y lo<br />

extra— o sobre-humano— , esta es una posibilidad que sólo se abre realmente<br />

para el ser humano con el advenimiento de la modernidad a partir<br />

del segundo milenio de la historia occidental y cuyo aprovechamiento conocemos<br />

como la “secularización de lo político”.<br />

Se trata, sin embargo, de una ruptura histórica, de un recomienzo<br />

histórico que, como la modernidad misma, no ha podido cumplirse de<br />

manera decidida y unívoca sino sólo tortuosa y ambiguamente, como<br />

puede verse en el hecho de que lo mismo la secularización que la modernidad<br />

sean todavía ahora, casi mil años después de sus primeras señales,<br />

el objeto de enconadas disputas no sólo acerca de su necesidad y<br />

conveniencia sino incluso acerca de lo que ellos mismos son o pueden ser.<br />

Porque prescindir de dios en la política, como lo pretende la secularización,<br />

implica prescindir de una entidad que sólo puede esfumarse en presencia<br />

de la abundancia, aunque ésta sea sólo relativa. Si Dios existe en<br />

política es en calidad de contraparte de la escasez económica absoluta,<br />

171 Consultar, sobre estos temas, del autor, Definición de la cultura, Ed. Itaca, M éxico<br />

2001.<br />

[ 294 ]

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