Dossier: Louis Althusser - Dialéktica

conocemos ya terminó. Hace rato sostenemos que las tendencias con más (aunque
entre sí desiguales) posibilidades de triunfar son las que pugnan por derribar los
muros entre educación y mercado tal cual sucede en Estados Unidos –y viene
siendo intentado en la Unión Europea–, o aquellas otras de las que nos sentimos
parte activa y que intentan promover la autogestión del conocimiento en todos los
niveles procurando arrebatarlo del mando del Capital. La opción intermedia que
añora volver a la universidad de excelencia de mediados de los ‘50 es pura ilusión
en los marcos actuales. Buena parte de las acciones político-teóricas en el terreno
de la educación superior que se vienen desarrollando en las aulas y en las calles
están teñidas de esta añoranza por aquella universidad previa a los bastones largos.
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2. LÍNEA DE FUGA
Sin embargo, no todo está teñido del nostálgico color cepia de los daguerrotipos.
Esta vez, en la sección «Universidad», ofrecemos cuatro textos elaborados a partir
de intervenciones que, nos parece adivinar, traen en su vientre nuevas apropiaciones
del espacio universitario.
El primer texto fue escrito por compañeros en el fragor de una lucha situada
en el corazón de la carrera de Historia. Lucha que seguramente no llegará a las
primeras planas de los diarios pero que, sostenemos, tendrá efectos perdurables
en la academia y aledaños. Pues Filosofía y Letras ha sido escenario en el pasado
de intervenciones políticas que en su momento oficiaron de ensayo experimental
y más tarde sirvieron de referencia en confrontaciones mayores. Cualquier activista
que haya tenido participación en las lides estudiantiles del ‘99 tuvo la ocasión
de vivir experiencias de autoorganización que dos años después se generalizaron
en las calles de Buenos Aires. Algunos debates que hoy se hacen presentes
en la carrera de Historia se paran sobre un suelo de discusiones cuyos cimientos se
fraguaron en aquella época.
El segundo texto pertenece a los compañeros de la carrera de Filosofía.
Desde finales de 2001 existe un espacio de encuentro e intervención política de
estudiantes. Este espacio ha pasado de autodenominarse «Comisión de Filosofía» a
perder una identificación nominal en la convicción política de que lo importante
es aquello que efectiviza en prácticas y en conceptos –es decir, la actualización
política de su despliegue concreto, el tipo de relaciones que es capaz de establecer
ahora– y no por aquello que podría hacer pero no hace en la tranquilidad de una
identidad nominal –o sea, el posicionamiento ideológico, meramente formal, de
autoatribución de «bellas» cualidades. En términos filosóficos, se trata, según nuestros
compañeros, de concebir y de plasmar que todo colectivo de intervención
militante se define por su potencia (no en sentido aristotélico sino spinoziano) y no
por su esencia.
Fruto no de una lucha, sino de varias, es el discurso que una estudiante de
la Universidad del Comahue pronunció en la muy académica situación de graduación.
Lo que va a poner de relieve la graduada es que buena parte del aprendi-