Dossier: Louis Althusser - Dialéktica

cambios significativos en las relaciones sociales, lo que, a su vez, encierra el
cuestionamiento a una visión estática de las sociedades.
La antropología, entonces, en tanto practica que posibilita la transformación
no es una invención de los intelectuales revolucionarios de
nuestro tiempo, sino que ya se puede rastrear en los clásicos como M.
Mead –y a pesar de sus ambigüedades. Con esta afirmación no queremos
decir que exista una esencia de la antropología que abriría la posibilidad
del cambio sino que, como toda producción social, es múltiple y
heterogénea, y que tiene una historia que no puede negarse, sino más bien
abordarse críticamente, hacia la construcción de un presente, que incluya a
su vez una perspectiva hacia el futuro.
Si nos ponemos de esta forma, a pensar un para qué de la antropología,
necesitamos de aquello que se hizo, de lo que se hace y de lo que se
podría hacer.
A partir de este breve rastreo podemos afirmar que el conocimiento
antropológico, en tanto conocimiento de lo otro (ya sea en la propia
sociedad o en otra) abre la posibilidad de un cuestionamiento radical y
por tanto de una acción transformadora. Esta es nuestra apuesta cuando
nos preguntamos para qué hacemos antropología.
El qué de la antropología y el por qué
El proceso de descolonización de África y Asia que se inicia a partir de los
años 40 y que se extiende hasta los 80 provoca un fuerte debate hacia el
interior de la ciencia antropológica no sólo porque ‘percibe’ la situación
colonial previa y hasta el momento no problematizada 6 sino porque se
explicita que los tradicionales objetos de estudio de la disciplina -las llamadas
sociedades primitivas- estaban desapareciendo, cambiando, transformándose
para parecerse cada vez más a la propia sociedad del antropólogo 7 .
El resultado de dichos cambios sería la “perdida” del objeto de estudio de la
disciplina. Por esta razón el debate planteado giró en torno a que si los
“objetos” de estudio iban a ser de aquí en adelante cada vez más las propias
6 En este contexto, lo que también se puso en tela de juicio fue la propia legitimidad y
validez del conocimiento generado por la disciplina, ya que saltó a la luz una ‘terrible’
paradoja: lo que los antropólogos habían hecho hasta ese momento había servido directa
o potencialmente a intereses contrarios a los de los pueblos estudiados. Es por ello que se
plantea una crisis de la práctica antropológica en su totalidad.
7 Dada la occidentalización sufrida como consecuencia del extenso proceso colonizador
que Europa -nuevamente- emprendió hacia mediados del siglo XIX.
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