Dossier: Louis Althusser - Dialéktica

po-cosa. En sus partes discriminadas su recorrido se vuelve cada vez más
exhaustivo. La enfermedad-cosa ofrece acceso directo: es localizable, se ubica,
se origina siempre, en alguna de las partes. El intento de delimitar la localización
-cada vez más- exacta, el punto específico preciso, en que radica su
origen, caracteriza tanto a la investigación como a la práctica de «la consulta».
En la visita médica, la indagación profundiza en un cuerpo de papel;
las fórmulas develan en su acceso directo la verdad del cuerpo, por cumplimiento
o desvío estadístico. El recorrido no finaliza, la enfermedad no es,
hasta no encontrar el punto que al localizarla le da existencia. En esa búsqueda,
las prescripciones, los análisis, se multiplican: se debe encontrar el
origen del origen, intervenir allí.
La práctica especializada se sostiene en el cuerpo y la enfermedad cosa.
En las partes extra partes la delimitación progresa, en la profundización
sobre la parte se asume la profundidad de la mirada. Se debe circunscribir
al máximo lo aislable, lograr la mayor eficacia encontrando la mayor
especificidad.
Y sin embargo, la especialización no implica la institución de saberes y
haceres que no intervengan más allá de los respectivos campos circunscriptos.
No es tanto un accionar, sus implicancias, lo que resulta delimitado; lo
que se define, más bien, es el alcance de la mirada. Mientras la especialización
progresiva supone la delimitación rigurosa de un marco de acción,
lo que avanza con ella es uno de visibilidad. La práctica especializada –aun
cuando no se lo proponga, aun cuando no sea ello lo que visualice– no deja
de actuar sobre una totalidad: el cuerpo.)
(* Incluso cuando las especialidades consideran las consecuencias de su
accionar específico sobre lo que excede a su campo, no asumen, sin embargo,
la totalidad del cuerpo; lo que contemplan es una combinatoria. La
relación de su «parte» con las otras sólo es considerada en base a un vínculo
de exterioridad: el efecto que el accionar sobre una pudiera tener sobre
otra no supone una transformación, en ese momento, de la totalidad que es el
cuerpo, sino una respuesta posterior, aislable, de causalidad lineal.)
La noción de cuerpo «partes extra partes» no puede sostenerse en el modo
en que Merleau-Ponty explica la percepción, que actúa desde una doble
estructura de horizonte, desde «todos los tiempos» y «todos los lugares».
El objeto no puede devenir tal sin que los objetos circundantes devengan
horizonte: necesito la mirada de todos los objetos posándose sobre él, para
que mi mirada no sea plana. Para poder delimitarlo e instituirlo como
objeto, como unidad, necesito de los otros. Cuando veo la mesa no obten-
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