Dossier: Louis Althusser - Dialéktica
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DOSSIER ALTHUSSER / POLÍTICA Y ORGANIZACIÓN.<br />
consecuencia, es necesario distinguir atentamente la política proletaria de<br />
su puesta en juego inmediata. Así como Marx presentó deliberadamente El<br />
capital como «crítica de la economía política», así nosotros debemos llegar<br />
al punto que él no pudo alcanzar: a pensar una «crítica de la política» tal<br />
como es impuesta por la ideología y la práctica burguesas. Es desde el punto<br />
de vista de la burguesía que existe una distinción entre «sociedad política»<br />
y «sociedad civil»: esta distinción es constitutiva de su ideología y de su<br />
lucha de clase, y a través de ésta es impuesta como una evidencia a través<br />
del aparato ideológico político de estado (la voluntad general, como resultante<br />
de las voluntades individuales, expresada por el sufragio universal y<br />
representada por el parlamento). Asimismo, puede decirse que es desde el<br />
punto de vista de la burguesía que el estado es representado como una<br />
«esfera» distinta del resto, distinta de la sociedad civil (tanto en el sentido<br />
de Hegel como en el de Gramsci), fuera de la sociedad civil. Es necesario comprender<br />
de qué manera esa concepción ideológica, que sirve a precisos intereses,<br />
no corresponde ni de lejos a la realidad simple. El estado ha penetrado<br />
siempre profundamente la sociedad civil (en sus dos sentidos), no sólo a<br />
través del dinero y del derecho, no sólo con la presencia e intervención de<br />
sus aparatos represivos, sino también a través de sus aparatos ideológicos.<br />
Después de larga reflexión, creo en efecto poder, a pesar de la sutileza<br />
de los análisis de Gramsci, mantener el concepto de aparato ideológico de<br />
estado; no sólo porque me parece más preciso que el concepto gramsciano de<br />
aparato hegemónico, definido solamente a través de su efecto (la hegemonía)<br />
sin mencionar para qué es funcional, es decir la ideología, sino para hacer<br />
sentir con claridad que la hegemonía se ejerce en formas que, aunque de<br />
«orígen» espontáneo y «privado», son integradas y transformadas en formas<br />
ideológicas que tienen una relación orgánica con el estado. El estado<br />
puede encontrarlas ya prontas, más o menos esbozadas y –como siempre<br />
sucede históricamente– «encontrarlas» sin haberlas producido él: y no cesa<br />
de integrarlas-unificarlas en formas aptas para garantizar la hegemonía.<br />
En esta integración-transformación, que está unida con la constitución de<br />
la ideología dominante, lo que desempeña un papel determinante es una<br />
región específica de la ideología, estrechamente ligada a la práctica de la<br />
clase dominante: para la hegemonía burguesa es la ideología jurídica la que<br />
cumple esta función de agregación y síntesis. Proceso que se concibe no<br />
como acabado sino como contradictorio, puesto que la ideología dominante<br />
no existe sin la ideología dominada, que a su vez está marcada por ese<br />
dominio.<br />
Por consiguiente, todo sucede como si, por ser el estado (y es justo)<br />
la extrema puesta en juego de la confrontación de clases, la política se redujese<br />
a la «esfera» de esta puesta en juego. En contra de esta ilusión directa-<br />
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