Dossier: Louis Althusser - Dialéktica
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ciones que los otros nos dan de su mundo. En este sentido, las descripciones<br />
antropológicas son interpretaciones de segundo y tercer orden, dado que<br />
sólo los sujetos con los que trabajamos hacen interpretaciones de primer<br />
orden. De esta manera las descripciones que la antropología/los<br />
antropólogos han hecho –desde Heródoto hasta la actualidad– son ficciones,<br />
«ficciones en el sentido de que son algo ‹hecho›, algo ‹formado›, ‹compuesto›<br />
–que es la definición de fictio–, no necesariamente falsas o<br />
inefectivas» (Ídem: 28).<br />
Hablar de la producción antropológica como producción de ficciones<br />
introduce una discusión en torno al status de verdad, de la que<br />
Nietszche nos ha dado algunos elementos. Para el filósofo alemán no había<br />
posibilidad de acceso a una realidad por excelencia verdadera, eterna<br />
e inmutable (el mundo de las Ideas platónico), sino que la producción de la<br />
razón estaría a un mismo nivel que la producción artística o del sentido<br />
común, en tanto todas son ficciones o interpretaciones. No existe para él<br />
una verdad objetiva sino sólo la posibilidad de dar una versión de los<br />
hechos, más o menos ajustada a los parámetros de una época. En este<br />
sentido, la invención del hombre como el centro de la racionalidad y productor<br />
de conocimiento verdadero ha sido una de las ficciones más duraderas<br />
que ha producido la Modernidad.<br />
En términos generales, desde su constitución en disciplina científica<br />
la antropología ha intentado lograr descripciones objetivas de la realidad<br />
estudiada. La etnografía tal y como fue planteada por los antropólogos<br />
tanto de corte funcionalista, estructural-funcionalista como particularistahistórico,<br />
pretendieron resolver el problema del estatus de verdad del<br />
conocimiento antropológico a partir de una permanencia prolongada en<br />
el terreno, la que les permitiría hacer familiar lo que en un principio les es<br />
extraño y con ello lograr una suerte de «comunión» con el universo simbólico<br />
de los nativos hasta conseguir reflejar dicho universo tal y como ellos<br />
mismos lo viven. Sin embargo –retomando los planteos geertzianos– esto<br />
no sería otra cosa que pretender convertirnos paulatinamente en una «bruja».<br />
Es decir, hacer la etnografía de la brujería como la haría una bruja. Este<br />
proyecto teórico-metodológico es, en términos del autor, pragmáticamente<br />
imposible.<br />
Pero, por otro lado, tampoco puede resolverse el problema realizando<br />
comparaciones interculturales a partir de la aplicación del método<br />
estadístico propio del modelo fisicalista de la ciencia 2 , método que nos permitiría<br />
hacer abstracción de las particularidades distintivas de la experien-<br />
2 Como lo hicieron los antropólogos evolucionistas del s. XIX y retomaron algunos<br />
antropólogos norteamericanos hacia la década del ’50.<br />
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