Muerte en amor es la ausencia - voz y verso

aquel entonces, el cual le contestó con la composición poética titulada Romance tercero
(que se encuentra dentro de sus Obras completas, editadas después de su muerte). La
epístola de Zamora era una composición poética en honor a la reina y en la que se dolía
por su pérdida 18 . Con la muerte de dicha soberana creía el dramaturgo que su carrera
artística y de promoción sería cercenada, debido a que contaba con el favor de la reina.
Pero lo cierto es que este hecho no truncará en absoluto su participación en los festejos
y celebraciones de los próximos años. Así pues, en 1690 participó en el recibimiento de
la nueva reina, Mariana de Neoburgo, con la que también disfrutaría de una buena
relación, sin igualar a la de la difunta reina. En esos mismo festejos representó durante
el Corpus Christi sus autos sacramentales La mística monarquía y las bodas del
Cordero y El laberinto del Mundo, esta última adaptada de la homónima de Calderón.
Antonio de Zamora fue de los escasos poetas que pudo estrenar piezas sacramentales
durante las fiestas del Corpus Christi. Las razones pueden residir en la buena posición
social en que se encontraba él y su obra y su habilidad en seguir el teatro del maestro
Calderón de la Barca. Se conocerá a Antonio de Zamora como uno de los mejores
discípulos de la escuela calderoniana, junto con Bances Candamo o José de Cañizares.
Y la voluntad del dramaturgo madrileño tenía como primer objetivo imitar el arte del
Maestro, pero haciéndolo mediante sus herramientas propias. Así lo declara el mismo
Antonio de Zamora:
Osadía fuera decir, que he acertado a imitar los preceptos del mayor Maestro de esta
Arte difícil, y desgraciada, nuestro célebre español Don Pedro Calderón de la Barca:
pero también mintiera, si no dijese que lo he procurado seguir, debiendo a mi juicio
el conocer cuán disformes serán las pinceladas que no observen aquel dibujo, por
más que quiera desmentirme la novelera condición del siglo en quien (debajo de la
sujeta materia) se ha metido a indecente el Gracejo, a Tramoyista el Aparato, a
Bolatín el Tiempo, a dicción la Historia, a contemplación la Verdad; y últimamente,
a Maestro de Capilla el numen; como si cada elemento de estos no hubiese hasta
aquí concurrido a formar proporcionadamente un Orbe prefecto, en quien (sin
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Fue tanta la fama que tuvo esta epístola elegíaca que se imprimió una considerable tirada. Quedan
ejemplares en la Biblioteca Nacional en Madrid con la signatura VE/149/34.
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