Muerte en amor es la ausencia - voz y verso

comedias mitológicas, zarzuelas y otros muchos géneros. De ese periodo destaca la
comedia mitológica que se presenta en esta primera edición, Muerte en amor es la
ausencia. La Casa Real se la encargó para conmemorar el trigésimo sexto cumpleaños
de Carlos II y fue representada el día 10 de noviembre de 1697 -cuatro días después del
aniversario- en el Buen Retiro de Madrid. Esta pieza será un testimonio brillante y
excepcional de la evolución de la comedia mitológica barroca a la zarzuela dieciochesca
y su popularización. Con esta fiesta cantada con música de Sebastián Durón (1660-
1716), se cerró, disipando el fantasma del castigo por las dos anteriores obras, un año
intenso en la vida de nuestro dramaturgo.
El máximo reconocimiento a su trabajo en todos los ámbitos le fue concedido en
1698 cuando finalmente fue nombrado gentilhombre de Cámara del Rey Carlos II -
cargo que ya en 1689 había solicitado-, siendo destinado en el bureo. La carrera de
Antonio de Zamora llegaba a su punto más álgido. Además, sus participaciones antes
circunstanciales y puntuales ahora eran continuas; él era el encargado de organizar los
espectáculos de gran parte de las festividades oficiales y sus autos sacramentales y
comedias saltaban la linde de palacio y hacían furor entre los corrales de comedias.
Volverán a cosechar el éxito el mismo año los autos sacramentales La honda de David y
El templo vivo de Dios. La gran preocupación teológica del autor fue muy bien
entendida y aceptada con gran gusto por el pueblo. Pero las mejoras económicas no
siguieron a las sociales y al éxito de su obra que sí le dieron prestigio. «No percibía
sueldo alguno por el empleo que compaginaba con la escritura de algunas fiestas
cómicas representadas ante el rey, de modo que se quejó “de hallarse sirviendo esta
plaza sin gajes y con las crecidas obligaciones de nueve hermanos”. Pidió y se le
concedió, por ello, el pago correspondiente al de otros gentilhombres ausentes» 28 .
Era tanto el prestigio del dramaturgo madrileño en la Corte de Carlos II y lo
exitoso de su teatro que difícil era creer que un hombre de su heráldica pudiera obtener
más éxitos. Y así sería aún con la muerte del propio rey el 1 de noviembre de 1700 –en
el trigésimo quinto cumpleaños del dramaturgo. En homenaje y en memoria del difunto,
el Ayuntamiento de Madrid le encargó las inscripciones para el catafalco del Rey en la
iglesia del convento de Santo Domingo el Real, donde se lo enterró junto con su madre.
28 MARTÍN MARTÍNEZ, Antonio de Zamora. Teatro breve…, pág. 14.
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