Muerte en amor es la ausencia - voz y verso

clásico de Tirso y el romántico de Zorrilla. Por lo tanto, es una obra importante no sólo
para la obra de Zamora, sino para historia de la literatura española. Reflejo de su
significación y trascendencia es que No hay plazo que no se cumpla instauró la tradición
de representar el don Juan la noche de Todos los Santos. La de Zamora fue la pieza que
año tras año se representó hasta la aparición del Don Juan Tenorio de Zorrilla.
Asimismo, Goya se volvería a fijar en una comedia de nuestro dramaturgo para pintar
un lienzo. Tras su inspiración en El hechizado por fuerza, el tema del mito del burlador
de mujeres en la versión de Zamora dio como resultado el lienzo Don Juan y el
Comendador (1797-1798), encargo también de los duques de Osuna. La influencia de la
dramaturgia y el estilo del dramaturgo madrileño sobre la pintura del aragonés es muy
elevada, pues los dos lienzos -inmediatamente anteriores a los Caprichos (1799)-, que
captan momentos de una cierta sublimación estética de lo oscuro y lo oculto de las
comedias, debieron ayudar a Goya a conformar su visión cosmológica de lo fantástico,
lo terrorífico y lo tenebroso que caracteriza su denominada época oscura.
Antonio de Zamora continuaba siendo el dramaturgo más prolífico de la Corte y
se le siguió confiando la organización de los festejos y ceremonias, con su respectivas
recompensaciones económicas –aunque en 1709 se le congeló el sueldo de
gentilhombre hasta 1713 debido, en parte, por el caos político de la guerra. Pero la
ofensiva austracista de 1710 y segunda entrada en Madrid del Archiduque Carlos de
Habsburgo provocó la salida de la corte borbónica en septiembre del mismo año a
Valladolid y Salamanca. Fue entonces cuando el pretendiente austríaco hizo su famoso
comentario: «Esta ciudad es un desierto», y decidió alojarse extramuros. Con definitiva
huida del Archiduque tras el rechazo del pueblo y la vuelta a la capital de la corte
borbónica, el dramaturgo enfermó de gravedad en El Escorial, que a punto estuvo de
costarle la vida. En relación con su enfermedad y su curación por el médico de la
cámara de Felipe V, Boix y Moliner, este doctor «publicó en 1711 su Hipócrates
defendido, donde interpretaba el primer aforismo hipocrático de modo contrario al de
las corrientes aristotélicas escolásticas imperantes. Sus teorías se enmarcan en el inicio
del pensamiento científico ilustrado español, sobre todo por su crítica a las sangrías
como método curativo. Frente a la fácil oposición de sus contemporáneos, Zamora
participó en la publicación, y en la polémica creada, con un romance jocoserio. El
poema lo situaba definitivamente entre los avanzados y quienes defendían el uso del
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