Muerte en amor es la ausencia - voz y verso

podía ganarse el respeto de quiénes mantenía el más íntimo contacto con él» 96 . Esta
debilidad de personalidad lo hacían objetivo perfecto para los aristócratas y nobles
oportunistas y sin remordimientos ni moral alguna (rasgos rapaces muy habituales en la
nobleza española del siglo XVII). Así pues, no es de extrañar que Juan Tomás Enríquez
de Cabrera llegara a disfrutar del favor de Sus Majestades.
El Almirante de Castilla era el símbolo vivo de la decadencia y el ocaso de la
corona española de los Austrias, que estaba sucumbiendo por la corrupción, la injusticia
y el mal gobierno de unos validos incompetentes –promovidos por una ignorante y
discapacitada realeza– y una Corte que aún tenían la vista fijada atrás vanagloriándose
de las fortunas de los tiempos de Carlos V y Felipe II. Es por eso, y así se explica el
inicio de la voluntad de cambio dinástico apoyada por hombres como Calderón y
Zamora, que «los castellanos políticamente conscientes, deseando dar con un
gobernante más competente, se sintieron irresistiblemente inclinados a apoyar un
sucesor procedente de la monarquía más poderosa de Europa, Francia» 97 . Por lo tanto,
las razones de la posición contra el último Almirante de Castilla del dramaturgo
madrileño son parte de aquello a lo que se ha llamado “ocasionalidad” y que
seguidamente analizaremos.
Antonio de Zamora ya había denunciado –tanto y cómo se podía en la época– su
abuso de poder y su nefasta capacidad e irresponsable actitud como valido del rey en la
comedia de figurón El hechizado por fuerza 98 (estrenada el 26 de mayo de 1697) y muy
especialmente en la zarzuela de una jornada La Verdad y el Tiempo en tiempo
(noviembre de 1696). Esta última arremete directamente contra el almirante y lo avisa
de que la verdad y la justicia vienen con el tiempo. Efectivamente, poco a poco Juan
Tomás Enríquez de Cabrera fue perdiendo influencia en la Corte y mucho más entorno a
la figura de Carlos II. El principio del fin de la autocracia del gobierno del Almirante
empezó con el escándalo público con el conde de Cifuentes –y su primo– que lo retó en
duelo por haberle lastrado y entorpecer Juan Tomás su carrera diplomática y
96 Rosa M.ª ALABRÚS, “El final de la dinastía”, en VV. AA., Historia de España. Siglos XVI y XVII.
La España de los Austrias, Ricardo García Cárcel (coord..), Madrid, Cátedra, 2003, pág. 382.
97 Cita de Henry A. KAMEN en ibíd., pág. 382-383.
98 Véase la explicación de esta obra y su significado en las págs. 16-18 de este trabajo.
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