Muerte en amor es la ausencia - voz y verso

4.2 Júpiter y Juno
Muy distinto es el caso de Júpiter y Juno. Caracterizados ya desde Homero y
Ovidio como un galán compulsivo él y ella una domina celosa al extremo, su
comportamiento y su actitud es el esperado. Como dioses de la mitología clásica que
son, los rasgos psicológicos y sus sentimientos son más humanos que divinos. Aún así,
en el teatro áureo ese comportamiento especial de cada uno está, en mi opinión,
doblemente “humanizado”. Juno y Júpiter de Muerte en amor es la ausencia son un
claro ejemplo de eso. Están tratados como personas mortales, con los vicios, los
defectos, los sentimientos y las pasiones más humanos que el hombre pueda tener.
Aunque dioses del Olimpo –sí–, su aparición y participación en la trama corresponde a
otros personajes más. Carecen de la templanza, de la omnímoda sabiduría y de la
exactitud y precisión victoriosa que debiera tener un ser superior. Se dejan llevar por los
impulsos y por las pasiones, siempre buscando el beneficio propio.
Júpiter y su ininterrumpido e infiel ardor pasional hacen del dios de los dioses el
personaje más caprichoso de todo el drama mitológico y de poca fortaleza de carácter.
Es recriminado furiosamente por Juno y él nada hace para impedir la reprimenda
dialéctica de su esposa; al contrario, le jura que la mujer a la que adora es ella, que es su
divina esposa. Pero, a partir de esa disputa, saldrá a la luz uno de los rasgos más
definitorios y reveladores del Júpiter de Muerte en amor es la ausencia: el carácter
dubitativo. ¿Cómo el dios de los dioses puede dudar, si la aflicción de la duda sólo es
para los desdichados mortales? Dudar, sentirse intimidado y acongojarse por las ansias
de pasión lo convierten en un ser mucho más humano que divino:
JÚPITER, (Canta) Las voces diversas,
que unidas sonaron,
la selva confunden.
Mas, ¿cómo me paro
en ver lo que huyo
y olvido lo que amo?
Y así de Tidoris
las luces buscando
sus ojos alivien
mis ansias, en tanto
~ 40 ~