Muerte en amor es la ausencia - voz y verso

su razón de ser por sí misma, precisamente, por ser música como una entidad completa
y autónoma que crea sensaciones, emociones y un ambientes musical tan productivo y
efectivo, desde el punto de vista dramatúrgico, como la misma palabra. Las escenas
alegres, melancólicas, tristes, dramáticas, tensas o de amor están creadas también en la
dimensión del sonido. «Se concede a la música una función mucho más trascendente al
otorgarle un considerable significado metafísico y dramático» 72 y un gran poder
expresivo. Este rasgo es común en toda la música de las fiestas reales.
Así pues, encontramos en Muerte en amor es la ausencia gran cantidad de
representaciones musicales de carácter descriptivo, destacando, sobre todo, la
visualización musical de determinadas piezas. Encontramos en la primera jornada el
tono “¿Adónde, traidor esposo,…?”, «pieza con una bella melodía no exenta de cierta
melancolía» 73 , cantada por una Juno despechada por la traición sentimental de Júpiter o
los famosos tonos consecutivos “Pescadorcillo, tiende las redes”, “Las irás detén” y
“Por ti, ingrata hermosa” en la que se alternan cuatro voces entre violines con la de
Júpiter como solista en una impresionante aria donde el dramatismo y la expresividad
de angustia ascenderá con cada nota.
Si bien la segunda jornada es la más ligera a lo que música respecta, no se ve
afectada la calidad de los tonos y de la música que contiene. Destacan los tonos “¡Suelta
Fauneta!” cantado por los graciosos Fauneta y Momo, que, evidentemente, «el texto ya
nos indica que esta música exigirá una interpretación alegre y jocosa» 74 , y “No hay más
venturoso empleo”, un cuatro con música que cierra la segunda jornada con una música
optimista y ascendente, que da un toque de intriga por lo que pasará. Pero de entre todos
los tonos de la segunda jornada, hay que destacar “¡Abril floreciente, no vengas!” y su
copla “Recaten las flores”, una de las piezas más bellas y hermosas de toda la fiesta
cantada. «Sus intervalos disminuidos son decisivos para completar su expresividad. El
texto también contribuye a inspirar la melodía. Excelente contraste entre los solos y el
72 Ibíd., pág. 235.
73 LAMBEA y JOSA, “Sebastián Durón – Antonio de Zamora…”, pág. 8.
74 Ibíd., pág. 9.
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