Muerte en amor es la ausencia - voz y verso

que al aire repiten
acentos contrarios.
~ 41 ~
vv. 137-148
El descubrimiento de Júpiter de que el amor de Tidoris pertenece a Ganimedes
levantará el sentimiento de los celos. La que tenía siempre celos era Juno –celos muy
justificados–, pero Júpiter nunca tenía celos porque era él el que engañaba. Pero esta vez
el dios siente celos de Ganimedes porque tiene algo que él nunca podrá tener por la
fuerza y el tesón que le da a Tidoris el amor a Ganimedes. ¡Qué sentimiento más
humano el de los celos! Además, esos celos y el encaprichamiento harán que Tidoris lo
engañe y le oculte la verdadera relación que tiene con Ganimedes, después de que la
salvara de ahogarse y el dios le preguntara quién era. Para más inri, Tidoris le hace
prometer que cuidará al muchacho que la había salvado. Ingenuo y cegado por la
belleza de la joven, Júpiter accede. ¿Cómo puede ser engañado y traicionado el dios de
los dioses? Porque solamente es dios en el nombre, no en la persona. Celos y engaño
motivarán la actitud más común para un hombre tras haber sido afrentado. Ningún
agravio en el teatro español del Siglo de Oro podía pasarse por alto. La restitución de la
honra divina vendrá por medio de la venganza –cosa que no ocurrirá con la restitución
de la honra del mortal Ganimedes por el insulto de Silvio, Anfriso y Bato. Pero su
palabra a Tidoris y sus ansias de venganza lo ponen en un serio aprieto. Lo peor de todo
es que el dios no será capaz por él mismo de encontrar una solución al problema. Apolo
lo resolverá cumpliendo el deseo y el deber de Júpiter.
Pero aunque su comportamiento y su configuración psíquica y personal tenga
más de mortal que de divino y sea engañado, no tenga la suficiente templanza para
decidir y dude, tiene el poder divino. Eso lo justifica de todos sus posibles
equivocaciones, vicios o malos pensamientos. Bien claro lo demuestra la trama de la
fiesta. La razón principal del conflicto es su encaprichamiento de Tidoris. Aunque el
capricho en sí es una baja pasión de los mortales, Júpiter tiene la capacidad de
trastocarlo todo por el simple hecho de ser Júpiter. El más mínimo deseo divino se
aplica como una ley en la tierra. Esa es la concepción del universo: los seres superiores
mandan y los mortales aplican acatándolo. Igualmente actúa la diosa Fortuna: de
manera caprichosa.