Muerte en amor es la ausencia - voz y verso

Tras la expulsión y huida de las tropas austracistas y del Archiduque Carlos, y
coincidiendo con la evolución positiva de la guerra para las fuerzas borbónicas en la
Península (no así en el teatro bélico europeo), la Casa Real volvió a confiar en Antonio
de Zamora para, esta vez, organizar los festejos por el nacimiento del futuro Luis I en 25
de agosto de 1707 con la zarzuela Todo lo vence el amor, que se representó en el
Coliseo del Buen Retiro con música de Antonio de Literes. En esa época se representó
la comedia La Poncella de Orleáns, con la que seguía alabando el bando borbónico
comparando al duque de Orleáns con la heroína francesa Juana de Arco. Continuó
escribiendo para la realeza -en 1711 compuso los Jeroglíficos, unas poesías honrosas
por la muerte del Gran Delfín Luis de Borbón, príncipe heredero de Francia, padre de
Felipe V-, pero también comedias que se estrenarían en corrales de comedias y que
tendrían el mismo enorme éxito popular que iban cosechando cada una de las creaciones
dramáticas de Zamora. Abrió miras al pueblo y en su producción teatral crecieron
considerablemente el aspecto y el carácter popular, muy en especial las comedias de
magia. Ejemplo de esto son el caso de Cada uno es linaje aparte y los Mazas de Aragón
(1708), la primera comedia de magia del siglo XVIII Duendes son los alcahuetes y el
espíritu Foleto (1709) o la zarzuela Con música y por amor, compuesta en colaboración
con José de Cañizares (1676-1750). Precisamente la influencia, la posición, la figura de
Zamora y las colaboraciones con éste beneficiaron la promoción del prometedor
dramaturgo José de Cañizares.
El 9 de septiembre de 1713, la compañía de José de Prado representó en el
Teatro de la Cruz de Madrid la comedia No hay plazo que no se cumpla y el convidado
de piedra, la refundición de la obra de Tirso de Molina, El burlador de Sevilla o
Convidado de piedra (1629). Sin mayor duda, es, junto a El hechizado por fuerza, una
de las dos obras por las que se conoce internacionalmente a Antonio de Zamora. Se trata
de la primera versión española del mito del don Juan –antes Molière había
confeccionado un don Juan diferente, extremadamente arrogante y totalmente escéptico
en el ámbito religioso en la comedia Don Juan (1665)-, algo menos sutil que la original
de Tirso pero bastante realista y con un final cerrado, no así como la versión de José
Zorrilla, Don Juan Tenorio (1844). Precisamente, la obra de Antonio de Zamora fue,
junto la comedia de Tirso, las bases inspiradoras para la creación de la de Zorrilla y El
estudiante de Salamanca (1840), de José de Espronceda; el eslabón entre el don Juan
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