Muerte en amor es la ausencia - voz y verso

doctoral de Margaret Manning, al no estar publicada, limita aún más la propagación del
conocimiento de la vida de Zamora. Por este motivo es Rafael Martín el que ha dado a
conocer mejor lo que fue la vida del dramaturgo en sus dos ediciones.
Antonio de Zamora fue testigo de la decadencia económica de su familia, no del
retroceso social de la misma. El empleo de Secretario del Consejo de Indias, que
desempeñaron su padre y él, requería de la acreditación de hidalguía; el cargo de
gentilhombre del rey que conseguirá más adelante, sólo otorgable a personas de una
cierta categoría; la sepultura y ceremonia de entierro de sus padres y del propio
dramaturgo en convento o capilla no estaba al alcance del pueblo raso; y el tratamiento
de “don”, otorgado antes de que desempeñara cargos oficiales en la Administración
Real, denota, también, la conservación de la condición hidalga y de un cierto privilegio
de clase. A esto hay que añadir el parentesco con su padrino de pila, Agustín Ponce,
emparentado, a su vez, con los duques de Arcos. Esto permitió al matrimonio Zamora
Cuterillo mantener la posición social de sus antepasados y ofrecer una buena educación
a gran parte de sus hijos: Antonio sustituirá a su padre en la Secretaría de Indias,
Manuel será secretario del duque de Osuna, Manuela formará parte del servicio de la
princesa de Cariati y Diego se convertirá en un militar de carrera. Esto refuerza el
mantenimiento de la condición hidalga y privilegiada de la familia, aunque el declive
económico hizo que vivieran con restricciones desconocidas por sus antepasados.
Fue el cuarto hijo de Manuel de Zamora -hijo a su vez de Andrés de Zamora y
Ana de Hita, naturales de Alcalá de Henares-, oficial en la Secretaría de Nueva España,
dependiente del Consejo de Indias, y Ana Cuterillo -hija de Antonio Cuterillo y Antonia
Gallo, naturales de Santander-, ambos nacidos en Madrid. Antonio de Zamora fue el
segundo varón entre los catorce hermanos que dio a luz Ana Cuterillo. Tras el
fallecimiento de su hermano mayor, Domingo, quedó como primogénito. La posición de
su padre en la Administración Real le permitió el ingreso en 1676 en el jesuítico
Colegio Imperial para acceder más tarde a los estudios universitarios. La enseñanza en
este colegio hizo descubrir al joven Antonio de Zamora la cosmología y teología que le
permitieron más adelante elaborar ingeniosas y brillantes metáforas sacramentales, hijas
de la admiración y la estima hacia el maestro Pedro Calderón de la Barca, antiguo
alumno también del Colegio. El genio creador e intelectual del joven Zamora aparecerá
ya en esos años de enseñanza, pues ingresó en la Congregación de Nuestra Señora de la
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