Muerte en amor es la ausencia - voz y verso

comparación con los otros géneros dramáticos. Robándole el concepto a Gadamer, si la
fiesta cantada es, a la práctica, un retrato de aquello a lo que se homenajea –y muy
probablemente ha sido encargada de componer–, es esencial que haya una relación entre
retratado y retrato. En las comedias mitológicas barrocas esta relación habitualmente
responde a cuestiones histórico-políticos por simple motivo: los encargados de hacer
esos “retratos” teatrales son o el dramaturgo oficial de la corte o alguien que su área de
movimiento e influencia esté dentro de la misma 86 , por lo tanto están al corriente de los
asuntos políticos más problemáticos, las intrigas de Palacio y los devaneos de la Corte.
Por lo tanto, tienen todos los materiales para realizar ese “retrato teatral” para incidir en
aquellos aspectos que quiere denunciar o alagar del personaje, situación o episodio,
siempre con mucha cautela e intentando que sea del gusto del homenajeado y agradar a
la opinión pública.
Igual ocurre con la música y, muy especialmente, con la escenografía de las
representaciones. Muy importante era mostrar un determinado aspecto escénico, pues
«el hecho de que el rey y su corte tengan que inspeccionar ellos mismos los preparativos
de la fiesta muestra la gran importancia que se otorga a la representación y sus detalles.
Aquí está en juego algo más que el simple éxito de una representación teatral: se trata de
la autoexpresión del estado ante el mundo y, al igual que en los estrenos operísticos de
principios del siglo en Florencia, predominan las motivaciones políticas sobre las
estéticas» 87 .
Por otro lado, y sin salirnos de la “ocasionalidad” y significación históricopolítica,
la elección del episodio mitológico que representar no es, ni mucho menos,
arbitrario. El autor elige un determinado mito según los rasgos del carácter, la actitud o
la situación a destacar del homenajeado, pensando quién es el protagonista o el dios del
episodio (que suele coincidir con el homenajeado) y los demás personajes. Construye la
trama basándose en el episodio mitológico para que el legendario desenlace ensalce la
personalidad a la que se dedica la comedia mitológica. Es decir, que la elección viene
determinada por la persona homenajeada y aquello que se quiere resaltar y alabar de
86 Antonio de Zamora, en 1697, era, además de poeta y dramaturgo oficial de la Corte –cargo que
consiguió en 1694–, gentilhombre de Cambra del Rey, y, por lo tanto, su relación con Carlos II debió ser
bastante próxima y habitual, además de ser conocedor de todos los sucesos que acaecían en la corte.
87 NEUMEISTER, Mito clásico y ostentación...., pág. 57.
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