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radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

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C a p í t u l o I I<br />

L<br />

... <strong>de</strong>scubre<br />

lo que el mundo, o lo que vastas regiones, retienen<br />

el espíritu inmortal, que se ha separado<br />

<strong>de</strong> su mansión en este corpóreo rincón.<br />

IL PENSEROSO [27]<br />

a mente <strong>de</strong> Emily se recuperó con el sueño. Al <strong>de</strong>spertarse por la mañana, miró con sorpresa a Annette, que se había quedado dormida en una silla al lado <strong>de</strong> la cama y trató entonces <strong>de</strong> recordar lo<br />

sucedido; pero <strong>los</strong> acontecimientos <strong>de</strong> la noche anterior se habían borrado <strong>de</strong> su memoria, que parecía no retener nada <strong>de</strong> lo sucedido, y seguía mirando con sorpresa a Annette cuando ésta última <strong>de</strong>spertó.<br />

—¡Oh, querida ma<strong>de</strong>moiselle! ¿Me conocéis —exclamó.<br />

—¡Conocerte! Naturalmente —replicó Emily—, eres Annette; pero, ¿por qué estás sentada a mi lado<br />

—¡Oh, habéis estado muy enferma, ma<strong>de</strong>moiselle, verda<strong>de</strong>ramente enferma! Y estoy segura <strong>de</strong> que pensé...<br />

—¡Esto es muy raro! —dijo Emily, que seguía tratando <strong>de</strong> recordar—. Pero creo que mi fantasía me ha hecho tener sueños terribles. ¡Dios mío —añadió, como <strong>de</strong>spertando—. ¿Es verdad que no ha sido<br />

más que un sueño<br />

Fijó su mirada asustada en Annette, quien tratando <strong>de</strong> calmarla, dijo:<br />

—Sí, ma<strong>de</strong>moiselle, ha sido algo más que un sueño, pero ya ha pasado.<br />

—¡Entonces, es que ha sido asesinada! —dijo Emily casi sin voz y envuelta en temblores. Annette dio un grito, porque, ignorante <strong>de</strong> <strong>los</strong> hechos a <strong>los</strong> que Emily aludía, atribuyó su reacción a un <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n<br />

mental; pero cuando explicó a lo que se refería. Emily, recordando que habían intentado llevársela, preguntó si habían <strong>de</strong>scubierto al culpable. Annette replicó que no, aunque era fácil suponer <strong>de</strong> quién se trataba<br />

y entonces le dijo a Emily que podía dar gracias por haber sabido dominar la emoción que el recuerdo <strong>de</strong> su tía le había ocasionado. Escuchó con aparente calma a Annette, aunque, en realidad, casi no oyó una<br />

sola palabra <strong>de</strong> lo que dijo.<br />

—Y por ello, ma<strong>de</strong>moiselle —continuó esta última—, me <strong>de</strong>cidí incluso a enfrentarme con Barnardine por negarse a <strong>de</strong>cirme el secreto y a tratar <strong>de</strong> averiguarlo por mí misma. Os vigilé <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la terraza y tan<br />

pronto como él abrió la puerta que hay al final, salí <strong>de</strong>l castillo para seguiros; «porque —me dije—, estoy segura <strong>de</strong> que nada bueno está planeando o ¿a qué viene todo este secreto» Así que comprobé que no<br />

había echado <strong>los</strong> cerrojos tras él y, cuando abrí, vi la luz <strong>de</strong> la antorcha al otro extremo <strong>de</strong>l pasadizo por el que íbais. Seguí la luz a cierta distancia hasta llegar a la bóveda <strong>de</strong> la capilla y allí tuve miedo, porque<br />

he oído extrañas historias sobre esos sótanos. Pero entonces, también tenía miedo <strong>de</strong> regresar a oscuras y sola, así que, cuando Bamardine arregló la luz, me <strong>de</strong>cidí a seguiros y lo hice hasta que llegasteis hasta<br />

el gran patio. Tuve miedo <strong>de</strong> que me viera y me <strong>de</strong>tuve <strong>de</strong> nuevo en la puerta, y cuando vi que subíais por las escaleras, corrí <strong>de</strong>trás. Allí, según estaba junto a la puerta, oí <strong>los</strong> cascos <strong>de</strong> cabal<strong>los</strong> en el exterior y<br />

a varios hombres que hablaban, y en ese momento casi me pilla, porque volvió a bajar y tuve el tiempo justo para apartarme <strong>de</strong> su camino. Pero para entonces ya había oído bastante <strong>de</strong> su secreto y me <strong>de</strong>cidí a<br />

enfrentarme con él y salvaros, ma<strong>de</strong>moiselle, porque supuse que se trataba <strong>de</strong> una nueva hazaña <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> Morano, aunque se había ido. Corrí hacia el castillo, pero me costó mucho encontrar el camino por el<br />

pasadizo bajo la capilla y, lo que es muy raro, olvidé <strong>de</strong>l todo buscar a <strong>los</strong> fantasmas <strong>de</strong> <strong>los</strong> que me han hablado, ¡aunque no volvería a pasar por allí por todo el oro <strong>de</strong>l mundo! Por suerte, el signor y el signor<br />

Cavigni estaban levantados y no tardamos en vemos seguidos por <strong>los</strong> hombres suficientes para asustar a Bamardine y a todos sus secuaces.<br />

Annette guardó silencio, pero Emily pareció seguir escuchando. Por fin, dijo:<br />

—Creo que iré a verle; ¿dón<strong>de</strong> está<br />

Annette preguntó a quién se refería.<br />

—Al signor Montoni —replicó Emily—, quisiera hablar con él.<br />

Annette, que recordó la or<strong>de</strong>n que le había dado la noche anterior en relación con su joven señora, se levantó y dijo que iría a buscarle.<br />

Las honestas sospechas <strong>de</strong> la muchacha sobre el con<strong>de</strong> Morano estaban perfectamente justificadas; también Emily, cuando pensó en lo sucedido, se lo había atribuido a él; y Montoni, que no había tenido<br />

dudas sobre el asunto, comenzó a pensar también que el veneno que había sido mezclado con su vino había sido preparado por instrucciones <strong>de</strong> Morano.'<br />

La profesión <strong>de</strong> arrepentimiento que Morano había hecho a Emily, bajo la angustia <strong>de</strong> su herida, había sido sincera en el momento en que la ofreció; pero él había confundido el tema <strong>de</strong> su preocupación,<br />

porque, mientras creyó que se veía con<strong>de</strong>nado por la crueldad <strong>de</strong> su último propósito, lo único que lamentaba era el estado <strong>de</strong> sufrimiento al que le había llevado. Al superar esos sufrimientos, revivieron sus<br />

antiguos puntos <strong>de</strong> vista, hasta que al recuperar por completo su salud, se vio <strong>de</strong> nuevo preparado para su proyecto y para las dificulta<strong>de</strong>s. El portero <strong>de</strong>l castillo, que ya le había servido en ocasión anterior,<br />

aceptó <strong>de</strong> buen grado un segundo soborno, y tras establecer <strong>los</strong> medios <strong>de</strong> <strong>los</strong> que se serviría para llevar a Emily hasta la entrada, Morano abandonó públicamente la cabaña, a la que había sido llevado tras la<br />

pelea, y se escondió con su gente en otra a varias millas <strong>de</strong> distancia. Des<strong>de</strong> allí, en la noche convenida con Bamardine, que había <strong>de</strong>scubierto por el parloteo alocado <strong>de</strong> Annette el medio más seguro para<br />

atraer a Emily, el con<strong>de</strong> envió <strong>de</strong> nuevo a sus criados al castillo, mientras él esperaba la llegada <strong>de</strong> ella en la cabaña, con la intención <strong>de</strong> llevársela <strong>de</strong> inmediato a Venecia. Cómo esta segunda acción fue<br />

frustrada ya ha sido relatado; pero la violencia y las distintas pasiones que agitaban a este enamorado italiano a su regreso a aquella ciudad, sólo pue<strong>de</strong>n ser imaginadas.<br />

Annette informó a Montoni <strong>de</strong> las condiciones <strong>de</strong> salud <strong>de</strong> Emily y <strong>de</strong> su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> verle. Contestó que se encontrarían en la habitación <strong>de</strong> cedro <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una hora. El <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> Emily <strong>de</strong> hablar con él se<br />

basaba en el tema que oprimía tan pesadamente su mente, aunque no podía adivinar cuál podría ser su respuesta y a veces dudaba con horror <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> estar ante su presencia. También <strong>de</strong>seaba pedir,<br />

aunque no se atrevía a pensar que su solicitud fuera concedida, que le fuera permitido, teniendo en cuenta que su tía ya no existía, regresar a su país.<br />

Según se acercaba el momento <strong>de</strong> la entrevista, su inquietud aumentó <strong>de</strong> tal modo que casi resolvió excusarse por lo que no podría ser llamado pretensión <strong>de</strong> enfermedad; y, cuando consi<strong>de</strong>ró lo que podría<br />

<strong>de</strong>cir. ya fuera relativo a ella, o a la suerte que había corrido su tía, se sentía igualmente <strong>de</strong>sesperada <strong>de</strong> las consecuencias <strong>de</strong> su petición y aterrorizada <strong>de</strong>l efecto que pudieran causar en el espíritu vengativo <strong>de</strong><br />

Montoni. Sin embargo, preten<strong>de</strong>r ignorancia <strong>de</strong> su muerte le parecía en cierta medida compartir su criminalidad, y en realidad este hecho era el único motivo en el que Emily podía apoyar su petición <strong>de</strong><br />

abandonar Udolfo.<br />

Mientras se <strong>de</strong>batía en estos pensamientos, le llegó un mensaje indicándole que Montoni no podría verla hasta el día siguiente, y su ánimo se sintió liberado por un momento <strong>de</strong>l casi intolerable peso <strong>de</strong> sus<br />

temores.<br />

Annette dijo que le parecía que <strong>los</strong> chevaliers salían <strong>de</strong> nuevo a la guerra, puesto que el patio estaba lleno <strong>de</strong> cabal<strong>los</strong>, y oyó que el resto <strong>de</strong>l grupo, que había salido antes, era esperado en el castillo.<br />

—Y oí a uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> soldados, también —añadió—, <strong>de</strong>cirle a un compañero que le aseguraba que traerían un gran botín. Así que, pienso yo, que si el señor pue<strong>de</strong>, con la conciencia tranquila, enviar a sus<br />

gentes a robar, esto no es asunto mío. Lo único que <strong>de</strong>seo es verme alguna vez a salvo fuera <strong>de</strong> este castillo; y, si no hubiera sido por el pobre Ludovico, habría <strong>de</strong>jado que la gente <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> Morano nos<br />

llevara a las dos, porque os habría alejado <strong>de</strong> estos peligros, ma<strong>de</strong>moiselle, y a mí también.<br />

Annette podría haber continuado hablando así durante horas, ya que no recibió interrupción alguna <strong>de</strong> Emily, que estaba silenciosa, sin aten<strong>de</strong>r, absorta en sus pensamientos, y que pasó todo el día en una<br />

especie <strong>de</strong> tranquilidad solemne que con frecuencia es el resultado <strong>de</strong> una sobrecarga <strong>de</strong> las faculta<strong>de</strong>s por exceso <strong>de</strong> sufrimiento.<br />

Cuando llegó la noche, Emily recordó las <strong>misterios</strong>as impresiones musicales que había oído últimamente, por las cuales seguía sintiendo un cierto interés, y que esperaba volver a oír en su suave dulzura. La<br />

influencia <strong>de</strong> la superstición triunfó en la <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> su mente conmovida; miró, con entusiástica expectación, al espíritu guardián <strong>de</strong> su padre, y tras <strong>de</strong>spedir a Annette por aquella noche, <strong>de</strong>cidió esperar sola<br />

aquel<strong>los</strong> sonidos. Sin embargo, aún no era la hora en la que había oído la música, y ansiosa por apartar su pensamiento <strong>de</strong> aquel tema, se sentó con uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> pocos libros que se había traído <strong>de</strong> Francia. Pero<br />

su imaginación, que rehusaba ser controlada, se agitó inquieta, y una y otra vez se acercó a la ventana para escuchar. Le pareció oír una voz, pero, al percibir que todo estaba tranquilo, <strong>de</strong>dujo que había sido<br />

engañada por su imaginación.<br />

Así pasó el tiempo hasta las doce. Poco <strong>de</strong>spués <strong>los</strong> sonidos distantes que recorrían el castillo cesaron, y el sueño pareció reinar sobre todo. Emily se sentó entonces al lado <strong>de</strong> la ventana y no tardó en verse

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