C a p í t u l o I V P Hay uno en el interior, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> las cosas que hemos oído y visto, relata las más horribles escenas, vistas por la guardia. JULIUS CAESAR or la mañana, Emily encontró a madame Montoni poco más o menos en el mismo estado <strong>de</strong> la noche anterior; había dormido poco, y ese poco no la había reanimado; sonrió a su sobrina, y pareció animada por su presencia, pero sólo habló unas pocas palabras, y nunca mencionó a Montoni, quien, no obstante, entró poco <strong>de</strong>spués en la habitación. Su esposa, cuando comprendió que él estaba allí, apareció más agitada, pero se mantuvo totalmente silenciosa, hasta que Emily se levantó <strong>de</strong> una silla en la que se había sentado al lado <strong>de</strong> la cama y suplicó con voz débil que no la <strong>de</strong>jara. La visita <strong>de</strong> Montoni no era para animar a su esposa, que sabía que se estaba muriendo, o para consolarla, o para pedirle perdón, sino para hacer un último intento <strong>de</strong> conseguir su firma, que le transferiría sus propieda<strong>de</strong>s en el Languedoc, tras la muerte, en lugar <strong>de</strong> que pasaran a Emily. Fue una escena que mostró, por su parte, su habitual inhumanidad, y, por la <strong>de</strong> madame Montoni, un espíritu perseverante luchando con un cuerpo <strong>de</strong>bilitado; mientras, Emily <strong>de</strong>claraba repetidamente a Montoni su disposición a renunciar a toda reclamación sobre aquellas propieda<strong>de</strong>s, con la esperanza <strong>de</strong> que las últimas horas <strong>de</strong> su tía no se vieran afectadas por su negativa. Montoni, no' obstante, no salió <strong>de</strong> la habitación, hasta que su esposa, exhausta por la obstinada disputa, cayó <strong>de</strong>sfallecida, y estuvo tanto tiempo inconsciente que Emily empezó a temer que la chispa <strong>de</strong> su vida se hubiera extinguido para siempre. Al fin, revivió, y, mirando débilmente a su sobrina, cuyas lágrimas caían sobre ella, hizo un esfuerzo para hablar, pero sus palabras fueron ininteligibles, y Emily <strong>de</strong> nuevo comprendió que se estaba muriendo. Sin embargo, poco <strong>de</strong>spués recuperó el habla, y, tras reanimarse con un cordial, conversó durante largo tiempo sobre sus propieda<strong>de</strong>s en Francia, con claridad y precisión. Orientó a su sobrina para que pudiera encontrar <strong>los</strong> documentos relativos a las mismas, que había ocultado <strong>de</strong> <strong>los</strong> registros <strong>de</strong> Montoni, y la encargó que no permitiera nunca que esos papeles se le escaparan. Tras la conversación, madame Montoni se sumió en un sopor, y continuó somnolienta hasta la tar<strong>de</strong>, cuando pareció encontrarse mejor <strong>de</strong> lo que había estado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que fue trasladada <strong>de</strong>l torreón. Emily no la abandonó en ningún momento hasta bien pasada la medianoche, e incluso no habría <strong>de</strong>jado entonces su habitación, <strong>de</strong> no haber insistido su tía en que <strong>de</strong>bía retirarse a <strong>de</strong>scansar. Obe<strong>de</strong>ció más gustosa porque su paciente parecía vencida por el sueño. Tras dar a Annette las mismas instrucciones <strong>de</strong> la noche anterior, se retiró a su cuarto. Pero su ánimo estaba <strong>de</strong>spierto y agitado, y comprendiendo que le era imposible dormir, <strong>de</strong>cidió esperar una vez más a la <strong>misterios</strong>a aparición que tanto le había interesado y alarmado. Era el momento <strong>de</strong>l segundo tumo <strong>de</strong> guardia <strong>de</strong> la noche y poco más o menos la hora en que la figura había aparecido antes. Emily oyó <strong>los</strong> pasos <strong>de</strong> <strong>los</strong> centinelas en la muralla en el cambio <strong>de</strong> guardia; y, cuando todo estuvo <strong>de</strong> nuevo silencioso, se situó en la ventana, <strong>de</strong>jando la lámpara en la parte más alejada <strong>de</strong> la habitación para que no pudiera ser vista <strong>de</strong>s<strong>de</strong> fuera. La luna daba una luz <strong>de</strong>smayada e incierta, porque estaba ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> pesados vapores que al pasar por <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> su disco <strong>de</strong>jaban el paisaje en total oscuridad. Fue en uno <strong>de</strong> esos momentos <strong>de</strong> oscuridad cuando advirtió una llama pequeña y vacilante que avanzaba a cierta distancia por la terraza. Mientras' la observaba, <strong>de</strong>sapareció, y la luna volvió a surgir entre las pesadas nubes <strong>de</strong> tormenta, lo que llamó su atención hacia el cielo, en el que vívidos relámpagos saltaban <strong>de</strong> nube en nube e iluminaban silenciosamente <strong>los</strong> bosques. Le encantaba contemplar, en un brillo momentáneo, la tristeza <strong>de</strong>l paisaje. A veces una nube abría su luz sobre las montañas distantes, y, mientras el esplendor inesperado iluminaba todos <strong>los</strong> rincones <strong>de</strong> rocas y árboles, el resto <strong>de</strong> la escena permanecía en sombras oscuras; en ocasiones, aspectos parciales <strong>de</strong>l castillo aparecían bajo la luz inesperada: el viejo arco que conducía a la muralla <strong>de</strong>l lado este, el torreón que asomaba por encima, o las fortificaciones que había más allá; y, <strong>de</strong>spués, quizá, todo el edificio con sus torres, la oscura masa <strong>de</strong> sus muros y <strong>los</strong> ventanales, aparecían para difuminarse en un instante. Emily volvió a mirar hacia la muralla, percibiendo la llama que había visto antes; avanzaba y, poco <strong>de</strong>spués, le pareció oír pasos. La luz aparecía y <strong>de</strong>saparecía con frecuencia, mientras, según la observaba, brilló bajo sus ventanas, y en el mismo instante, tuvo la certeza <strong>de</strong> que habían cruzado unos pasos, pero la oscuridad no le permitió distinguir objeto alguno, excepto la llama. Se alejaba, y, en ese momento, por la iluminación <strong>de</strong> un relámpago, vio a una persona en la terraza. Volvieron todas las ansieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la noche anterior. La persona avanzaba y la llama juguetona alternativamente aparecía y se esfumaba. Emily quería hablar para acabar con sus dudas y saber si la figura era humana o sobrenatural, pero su corazón falló tantas veces como hizo un esfuerzo para <strong>de</strong>cir algo, hasta que la luz se movió <strong>de</strong> nuevo bajo la ventana y con voz <strong>de</strong>smayada pudo preguntar quién pasaba. —Un amigo —replicó una voz. —¿Qué amigo —dijo Emily algo animada—, ¿quién sois y qué es esa luz que lleváis —Soy Anthonio, uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> soldados <strong>de</strong>l signor —replicó la voz. —¿Y cuál es esa extraña luz que lleváis —dijo Emily—, ¡que se encien<strong>de</strong> y luego <strong>de</strong>saparece! —Esta luz, señora —dijo el soldado—, ha aparecido esta noche como la veis, en la punta <strong>de</strong> mi lanza, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que empecé la guardia; pero no puedo <strong>de</strong>ciros lo que significa. —¡Es muy extraño! —dijo Emily. —Mi compañero <strong>de</strong> guardia —continuó el hombre— tiene la misma llama en su lanza; dice que lo ha visto antes alguna vez. Yo no lo había visto nunca; pero he llegado hace poco al castillo, porque no hace mucho que soy soldado. —¿Qué es lo que dice <strong>de</strong> ella vuestro compañero —dijo Emily. —Dice que es un augurio, señora, y que no presagia nada bueno. —¿Qué daño pue<strong>de</strong> presagiar —continuó Emily. —No llega a tanto en sus conocimientos, señora. Se asustara o no Emily por aquel augurio, lo cierto es que se tranquilizó <strong>de</strong> su terror al <strong>de</strong>scubrir que aquel hombre era únicamente uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> soldados <strong>de</strong> la guardia, y se le ocurrió <strong>de</strong> inmediato que podría haber sido el causante <strong>de</strong> tanta alarma la noche anterior. Sin embargo, había algunas circunstancias que seguían requiriendo una explicación. Por lo que podía juzgar, teniendo en cuenta la débil luz <strong>de</strong> la luna que le había ayudado en su observación, la figura que vio no se parecía a este hombre ni en su aspecto ni en su tamaño; a<strong>de</strong>más, estaba segura <strong>de</strong> que no llevaba armas. El silencio <strong>de</strong> sus pasos, si es que <strong>los</strong> daba, <strong>los</strong> sonidos quejumbrosos, también, que había emitido y su extraña <strong>de</strong>saparición, eran circunstancias <strong>de</strong> carácter <strong>misterios</strong>o que no eran aplicables, con probabilidad, a un soldado en medio <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> la guardia. Preguntó entonces al centinela si había visto a alguien que no fuera su compañero <strong>de</strong> vigilancia paseando por la terraza alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> medianoche, y <strong>de</strong>spués le relató brevemente lo que había observado. —Yo no estaba <strong>de</strong> guardia esa noche, señora —replicó el hombre—, pero me enteré <strong>de</strong> lo que había sucedido. Entre nosotros hay algunos que creen en cosas extrañas. También se han contado historias raras <strong>de</strong> este castillo, pero no es asunto mío el comentarlas; y, por mi parte, no tengo razones para quejarme, nuestro jefe nos trata muy bien. —Alabo vuestra pru<strong>de</strong>ncia —dijo Emily—, buenas noches y aceptad esto —añadió lanzándole una moneda; <strong>de</strong>spués, cerrando la ventana, puso fin a la conversación. Cuando el soldado se había marchado, la abrió <strong>de</strong> nuevo, escuchando con cierto placer la tormenta distante, que comenzó a exten<strong>de</strong>rse por las montañas, y a contemplar las flechas <strong>de</strong> <strong>los</strong> relámpagos que aparecían al fondo. Los truenos empezaron a exten<strong>de</strong>rse y a reverberar en las montañas, cuando otros truenos parecían contestarles <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el lado opuesto <strong>de</strong>l horizonte. Las nubes acumuladas ocultaron totalmente la luna y asumieron un tinte rojizo sulfuroso que anunciaba una violenta tormenta. Emily permaneció en la ventana hasta que el continuo relampagueo que <strong>de</strong>scubría a cada momento el ancho horizonte y el paisaje inferior, no hizo aconsejable que permaneciera, y se acostó; pero, incapaz <strong>de</strong> or<strong>de</strong>nar su mente para po<strong>de</strong>r dormir, se quedó escuchando en silencio <strong>los</strong> tremendos sonidos que parecían sacudir al castillo en sus cimientos. Llevaba así bastante tiempo cuando, en medio <strong>de</strong>l rugir <strong>de</strong> la tormenta, creyó oír una voz, y al levantarse para escuchar, vio abierta la puerta <strong>de</strong> su cámara y a Annette con el rostro lleno <strong>de</strong> preocupación. —¡Se está muriendo, ma<strong>de</strong>moiselle, mi señora se muere! —dijo Emily se puso en pie y corrió a la habitación <strong>de</strong> madame Montoni. Cuando entró, su tía parecía haberse <strong>de</strong>svanecido, porque estaba inmóvil e insensible. Emily, con una fuerza <strong>de</strong> voluntad que rehusaba ce<strong>de</strong>r al dolor cuando cualquier <strong>de</strong>ber requería su actividad, le aplicó todo lo que consi<strong>de</strong>ró que podía reanimarla. Pero la última batalla había pasado, madame Montoni se había ido para siempre.
Cuando Emily comprendió que todos sus esfuerzos eran inútiles, interrogó a la aterrorizada Annette, y se enteró <strong>de</strong> que madame Montoni había caído en un sopor poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la marcha <strong>de</strong> Emily, en el que había permanecido hasta pocos minutos antes <strong>de</strong> su muerte. —Me sorprendió, ma<strong>de</strong>moiselle —dijo Annette—, porque mi señora no parecía asustada por la tormenta, cuando yo estaba tan aterrorizada, y me acerqué varias veces a la cama para hablar con ella, pero parecía dormida; hasta que en un momento oí un ruido extraño, y, al aproximarme, vi que estaba muriendo. Emily escuchó su narración entre lágrimas. No tenía dudas <strong>de</strong> que el cambio violento que se había producido en el aire a causa <strong>de</strong> la tempestad había afectado al cuerpo exhausto <strong>de</strong> madame Montoni. Tras algunas <strong>de</strong>liberaciones, <strong>de</strong>cidió que Montoni no <strong>de</strong>bería ser informado <strong>de</strong> lo sucedido hasta el día siguiente, porque consi<strong>de</strong>ró que podría, quizá, hacer algunas manifestaciones inhumanas, que en el presente estado <strong>de</strong> ánimo no sería capaz <strong>de</strong> soportar. En consecuencia, sola con Annette, a la que animó con su propio ejemplo, realizó algunos <strong>de</strong> <strong>los</strong> últimos oficios solemnes para con <strong>los</strong> muertos, y se obligó a pasar toda la noche junto al cuerpo <strong>de</strong> su difunta tía. Durante aquel período solemne, que se hizo más conmovedor por la tremenda tormenta que sacudió <strong>los</strong> aires, se dirigió con frecuencia al Cielo para pedir apoyo y protección, y sus piadosas oraciones, po<strong>de</strong>mos creer que fueron aceptadas por Dios, dándole su consuelo.
- Page 2 and 3:
Ann Radcliffe (1764-1823) es la esc
- Page 4:
Título original: The Mysteries of
- Page 7 and 8:
El destino encaja en estas oscuras
- Page 9 and 10:
enseñarla a rechazar el primer imp
- Page 11 and 12:
¡Pero, silencio! ¡Aquí llega el
- Page 13 and 14:
C a p í t u l o I I M Podría reve
- Page 15 and 16:
C a p í t u l o I I I S ¡Oh, cóm
- Page 17 and 18:
La conversación se vio interrumpid
- Page 19 and 20:
Consiguió detener la salida de la
- Page 21 and 22:
C a p í t u l o V S Mientras en el
- Page 23 and 24:
C a p í t u l o V I P ¡No me inte
- Page 25 and 26:
Sin embargo, no se detuvo y avanzó
- Page 27 and 28:
C a p í t u l o V I I E Deja que a
- Page 29 and 30:
—Lo repito —dijo—, no tratar
- Page 31 and 32:
próxima al mismo. Emily comprendi
- Page 33 and 34:
cae alrededor silencioso y sobre el
- Page 35 and 36:
C a p í t u l o X A ¿Pueden ocurr
- Page 37 and 38:
será realmente tan difícil, lamen
- Page 39 and 40:
C a p í t u l o X I I L Un poder i
- Page 41 and 42:
Madame Cheron tuvo una larga conver
- Page 43 and 44:
preguntó con los ojos si podía ex
- Page 45 and 46:
—He dejado el asunto enteramente
- Page 47 and 48:
Con un candor que probaba cuál era
- Page 49 and 50:
V O L U M E N I I
- Page 51 and 52:
El fatigado viajero que, toda la no
- Page 53 and 54:
C a p í t u l o I I Titania: Si pa
- Page 55 and 56:
Abajo, a mil brazas de profundidad,
- Page 57 and 58: C a p í t u l o I I I M Es un gran
- Page 59 and 60: nuestros pensamientos, así Emily,
- Page 61 and 62: —Bueno —prosiguió Montoni—,
- Page 63 and 64: que, mientras vigilaba cómo se reu
- Page 65 and 66: C a p í t u l o I V E Y la pobre D
- Page 67 and 68: C a p í t u l o V E ¡Oscuro poder
- Page 69 and 70: manera de calentarse, aunque se hub
- Page 71 and 72: castillo para hacer compañía al v
- Page 73 and 74: inaccesibles. Mientras estaba apoya
- Page 75 and 76: Al abrir la puerta oyó voces, y po
- Page 77 and 78: La vehemencia con que lo dijo supus
- Page 79 and 80: C a p í t u l o V I I De lenguas a
- Page 81 and 82: mantuvo silenciosa, mientras madame
- Page 83 and 84: —Perdonadme, signor —dijo—, n
- Page 85 and 86: C a p í t u l o I X D La imagen de
- Page 87 and 88: —Me temo que pronto verás cumpli
- Page 89 and 90: C a p í t u l o X A ¿Y no reposar
- Page 91 and 92: Así transcurrieron las horas en so
- Page 93 and 94: C a p í t u l o X I E ¿Quién alz
- Page 95 and 96: C a p í t u l o X I A Entonces, oh
- Page 97 and 98: consideró además el aspecto salva
- Page 99 and 100: C a p í t u l o I E Os aconsejaré
- Page 101 and 102: sobre ella la inmediata venganza de
- Page 103 and 104: apartada del sueño fantasioso en q
- Page 105 and 106: de madame Montoni. Montoni, por fin
- Page 107: —Cuando os dejé, señora —repl
- Page 111 and 112: en su cabeza como el efecto de un r
- Page 113 and 114: C a p í t u l o V I P ...si pudié
- Page 115 and 116: grupo de soldados a entrar en el ca
- Page 117 and 118: Según avanzaban lentamente se sorp
- Page 119 and 120: Prefiriendo la soledad de su cuarto
- Page 121 and 122: C a p í t u l o V I I I V Mi lengu
- Page 123 and 124: conciencia de que no debía ir a su
- Page 125 and 126: C a p í t u l o I X V Así, en el
- Page 127 and 128: Emily le siguió temblando más aú
- Page 129 and 130: —Así es, señor —replicó Emil
- Page 131 and 132: Tras conversar unos minutos con la
- Page 133 and 134: mi vida, le veré salir. ¡Oh!, ¿c
- Page 135 and 136: sobre enramadas y fuentes, valles y
- Page 137 and 138: temblorosa de ansiedad. A los pocos
- Page 139 and 140: Dorothée movió la cabeza, y Emily
- Page 141 and 142: contrario tendría menos escrúpulo
- Page 143 and 144: —Sería una intención cruel el q
- Page 145 and 146: C a p í t u l o I P Es todo el con
- Page 147 and 148: C a p í t u l o I I V Vamos, llora
- Page 149 and 150: Emily, al aproximarse los sonidos,
- Page 151 and 152: En la habitación había muchos rec
- Page 153 and 154: Entonces, según voy por la ilusió
- Page 155 and 156: C a p í t u l o V I E ¡Vosotros.
- Page 157 and 158: —No os puedo informar de eso —d
- Page 159 and 160:
eran famosos en Provenza. La bellez
- Page 161 and 162:
C a p í t u l o V I I I E Seas un
- Page 163 and 164:
creéis que merece la pena, venid a
- Page 165 and 166:
Controló sus pensamientos, pero no
- Page 167 and 168:
C a p í t u l o X I A ¡Ah, felice
- Page 169 and 170:
De la caza del hombre, del respland
- Page 171 and 172:
A poca distancia descubrieron un pa
- Page 173 and 174:
—Ahora sí debes hacerlo —prosi
- Page 175 and 176:
Emily sólo pudo replicar con un pr
- Page 177 and 178:
C a p í t u l o X I V A Llámale,
- Page 179 and 180:
las circunstancias que habían deci
- Page 181 and 182:
¡El lamento ruidoso ya no lleva vu
- Page 183 and 184:
Agnes explicara las razones de su p
- Page 185 and 186:
que era la única hija de sus padre
- Page 187 and 188:
C a p í t u l o X V I I D Entonces
- Page 189 and 190:
C a p í t u l o X I X L Ahora mi t
- Page 191:
[30] Alude a los experimentos del a