04.01.2015 Views

radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—No os puedo informar <strong>de</strong> eso —dijo el <strong>de</strong>sconocido—, ya he dicho todo lo que podía. Se hace tar<strong>de</strong>; si me seguís <strong>de</strong>be ser rápido; tenéis que consi<strong>de</strong>rar la alternativa.<br />

El barón quedó pensativo, y, al mirar al caballero, advirtió que su rostro asumía una solemnidad singular.<br />

En este momento Ludovico creyó oír un ruido y echó una mirada por la habitación, cogiendo <strong>de</strong>spués la lám para p ara que le asistiera en su observación; pero, al no ver nada que confirmara su alarma,<br />

retomó <strong>de</strong> nuevo al libro y continuó con la historia.<br />

El barón paseó por la habitación durante un momento, en silencio, impresionado por las últimas palabras <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sconocido, cuya extraordinaria petición temía aceptar, <strong>de</strong>l mismo modo que<br />

también temía rechazarla. Por fin dijo:<br />

—Señor caballero, me sois totalmente <strong>de</strong>sconocido; <strong>de</strong>cidme vos mismo, si es razonable que confíe en una persona extraña, a esta hora, en un bosque solitario. Decidme, al menos, quién sois, y<br />

quién os ayudó a entrar secretamente en mi cámara.<br />

El caballero frunció el ceño al oír estas últimas palabras y guardó silencio. Después, con el rostro algo alterado, dijo:<br />

—Soy un caballero inglés; me llamo sir Bevys of Lancaster, y mis hazañas no son <strong>de</strong>sconocidas en la Ciudad Santa, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> regresaba a mi país cuando me vi sorprendido por la noche en un<br />

bosque próximo.<br />

—Vuestro nombre no es <strong>de</strong>sconocido para la fama —dijo el barón—, lo he oído. —El caballero le miró altivamente—. Pero, puesto que mi castillo es famoso por estar dispuesto a entretener a<br />

todos <strong>los</strong> verda<strong>de</strong>ros caballeros, ¿por qué vuestros heraldos no os han anunciado ¿Por qué no os habéis presentado en el banquete, en el que. vuestra presencia habría sido bien recibida, en lugar<br />

<strong>de</strong> escon<strong>de</strong>ros en mi castillo é introduciros en mi cámara a medianoche<br />

El <strong>de</strong>sconocido frunció el ceño <strong>de</strong> nuevo y se apartó en silencio; pero el barón repitió las preguntas.<br />

—No he venido —dijo el caballero— para respon<strong>de</strong>r a preguntas, sino para revelar hechos. Si queréis saber más, seguidme, y <strong>de</strong> nuevo os ofrezco el honor <strong>de</strong> caballero <strong>de</strong> que regresaréis sano<br />

y salvo. Decidid rápido, <strong>de</strong>bo marcharme.<br />

Tras una nueva duda, el barón <strong>de</strong>cidió seguir al <strong>de</strong>sconocido y ver el resultado <strong>de</strong> su extraordinaria petición. En consecuencia, sacó <strong>de</strong> nuevo la espada y, cogiendo una lámpara, hizo una señal<br />

al caballero para que dirigiera el camino. Este último obe<strong>de</strong>ció, y, abriendo la puerta <strong>de</strong> la cámara, pasaron a la antecámara, don<strong>de</strong> el barón, sorprendido al encontrar a todos sus pajes dormidos,<br />

se <strong>de</strong>tuvo, y con enorme violencia se dirigió a reprimir<strong>los</strong> por su <strong>de</strong>scuido, cuando el caballero agitó una mano y le miró tan expresivamente que contuvo su indignación y siguió su camino.<br />

El caballero, tras <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r por una escalera, abrió una puerta secreta que el barón creía que sólo conocía él, y, recorriendo varios pasadizos estrechos y en círculo, llegó, finalmente, a una<br />

pequeña salida que daba al otro lado <strong>de</strong> <strong>los</strong> muros <strong>de</strong>l castillo. El barón le seguía en silencio, sorprendido ante el hecho <strong>de</strong> que aquel paso secreto fuera tan conocido por un extraño y se sintió<br />

inclinado a renunciar a una aventura que parecía parte <strong>de</strong> una traición y <strong>de</strong> un peligro. Entonces, consi<strong>de</strong>rando que iba armado y observando el aire noble y cortés <strong>de</strong> su conductor, recuperó el<br />

coraje, se sonrojó ante la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> haber dudado un momento y <strong>de</strong>cidió seguir el misterio hasta el final.<br />

Salió a una plataforma, frente a la entrada <strong>de</strong>l castillo, en la que, al mirar hacia arriba, percibió las luces en diferentes ventanas <strong>de</strong> sus invitados, que se habían retirado a dormir, y mientras se<br />

agitaba por el frío y contemplaba la oscura y <strong>de</strong>solada escena que le ro<strong>de</strong>aba, pensó en las comodida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su cámara, animada por el fuego <strong>de</strong> <strong>los</strong> troncos, y sintió durante unos momentos el total<br />

contraste con su situación presente.<br />

Ludovico se <strong>de</strong>tuvo aquí un momento, echó una mirada a su propio fuego y se movió para atizarlo.<br />

Soplaba un fuerte viento, y el barón vigilaba la lámpara con ansiedad temiendo a cada instante que se apagara y prosiguió tras el <strong>de</strong>sconocido, que suspiraba con frecuencia pero que no dijo<br />

una sola palabra.<br />

Cuando llegaron al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l bosque, el caballero se volvió y levantó la cabeza como si se dirigiera al barón, pero cerrando <strong>los</strong> labios, se a<strong>de</strong>ntró entre <strong>los</strong> árboles.<br />

Al hacerlo, bajo la oscuridad <strong>de</strong> las ramas, el barón, afectado por la solemnidad <strong>de</strong>l ambiente, dudó y preguntó si tenía que seguir mucho más. El caballero contestó sólo con un gesto y el<br />

barón, con paso dudoso y mirada llena <strong>de</strong> sospechas, le siguió por un sen<strong>de</strong>ro oscuro e intrincado, hasta que, tras haber avanzado consi<strong>de</strong>rablemente, volvió a preguntar adón<strong>de</strong> iban y se negó a<br />

seguir a menos que fuera informado.<br />

Según lo <strong>de</strong>cía, dirigió sus miradas a su espada y al caballero, alternativamente, que movió la cabeza y cuyo rostro melancólico <strong>de</strong>sarmó al barón en un momento <strong>de</strong> toda sospecha.<br />

—Os llevo a un lugar que está un poco más a<strong>de</strong>lante —dijo el <strong>de</strong>sconocido—, nada os ocurrirá. Lo he jurado por el honor <strong>de</strong> un caballero.<br />

El barón, tranquilizado, continuó en silencio, y no tardaron en llegar a un amplio claro <strong>de</strong>l bosque, don<strong>de</strong> las crecidas y oscuras ramas <strong>de</strong> <strong>los</strong> castaños ocultaban el cielo, y que estaba tan lleno<br />

<strong>de</strong> troncos que avanzaron con dificultad. El caballero suspiró profundamente según cruzaban y se <strong>de</strong>tuvo a veces. Al llegar a un lugar don<strong>de</strong> <strong>los</strong> árboles se amontonaban como en un nudo, se<br />

volvió, y con mirada aterrorizada, señaló hacia el suelo. El barón vio allí el cuerpo <strong>de</strong> un hombre, extendido a todo lo largo y lleno <strong>de</strong> sangre. Tenía una terrible herida en la frente y la muerte<br />

parecía haber contrariado ya su gesto.<br />

El barón, al ver el espectáculo, se <strong>de</strong>tuvo horrorizado, mirando al caballero, como pidiendo una explicación, y se disponía a levantar el cuerpo para comprobar si aún vivía cuando el<br />

<strong>de</strong>sconocido, moviendo la mano, le miró tan intensa y dramáticamente que no sólo le sorprendió, sino que le hizo <strong>de</strong>sistir.<br />

Pero, ¿cuáles fueron las emociones <strong>de</strong>l barón, cuando, acercando la lámpara al cuerpo, <strong>de</strong>scubrió su exacto parecido con el <strong>de</strong>sconocido conductor, al que miró lleno <strong>de</strong> asombro e<br />

interrogante Advirtió que había cambiado el rostro <strong>de</strong>l caballero, que comenzó a <strong>de</strong>saparecer, ¡hasta que todo su cuerpo se esfumó <strong>de</strong> la escena! El barón se quedó quieto y se oyó una voz que<br />

dijo estas palabras:<br />

Ludovico se sobresaltó y <strong>de</strong>jó el libro en la mesa. ya que le pareció haber oído una voz <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la habitación, y miró hacia la cama. don<strong>de</strong> sólo vio las oscuras cortinas y el paño mortuorio. Escuchó casi<br />

sin atreverse a respirar, pero le llegó el rugido lejano <strong>de</strong>l mar en medio <strong>de</strong> la tormenta y el viento que golpeaba contra las ventanas, por lo que <strong>de</strong>dujo que había sido engañado por su propia respiración, y cogió<br />

el libro para acabar la historia.<br />

El barón se quedó quieto y se oyó una voz que dijo estas palabras:<br />

—El cuerpo <strong>de</strong> sir Bevys of Lancaster, un noble caballero <strong>de</strong> Inglaterra, yace frente a vos. Esta noche fue golpeado y asesinado cuando regresaba <strong>de</strong> la Ciudad Santa hacia su país. Respetad el<br />

honor <strong>de</strong> la caballería y la ley <strong>de</strong> humanidad; enterrad el cuerpo en tierra cristiana y lograd que sus asesinos sean castigados. Según lo observéis o lo abandonéis, tendréis para siempre paz y<br />

felicidad, o guerra y miseria sobre vuestra casa.<br />

El barón, cuando se recobró <strong>de</strong> la sorpresa y <strong>de</strong>l temor en <strong>los</strong> que le había sumido la aventura, regresó al castillo, don<strong>de</strong> organizó que fuera trasladado el cuerpo <strong>de</strong> sir Bevys, y al día siguiente fue enterrado<br />

en la capilla con <strong>los</strong> honores <strong>de</strong> la caballería, atendido por todos <strong>los</strong> nobles caballeros y por las damas que engalanaban la corte <strong>de</strong>l barón <strong>de</strong> Brunne.<br />

Al terminar la historia, Ludovico <strong>de</strong>jó el libro, ya que se sentía algo nervioso, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> echar leña al fuego y tomar otro vaso <strong>de</strong> vino, se acomodó para <strong>de</strong>scansar en el sillón junto a la chimenea. En su<br />

sueño siguió viendo la estancia en la que realmente estaba, y en una o dos ocasiones <strong>de</strong>spertó <strong>de</strong> su somnolencia, imaginando que veía el rostro <strong>de</strong> un hombre mirándole por encima y por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la butaca. La<br />

i<strong>de</strong>a le impresionó tan fuertemente que, cuando abrió <strong>los</strong> ojos casi esperaba encontrarse con otros fijos en <strong>los</strong> suyos, por lo que se puso en pie y miró por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l sillón antes <strong>de</strong> convencerse plenamente <strong>de</strong><br />

que no había nadie.<br />

Así terminó su tiempo.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!