04.01.2015 Views

radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

C a p í t u l o X I I I<br />

L<br />

Como cuando un pastor <strong>de</strong> las islas Hébridas,<br />

situado lejos en medio <strong>de</strong>l paisaje melancólico,<br />

(sea porque la fantasía solitaria le engaña,<br />

o porque seres etéreos se dignan a veces<br />

hacerse corporales a nuestros sencil<strong>los</strong> sentidos)<br />

ve en la colina <strong>de</strong>snuda, o en el bajo valle,<br />

el momento en que Febo sumerge su carroza en el océano,<br />

un inmenso gentío moviéndose <strong>de</strong> un lado a otro,<br />

entonces, <strong>de</strong> pronto, se <strong>de</strong>svanece en el aire el maravil<strong>los</strong>o espectáculo.<br />

CASTLE OF INDOLENCE<br />

a avaricia <strong>de</strong> madame Cheron cedió finalmente a la vanidad. Algunas fiestas verda<strong>de</strong>ramente espléndidas que había dado madame Clairval, y la adulación general que recibía, la hicieron más ansiosa que<br />

antes por asegurar una alianza que la exaltaría mucho más en su propia opinión que en la <strong>de</strong>l mundo. Propuso <strong>los</strong> términos para un inmediato matrimonio <strong>de</strong> su sobrina y ofreció dar a Emily una dote, siempre<br />

que madame Clairval observara <strong>los</strong> mismos términos por lo que se refería a su sobrino. Madame Clairval escuchó la propuesta, y, consi<strong>de</strong>rando que Emily era la here<strong>de</strong>ra aparente <strong>de</strong> la fortuna <strong>de</strong> su tía, lo<br />

aceptó. Mientras tanto, Emily no supo nada <strong>de</strong> la transacción, hasta que madame Cheron le informó <strong>de</strong> que <strong>de</strong>bía hacer <strong>los</strong> preparativos para su boda, que tendría que celebrarse sin más <strong>de</strong>mora; entonces,<br />

sorprendida y totalmente incapaz <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r aquella inesperada <strong>de</strong>cisión que Valancourt no había solicitado (ya que ignoraba lo que había pasado entre las dos señoras mayores y no se había atrevido a<br />

esperar tan buena fortuna), se opuso <strong>de</strong>cididamente. Madame Cheron, sin embargo, tan ce<strong>los</strong>a <strong>de</strong> su contradicción ahora como lo había estado anteriormente, estaba <strong>de</strong>cidida a un rápido matrimonio con tanta<br />

vehemencia como se había opuesto a la más remota posibilidad que condujera a ello; y <strong>los</strong> escrúpu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Emily <strong>de</strong>saparecieron cuando, al volver a ver a Valancourt, que fue informado <strong>de</strong> la felicidad que le<br />

habían preparado, vino a solicitar <strong>de</strong> ella misma su promesa.<br />

Mientras hacían las preparaciones para estas bodas, Montoni pasó a ser el pretendiente reconocido <strong>de</strong> madame Cheron. Madame Clairval se disgustó profundamente al tener noticias <strong>de</strong> ello y estaba<br />

dispuesta a prevenir a Valancourt en relación con Emily, pero su conciencia le dijo que no tenía <strong>de</strong>recho a interferir en su felicidad. Aunque era una mujer <strong>de</strong> mundo, estaba muy lejos <strong>de</strong> su amiga en el arte <strong>de</strong><br />

conseguir satisfacciones por la distinción y la admiración en lugar <strong>de</strong> por su conciencia.<br />

Emily observó con preocupación el ascendiente que Montoni había adquirido sobre madame Cheron, así como la creciente frecuencia <strong>de</strong> sus visitas; y su propia opinión sobre aquel italiano se vio<br />

confirmada por la <strong>de</strong> Valancourt, que siempre se había manifestado poco inclinado hacia él. Una mañana, en la que se encontraba sentada en el pabellón disfrutando <strong>de</strong> la grata frescura <strong>de</strong> la primavera, cuyos<br />

colores se extendían por el paisaje, y escuchaba a Valancourt, que estaba leyendo, pero que con frecuencia <strong>de</strong>jaba el libro a un lado para conversar, recibió el aviso <strong>de</strong> que acudiera inmediatamente a ver a<br />

madame Cheron. Acababa <strong>de</strong> entrar en su vestidor, cuando observó con sorpresa el rostro <strong>de</strong>salentado <strong>de</strong> su tía y el contraste alegre <strong>de</strong> su vestido.<br />

—¡Bien, sobrina! —dijo madame, y se <strong>de</strong>tuvo con un cierto aire <strong>de</strong> confusión—. Te he mandado llamar... quería verte; tengo que darte una noticia. Des<strong>de</strong> este momento <strong>de</strong>bes consi<strong>de</strong>rar al signor Montoni<br />

como tu tío, nos hemos casado esta mañana.<br />

Sorprendida, no tanto por el matrimonio como por el secreto con el que había sido realizado y por la agitación con la que había sido informada, Emily acabó por atribuir la actuación en privado a un <strong>de</strong>seo<br />

<strong>de</strong> Montoni, más que al <strong>de</strong> su tía. Su esposa, sin embargo, intentaba que se creyera lo contrario, y en consecuencia añadió:<br />

—Verás, quería evitar el revuelo; pero ahora que la ceremonia se ha celebrado, ya no lo haré; y quiero anunciar a mis criados que <strong>de</strong>ben recibir al signor Montoni como amo. —Emily hizo un débil intento<br />

<strong>de</strong> felicitarla por aquellas nupcias aparentemente impru<strong>de</strong>ntes—. Celebraré ahora mi matrimonio con algún esplendor —continuó madame Montoni—, y para ahorrar tiempo, me retiraré <strong>de</strong> la preparación que<br />

hay que hacer para el tuyo, que naturalmente <strong>de</strong>berá ser <strong>de</strong>morado un poco. Espero que lleves tus ropas <strong>de</strong> boda, que ya están preparadas, para dar honor a mi fiesta. También <strong>de</strong>seo informar a monsieur<br />

Valancourt <strong>de</strong> mi cambio <strong>de</strong> nombre y que él informe a madame Clairval. Dentro <strong>de</strong> unos días ofreceré una gran fiesta, en la que requeriré su presencia.<br />

Emily estaba tan perdida entre la sorpresa y <strong>los</strong> distintos pensamientos que casi no contestó a madame Montoni, pero, atendiendo a sus <strong>de</strong>seos, volvió para informar a Valancourt <strong>de</strong> lo sucedido. La<br />

sorpresa no fue la emoción predominante al enterarse <strong>de</strong> <strong>los</strong> rápidos esponsales; y, cuando oyó que serían <strong>los</strong> responsables <strong>de</strong>l retraso <strong>de</strong> <strong>los</strong> suyos y que todos <strong>los</strong> ornamentos <strong>de</strong>l castillo, que ya habían sido<br />

preparados para el día <strong>de</strong> su boda con Emily, <strong>de</strong>berían ser <strong>de</strong>gradados para la celebración <strong>de</strong> la <strong>de</strong> madame Montoni, pesadumbre e indignación le agitaron alternativamente. No pudo ocultar ninguno a <strong>los</strong> ojos<br />

<strong>de</strong> Emily, cuyos esfuerzos fueron inútiles para arrancarle <strong>de</strong> aquellas serias emociones o para hacerle reír <strong>de</strong> las temerosas consi<strong>de</strong>raciones que le asaltaron. Cuando se marchó había una ternura especial en sus<br />

maneras que la afectaron profundamente, incluso lloró cuando lo vio <strong>de</strong>saparecer por la terraza, aunque no supiera exactamente por qué lo hacía.<br />

Montoni tomó posesión <strong>de</strong>l castillo y <strong>de</strong>l mando sobre sus habitantes, con la tranquilidad <strong>de</strong>l hombre que hace tiempo que lo consi<strong>de</strong>ra suyo. Su amigo Cavigni, que había sido extremadamente servicial al<br />

rendir a madame Cheron las atenciones y lisonjas que requería, pero que en ocasiones se revolvía contra Montoni, pasó a instalarse en el castillo y a recibir <strong>de</strong> <strong>los</strong> criados una obediencia igual que el amo <strong>de</strong> la<br />

mansión.<br />

A <strong>los</strong> pocos días, como había prometido, madame Montoni ofreció una fiesta magnífica a numerosos invitados, entre <strong>los</strong> que se encontraba Valancourt; pero a la que madame Clairval se excusó por no<br />

asistir. Hubo concierto, baile y cena. Valancourt fue, naturalmente, la pareja <strong>de</strong> Emily, y aunque cuando miraba la <strong>de</strong>coración <strong>de</strong> las habitaciones, no podía evitar que había sido diseñada para otras festivida<strong>de</strong>s<br />

distintas <strong>de</strong> las que celebraban, se tranquilizó pensando que sólo pasaría un breve tiempo antes <strong>de</strong> que sirvieran para su <strong>de</strong>stino original. Durante la tar<strong>de</strong>, madame Montoni bailó, rió y habló incesantemente,<br />

mientras Montoni, silencioso, reservado y con cierta arrogancia, se mostró aburrido con la fiesta y con la frívola concurrencia que habían reunido.<br />

Fue la primera y la última ofrecida para celebrar sus esponsales. Montoni, aunque la severidad <strong>de</strong> su carácter y la tenebrosidad <strong>de</strong> su orgullo le impedían participar <strong>de</strong> tales fiestas, estaba extremadamente<br />

dispuesto a promocionarlas. Raramente podía encontrarse un hombre <strong>de</strong> mayor comprensión que él; las ventajas <strong>de</strong> tales reuniones, <strong>de</strong> las conexiones que podía obtener <strong>de</strong> ellas estaban, en consecuencia, <strong>de</strong> su<br />

parte, y sabiendo, como sabía, <strong>los</strong> propósitos orgul<strong>los</strong>os por <strong>los</strong> que normalmente se asistía a ellas, no tenía objeción alguna que poner a medir su ingenio por el disimuló' con cualquier competidor. Pero su<br />

esposa, que cuando se trataba <strong>de</strong> su propio interés tenía a veces más discernimiento que vanidad, adquirió conciencia <strong>de</strong> su inferioridad frente a otra mujeres, en lo que se refiere a atracción personal, lo que,<br />

unido a sus ce<strong>los</strong> naturales al <strong>de</strong>scubrirlo, contuvo su anterior disposición para asistir a todas las fiestas que podían brindarles Toulouse. Ahora que tenía, como suponía, el afecto <strong>de</strong> un marido que podía per<strong>de</strong>r,<br />

no tenía motivos para <strong>de</strong>scubrir la verdad no <strong>de</strong>seada y que nunca le había preocupado. Se opuso a la inclinación <strong>de</strong> su marido por estar acompañado con mayor <strong>de</strong>cisión, porque creyó que era muy bien<br />

recibido en la sociedad femenina <strong>de</strong>l lugar, como le había parecido anteriormente cuando la cortejaba.<br />

Sólo habían pasado unas pocas semanas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el matrimonio, cuando madame Montoni informó a Emily que el signor planeaba regresar a Italia tan pronto como lo permitieran las necesarias preparaciones<br />

para un viaje tan largo.<br />

—Iremos a Venecia —dijo—, don<strong>de</strong> el signor tiene una gran mansión, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí a sus propieda<strong>de</strong>s en Toscana. ¿Por qué has puesto ese gesto tan serio Tú, a quien tanto agrada un país romántico y las<br />

vistas hermosas, estarás encantada con este viaje.<br />

—¿Queréis <strong>de</strong>cir, señora, que viajaré también —dijo Emily, con extrema sorpresa y emoción.<br />

—Ciertamente —replicó su tía—. ¿Cómo pue<strong>de</strong>s imaginar que te íbamos a <strong>de</strong>jar aquí Pero ya veo que estás pensando en el chevalier. Creo que aún no ha sido informado <strong>de</strong>l viaje, pero no tardará en<br />

saberlo. El signor Montoni ha ido a comunicárselo a madame Clairval y a <strong>de</strong>cirle que a partir <strong>de</strong> este momento no se volverá a pensar en las propuestas conexiones entre las familias.<br />

El tono carente <strong>de</strong> sentimientos con que madame Montoni informó a su sobrina <strong>de</strong> que <strong>de</strong>bía separarse, tal vez para siempre, <strong>de</strong>l hombre con el que se había propuesto estar unida para toda la vida, se sumó<br />

a la <strong>de</strong>solación con la que, en cualquier caso, habría recibido aquella noticia. Cuando pudo hablar, preguntó por <strong>los</strong> motivos <strong>de</strong>l inesperado cambio <strong>de</strong> <strong>los</strong> sentimientos <strong>de</strong> madame hacia Valancourt, pero la<br />

única réplica que obtuvo fue que el signor había prohibido aquella relación, consi<strong>de</strong>rando que era muy inferior a lo que Emily podía esperar razonablemente.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!