04.01.2015 Views

radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Entonces, según voy por la ilusión azul,<br />

su esplendor parcial <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi mirada atenta<br />

se sume en la profundidad <strong>de</strong>l espacio; mi único guía,<br />

su empali<strong>de</strong>cido rayo, asomando en el cielo más lejano,<br />

conserva esa dulce y amorosa melodía <strong>de</strong> horas más alegres,<br />

cuya <strong>de</strong>nsidad prolonga mi voz en notas mortecinas,<br />

mientras <strong>los</strong> mortales en la tierra ver<strong>de</strong> poseen sus po<strong>de</strong>res,<br />

cuando flota en el viento <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>.<br />

Cuando por el oeste se oculta el último rayo <strong>de</strong>l sol,<br />

según se va cansado al mundo inferior,<br />

y las cumbres <strong>de</strong> las montañas reciben el rayo púrpura,<br />

y el océano tranquilo brilla cada vez más tenue,<br />

sorprendo el silencio en la ancha sombra <strong>de</strong>l globo,<br />

y sobre su césped seco se <strong>de</strong>rrama el fresco rocío,<br />

y sobre la hierba enfebrecida y <strong>los</strong> nidos florecidos<br />

vierten todas sus fragancias por el aire.<br />

Vaya a don<strong>de</strong> vaya, reina un <strong>de</strong>leite tranquilo;<br />

transmito por todo el paisaje oscuros matices,<br />

que <strong>los</strong> montes agrestes y las montañas, extensas llanuras<br />

y ciuda<strong>de</strong>s habitadas, mezclan en suave confusión.<br />

Sobre el ancho mundo, mezo el aire refrescante,<br />

alentando a través <strong>de</strong> <strong>los</strong> bosques y <strong>de</strong>l valle sombrío,<br />

en suaves murmul<strong>los</strong>, que enamoran la mente pensativa<br />

<strong>de</strong> él, al que le gusta saludar mis pasos solitarios.<br />

¡Me gusta oír su tierna dulzaina,<br />

extendiendo su dulzura sobre algún riachuelo <strong>de</strong> la llanura,<br />

o aplacando las olas <strong>de</strong>l océano, cuando se acerca la tormenta,<br />

o <strong>de</strong>slizándose en la brisa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la colina lejana!<br />

Despierto a <strong>los</strong> elfos, que esquivan la luz;<br />

cuando, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus camas en <strong>los</strong> capul<strong>los</strong>, curiosean,<br />

y espían mi pálida estrella, que conduce la noche,<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sus juegos y brincan <strong>de</strong> gozo.<br />

Envían al aire todas las fragancias prisioneras,<br />

que dormitan con el<strong>los</strong> en el seno <strong>de</strong> las flores;<br />

<strong>de</strong>spués a las playas y arroyos a la luz <strong>de</strong> la luna, las restituyen,<br />

hasta que las altas alondras entonan su canción <strong>de</strong> la mañana.<br />

Las ninfas <strong>de</strong>l bosque saludan mis arias y mo<strong>de</strong>rada sombra,<br />

con cantinelas suaves y danzas ligeras y retozonas,<br />

en la margen <strong>de</strong>l río <strong>de</strong> algún cla ro frondoso,<br />

y rocían sus frescos capul<strong>los</strong> al acercarse mis pasos.<br />

Pero paso rauda, y recorro regiones distantes,<br />

ya que <strong>los</strong> rayos plateados <strong>de</strong> la luna cubren todo el este,<br />

y el último vestigio rojizo <strong>de</strong>l día <strong>de</strong>saparece rápido;<br />

por la pendiente <strong>de</strong>l oeste escapo <strong>de</strong> la mortaja <strong>de</strong> medianoche.<br />

La luna se elevaba por encima <strong>de</strong>l mar. Contempló su avance gradual, la línea extendida y radiante que lanzaba sobre las aguas, el salpicar <strong>de</strong> <strong>los</strong> remos, <strong>los</strong> barcos ligeramente plateados, y las copas <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

árboles y <strong>los</strong> muros <strong>de</strong> la atalaya, a cuyo pie se había sentado, teñidos por <strong>los</strong> rayos. El ánimo <strong>de</strong> Emily armonizaba con la escena. Según meditaba, le llegaron unos sonidos en el aire que reconoció <strong>de</strong> inmediato<br />

como la voz y la música que había oído anteriormente a medianoche, y la emoción que sintió se mezclaba con el temor al consi<strong>de</strong>rar su situación remota y solitaria. Los sonidos se acercaron. Se habría levantado<br />

para abandonar el lugar, pero parecían proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l camino que tenía que tomar para dirigirse al castillo y se quedó esperando <strong>los</strong> acontecimientos con expectación temblorosa; continuaron acercándose durante<br />

algún tiempo y <strong>de</strong>spués cesaron. Emily se quedó escuchando, tratando <strong>de</strong> ver en la oscuridad e incapaz <strong>de</strong> moverse, cuando vio una figura que emergía <strong>de</strong> la sombra <strong>de</strong>l bosque pasar por la ribera a poca<br />

distancia, por <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> ella, y su espíritu se vio tan conmovido que no pudo distinguirlo.<br />

Tras abandonar el lugar con la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> no volver nunca a visitarlo sola a hora tan avanzada, se aproximó al castillo. Oyó voces que la llamaban <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una parte <strong>de</strong>l bosque que estaba más cerca <strong>de</strong>l<br />

mismo. Eran <strong>los</strong> gritos <strong>de</strong> <strong>los</strong> criados <strong>de</strong>l con<strong>de</strong>, que había enviado a buscarla, y, cuando entró en el comedor, en el que estaba sentado con Henri y Blanche, le dirigió una mirada <strong>de</strong> reproche, que la hizo<br />

enrojecer porque la merecía. Lo sucedido la impresionó profundamente y, cuando se retiró a su habitación, recordó las extrañas circunstancias <strong>de</strong> las que había sido testigo unas noches antes y casi no tuvo<br />

coraje para quedarse sola. Se mantuvo <strong>de</strong>spierta hasta muy tar<strong>de</strong>, pero al no presentarse ruido alguno que renovara sus temores, consiguió, finalmente, hundirse en el <strong>de</strong>scanso. Pero no fue por mucho tiempo,<br />

porque le <strong>de</strong>spertó un ruido fuerte y <strong>de</strong>sconocido que parecía proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l pasillo con el que comunicaba su habitación. Oyó claramente unos gemidos, e inmediatamente <strong>de</strong>spués, un peso muerto que caía<br />

contra la puerta con tal violencia que parecía que iba a abrirla. Gritó preguntando quién era, pero no recibió contestación, aunque, a interva<strong>los</strong>, le pareció que oía algo como un lamento en tono muy bajo. El<br />

miedo la privó <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> movimiento. Poco <strong>de</strong>spués oyó pasos en un extremo <strong>de</strong>l pasillo, y, según se acercaban, gritó más fuerte que antes, hasta que se <strong>de</strong>tuvieron ante su puerta. Distinguió entonces las<br />

voces <strong>de</strong> varios <strong>de</strong> <strong>los</strong> criados, que parecían <strong>de</strong>masiado ocupados por algo que sucedía fuera para aten<strong>de</strong>r sus llamadas; pero Annette entró al momento en la habitación en busca <strong>de</strong> agua. Emily supo que una<br />

<strong>de</strong> las criadas se había <strong>de</strong>smayado, por lo que manifestó inmediatamente su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> que la pasaran a su habitación, don<strong>de</strong> la ayudó a recobrarse. Cuando la muchacha recuperó el habla, afirmó que según<br />

pasaba por la escalera trasera, camino <strong>de</strong> su habitación, había visto una aparición en el rellano superior. Llevaba la lámpara baja, ya que había varios escalones rotos, y al levantar la vista, vio la aparición. Se<br />

mantuvo en un esquinazo <strong>de</strong>l rellano, al que ella se dirigía, y <strong>de</strong>spués, escurriéndose por las escaleras, <strong>de</strong>sapareció por la puerta <strong>de</strong> una habitación que estaba abierta, y <strong>de</strong>spués oyó un extraño sonido.<br />

—Eso quiere <strong>de</strong>cir que el <strong>de</strong>monio tiene una llave —dijo Dorothée—, porque no pue<strong>de</strong> tratarse <strong>de</strong> nadie que no sea él. ¡Yo misma eché la llave a esa puerta!<br />

La muchacha, corriendo por las escaleras y cruzando hacia la principal, había llegado hasta el pasillo, don<strong>de</strong> cayó gimiendo ante la puerta <strong>de</strong> Emily.<br />

Reprimiéndola suavemente por la alarma que había <strong>de</strong>spertado, Emily trató <strong>de</strong> que se avergonzara <strong>de</strong> sus temores, pero la muchacha insistía en que había visto una aparición, hasta que fue llevada a su<br />

cuarto, acompañada por todas las criadas presentes, excepto por Dorothée, quien, a petición <strong>de</strong> Emily, permaneció con ella durante la noche. Emily estaba perpleja y Dorothée aterrorizada y comentando cosas<br />

que habían sucedido en otros tiempos, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía años confirmaron sus supersticiones. Entre ellas, conforme a su creencia, había sido testigo una vez <strong>de</strong> una aparición como la que acababa <strong>de</strong> <strong>de</strong>scribir, y<br />

en el mismo lugar. Fue su recuerdo lo que la hizo <strong>de</strong>tenerse cuando iba a subir las escaleras con Emily, y lo que la habían hecho dudar antes <strong>de</strong> abrir las habitaciones <strong>de</strong>l lado norte. Cualesquiera que fueran las<br />

opiniones <strong>de</strong> Emily, no las <strong>de</strong>jó traslucir, pero escuchó atentamente todo lo que <strong>de</strong>cía Dorothée, lo que le ocasionó profundas consi<strong>de</strong>raciones y perplejidad.<br />

Des<strong>de</strong> aquella noche el terror <strong>de</strong> <strong>los</strong> criados aumentó <strong>de</strong> tal modo que algunos <strong>de</strong> el<strong>los</strong> <strong>de</strong>cidieron abandonar el castillo y solicitaron al con<strong>de</strong> ser relevados. Si el con<strong>de</strong> tuvo alguna fe en el tema <strong>de</strong> su<br />

preocupación, consi<strong>de</strong>ró más propio <strong>de</strong>smentirla, y <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> evitar <strong>los</strong> inconvenientes que le amenazaban, lo consi<strong>de</strong>ró primero ridículo, y <strong>de</strong>spués argumentó para convencerles <strong>de</strong> que no tenían nada que<br />

temer <strong>de</strong> carácter sobrenatural. Pero el miedo había hecho que sus mentes fueran inaccesibles a la razón. Ludovico dio pruebas una vez más <strong>de</strong> su coraje y <strong>de</strong> su gratitud por las amabilida<strong>de</strong>s que había recibido<br />

<strong>de</strong>l con<strong>de</strong> y se ofreció a vigilar durante la noche las habitaciones que se consi<strong>de</strong>raban embrujadas. Dijo que no temía a <strong>los</strong> espíritus y que si alguna forma humana aparecía, <strong>de</strong>mostraría que las temía aún menos.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!