04.01.2015 Views

radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Annette. Cuando miró otra vez por la habitación y recordó <strong>de</strong>terminadas circunstancias, <strong>los</strong> temores la invadieron <strong>de</strong> nuevo y dudó.<br />

—Creo que no <strong>de</strong>bo pedirte que te que<strong>de</strong>s hasta que me duerma —dijo—, porque me temo que pasará mucho tiempo hasta que lo consiga.<br />

—Eso creo, ma<strong>de</strong>moiselle —dijo Annette.<br />

—Pero, antes <strong>de</strong> que te marches —prosiguió Emily—, tengo que hacerte una pregunta. ¿Se habían separado el signor Montoni y el con<strong>de</strong> Morano cuando te dispusiste a Egresar<br />

—No, seguían juntos.<br />

—¿Has estado en las habitaciones <strong>de</strong> mi tía durante ese tiempo<br />

—No. Llamé a la puerta al pasar, pero estaba cerrada. Pensé que mi señora se había ido a la cama.<br />

—¿Entonces quién estaba con tu señora hace un momento —dijo Emily, olvidando, por sorpresa, su habitual pru<strong>de</strong>ncia.<br />

—Nadie, creo —replicó Annette—, nadie ha estado con ella <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que os <strong>de</strong>jé.<br />

Emily no hizo más alusiones al asunto, y tras una lucha interior con sus miedos imaginarios, prevaleció su buen carácter sobre el<strong>los</strong> y <strong>de</strong>spidió a Annette. Se quedó sentada pensando en su situación y en la <strong>de</strong><br />

madame Montoni, hasta que su mirada se posó en la miniatura que había encontrado tras la muerte <strong>de</strong> su padre, entre <strong>los</strong> papeles que le había or<strong>de</strong>nado <strong>de</strong>struir. Estaba sobre la mesa, ante ella, con algunos<br />

dibujos, don<strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>jó al sacar<strong>los</strong> <strong>de</strong> una caja unas horas antes. Su contemplación le <strong>de</strong>spertó numerosos recuerdos, pero la dulzura melancólica <strong>de</strong> aquel rostro calmó sus emociones. Era el mismo aspecto <strong>de</strong>l<br />

rostro <strong>de</strong> su padre <strong>de</strong>saparecido y, mientras lo contemplaba, imaginó que tenían un parecido. Pero su tranquilidad fue interrumpida bruscamente cuando recordó las palabras <strong>de</strong>l manuscrito que había<br />

encontrado con aquel retrato y que le <strong>de</strong>spertaron entonces tantas dudas y temores. Consiguió, finalmente, <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> su ensoñación, a la que le habían conducido <strong>los</strong> recuerdos, pero, cuando se levantó<br />

para <strong>de</strong>svestirse, el silencio y la soledad que la envolvía en medio <strong>de</strong> la noche, ya que no se oía ni un solo ruido, conspiró con la impresión que le había producido el tema en el que había estado pensando y con<br />

las insinuaciones <strong>de</strong> Annette en relación con su habitación, aunque eran mínimas, que no habían <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> afectarla, puesto que se vieron seguidas <strong>de</strong>l espectáculo horroroso <strong>de</strong>l que había sido testigo,<br />

precisamente en una cámara bien próxima a la suya.<br />

La puerta que conducía a la escalera era, tal vez, un tema para una preocupación más razonable. Le surgió la i<strong>de</strong>a, tal vez <strong>de</strong>bido al miedo <strong>de</strong> que aquella escalera podría conducir a la habitación cuyo<br />

recuerdo le hacía temblar. Decidió no <strong>de</strong>svestirse y dormir con su ropa, con el perro <strong>de</strong> su <strong>de</strong>saparecido padre, el leal Manchon, a <strong>los</strong> pies <strong>de</strong> la cama, al que consi<strong>de</strong>raba como una especie <strong>de</strong> guardián.<br />

Todas aquellas circunstancias, que trató <strong>de</strong> borrar <strong>de</strong> su mente, no la abandonaron, y oyó las campanadas <strong>de</strong> las dos en el reloj <strong>de</strong>l castillo antes <strong>de</strong> quedarse dormida.<br />

No tardó en <strong>de</strong>spertarse <strong>de</strong> su dormitar por un ruido que parecía proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la misma habitación. Aunque escuchó atentamente, sólo percibió el más absoluto silencio, lo que la inclinó a creer que había<br />

<strong>de</strong>spertado por algún sonido <strong>de</strong> su sueño y apoyó la cabeza en la almohada.<br />

Volvió a oír el ruido. Parecía proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la parte <strong>de</strong> la habitación que comunicaba con la escalera y recordó al instante la extraña circunstancia <strong>de</strong> que la puerta hubiera sido cerrada durante la noche<br />

anterior por una mano <strong>de</strong>sconocida. Su corazón comenzó a latir con fuerza. Se incorporó en la cama y apartando suavemente las cortinas, miró hacia la puerta que conducía a la escalera, pero la lámpara, que<br />

ardía en el suelo, lanzaba una luz tan débil que <strong>los</strong> extremos <strong>de</strong> la habitación se perdían en las sombras. Sin embargo, el ruido, que estaba convencida <strong>de</strong> que procedía <strong>de</strong> la puerta, continuó. Parecía hecho al<br />

tratar <strong>de</strong> correr un cerrojo oxidado; se <strong>de</strong>tenía con frecuencia y volvía <strong>de</strong> nuevo, con suavidad, como si la mano que lo ocasionaba se viera <strong>de</strong>tenida por temor a ser <strong>de</strong>scubierta. Emily tenía <strong>los</strong> ojos fijos en<br />

aquel lugar y vio que la puerta se movía, abriéndose lentamente, percibiendo que algo entraba en la habitación, pero la extrema oscuridad le impedía distinguir <strong>de</strong> qué se trataba. Casi <strong>de</strong>smayada por el miedo<br />

consiguió dominarse y contener el grito que se escapaba <strong>de</strong> sus labios. Dejó caer la cortina que sostenía con la mano y continuó observando en silencio <strong>los</strong> movimientos <strong>de</strong> la forma <strong>misterios</strong>a que venía. Estaba<br />

avanzando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la lejana oscuridad <strong>de</strong> la habitación, <strong>de</strong>spués se <strong>de</strong>tuvo. Al acercarse a la chimenea comprobó que se trataba <strong>de</strong> una figura humana. Un cierto parecido le hizo creer que le reconocía y casi<br />

perdió <strong>los</strong> últimos débiles esfuerzos <strong>de</strong> su ánimo. Siguió observando a la figura que se quedaba inmóvil por momentos, avanzando luego lentamente hacia la cama, situándose silenciosamente a sus pies, don<strong>de</strong> las<br />

cortinas, un poco abiertas, le permitían seguir mirando. Sin embargo, el terror le había hecho per<strong>de</strong>r la posibilidad <strong>de</strong> distinguirle.<br />

Tras unos momentos, la forma se alejó hacia la chimenea, cogió la lámpara y recorrió la habitación, avanzando <strong>de</strong> nuevo hacia la cama. La luz <strong>de</strong>spertó al perro, que dormía a <strong>los</strong> pies <strong>de</strong> Emily, y ladró con<br />

fuerza. Saltando al suelo, se lanzó sobre el <strong>de</strong>sconocido, que golpeó al animal con la vaina <strong>de</strong> la espada, y se acercó a la cama. Emily le reconoció. ¡El con<strong>de</strong> Morano!<br />

Se quedó contemplándole sin po<strong>de</strong>r musitar palabra, mientras él, poniéndose <strong>de</strong> rodillas al lado <strong>de</strong> la cama, le suplicó que no temiera nada, y tras <strong>de</strong>jar la espada trató <strong>de</strong> cogerle la mano, cuando las<br />

faculta<strong>de</strong>s que el terror había anulado, volvieron inesperadamente y pudo saltar <strong>de</strong> la cama, vestida gracias a sus proféticos temores.<br />

Morano se levantó y la siguió hasta la puerta por la que había entrado y cogió su mano en el momento en que ella llegaba al comienzo <strong>de</strong> la escalera, no sin que antes <strong>de</strong>scubriera, a la luz <strong>de</strong> la lámpara, a<br />

otro hombre a medio camino <strong>de</strong> <strong>los</strong> escalones. Dio un grito <strong>de</strong>sesperado, creyéndose entregada por Montoni y sin posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> escapar.<br />

El con<strong>de</strong>, que seguía sosteniendo su mano, la hizo regresar a la habitación.<br />

—¿A qué viene ese terror —dijo con voz temblorosa—. Escuchadme, Emily. No he venido para asustaros, no, ¡el cielo lo sabe!, os amo <strong>de</strong>masiado, <strong>de</strong>masiado para mi propia tranquilidad.<br />

Emily le miró un momento, llena <strong>de</strong> temores y <strong>de</strong> dudas.<br />

—Entonces, <strong>de</strong>jadme señor —dijo—, <strong>de</strong>jadme ahora mismo.<br />

—Escuchadme, Emily —continuó Morano—, ¡escuchadme!, os amo y estoy <strong>de</strong>sesperado, sí, <strong>de</strong>sesperado. ¿Cómo puedo miraros y saber que tal vez lo hago por última vez, sin sufrir todas las angustias <strong>de</strong><br />

la <strong>de</strong>sesperación Pero no me quedaré así, seréis mía, a pesar <strong>de</strong> Montoni y <strong>de</strong> todas sus villanías.<br />

—¡A pesar <strong>de</strong> Montoni! —exclamó Emily—, ¿qué queréis <strong>de</strong>cir<br />

—Montoni es un villano —exclamó Morano con vehemencia—, ¡un villano que os habría vendido a mi amor! ¡Que...!<br />

—¿Y lo es menos quien me habría comprado —dijo Emily, fijando en el con<strong>de</strong> una mirada <strong>de</strong> calma <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñosa—. Salid <strong>de</strong> la habitación, señor, al instante —continuó con la voz temblorosa por el miedo y<br />

el júbilo—, o <strong>de</strong>spertaré a mi familia y recibiréis la venganza <strong>de</strong>l signor Montoni, a quien he suplicado vanamente su piedad —pero Emily sabía que era difícil que la oyeran <strong>los</strong> que podían protegerla.<br />

—No <strong>de</strong>béis tener esperanza alguna <strong>de</strong> su piedad —dijo Morano—, me ha usado <strong>de</strong> modo infamante y mi venganza le perseguirá. Y para vos, Emily, para vos, tiene planes más beneficiosos que este<br />

último, no lo dudéis.<br />

El rayo <strong>de</strong> esperanza que había hecho revivir las primeras palabras <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> se veía extinguido por las últimas y, mientras el rostro <strong>de</strong> Emily traicionaba las emociones <strong>de</strong> su interior, él se dispuso a<br />

aprovecharse <strong>de</strong> la ventaja <strong>de</strong> su <strong>de</strong>scubrimiento.<br />

—Estoy perdiendo el tiempo —dijo—, no he venido para manifestarme contra Montoni, sino para solicitaros, para pedir a Emily; para comunicarle todo lo que sufro, para suplicarle que me libre <strong>de</strong> mi<br />

<strong>de</strong>sesperación y que ella se vea libre <strong>de</strong> su <strong>de</strong>strucción. ¡Emily!, <strong>los</strong> planes <strong>de</strong> Montoni son inescrutables, pero, os lo aviso, son terribles; carece <strong>de</strong> principios cuando el interés o la ambición son sus guías.<br />

¿Puedo amaros y abandonaros a su po<strong>de</strong>r Huid, entonces, huid <strong>de</strong> esta siniestra prisión, con un amante que os adora. He sobornado a un sirviente <strong>de</strong>l castillo para que abra las puertas y antes <strong>de</strong> que<br />

amanezca estaremos bien lejos, camino <strong>de</strong> Venecia.<br />

Emily, sobreponiéndose a la impresión que acababa <strong>de</strong> recibir, cuando se había abierto la esperanza a días mejores, pensó <strong>de</strong>spués que la <strong>de</strong>strucción la ro<strong>de</strong>aba por todas partes. Incapaz <strong>de</strong> replicar y casi<br />

<strong>de</strong> pensar, se <strong>de</strong>jó caer en un sillón, pálida y sin aliento. Que Montoni la hubiera vendido a Morano anteriormente era muy probable; que hubiera retirado <strong>de</strong>spués su consentimiento al matrimonio era evi<strong>de</strong>nte<br />

por la conducta <strong>de</strong>l con<strong>de</strong>, y era casi tan cierto que algún plan <strong>de</strong> mayor interés tenía que haber inducido el egoísmo <strong>de</strong> Montoni para cambiar un proyecto que había perseguido con tanto empeño. Estas<br />

consi<strong>de</strong>raciones la hicieron temblar ante las insinuaciones que acababa <strong>de</strong> manifestar Morano, que ya no dudaba en creer, y mientras se veía abatida por las nuevas amenazas <strong>de</strong> <strong>de</strong>sgracia y opresión que podían<br />

esperarla en el castillo <strong>de</strong><br />

Udolfo, <strong>de</strong>dujo que la única posibilidad <strong>de</strong> escapar era someterse a la protección <strong>de</strong> aquel hombre, con el que males más ciertos y no menos terribles podían amenazarla, males sobre <strong>los</strong> que no podía<br />

<strong>de</strong>tenerse ni un instante.<br />

Su silencio, aunque era el <strong>de</strong> la agonía, alentó las esperanzas <strong>de</strong> Morano, que observaba su rostro con impaciencia. Cogió <strong>de</strong> nuevo la mano <strong>de</strong> Emily, y apretándola contra su corazón la instó a que se<br />

<strong>de</strong>cidiera inmediatamente.<br />

—Cada minuto que perdamos hará nuestra marcha más peligrosa —dijo—, esos pocos momentos perdidos pue<strong>de</strong>n permitir que Montoni nos alcance.<br />

—Os lo imploro, señor, guardad silencio —dijo Emily en tono <strong>de</strong>smayado—. Estoy <strong>de</strong>sesperada y <strong>de</strong>sesperada <strong>de</strong>bo quedarme. Marchaos, os lo or<strong>de</strong>no, abandonadme a mi <strong>de</strong>stino.<br />

—¡Nunca! —exclamó el con<strong>de</strong> vehementemente—, ¡antes pereceré! ¡Perdonad mi violencia!, la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> per<strong>de</strong>ros me enloquece. No podéis <strong>de</strong>sconocer el carácter <strong>de</strong> Montoni, aunque ignoréis sus planes.<br />

Pero no, no <strong>de</strong>be ser así. De otro modo no dudaríais entre mi amor y sus po<strong>de</strong>res.<br />

—No dudo —dijo Emily.<br />

—Entonces, marchémonos —dijo Morano, besando apasionadamente su mano y poniéndose en pie—, mi carruaje espera al pie <strong>de</strong> <strong>los</strong> muros <strong>de</strong>l castillo.<br />

—Me habéis entendido mal, señor —dijo Emily—, permitidme que os agra<strong>de</strong>zca vuestro interés en mi bienestar y que <strong>de</strong>cida por mí misma. Continuaré bajo la protección <strong>de</strong>l signor Montoni.<br />

—¡Bajo su protección! —exclamó Morano orgul<strong>los</strong>amente—, ¡su protección! Emily, ¿por qué os <strong>de</strong>jáis engañar, ya os he dicho lo que podéis esperar <strong>de</strong> su protección.<br />

—Perdonadme, señor, si en este momento dudo <strong>de</strong> las afirmaciones y, para convencerme, necesito algún tipo <strong>de</strong> pruebas.<br />

—No tengo ni tiempo, ni medios para aportaros pruebas —replicó el con<strong>de</strong>.<br />

—Ni yo tendría, señor, <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> escucharlas, si las tuvierais.<br />

—Estáis jugando con mi paciencia y con mi <strong>de</strong>sesperación —continuó Morano—. ¿Es tan terrible ante vuestros ojos el matrimonio con un hombre que os adora, que preferís toda la miseria a la que<br />

Montoni pue<strong>de</strong> con<strong>de</strong>naros en esta remota prisión Algún <strong>de</strong>sventurado <strong>de</strong>be haber robado el afecto que <strong>de</strong>bería ser mío, o no podríais insistir tan obstinadamente en rehusar una oferta que os colocaría más<br />

allá <strong>de</strong>l alcance <strong>de</strong> la opresión. —Morano paseó por la habitación con pasos rápidos y aire inquieto.<br />

—Ese comentario, con<strong>de</strong> Morano, prueba suficientemente que mis afectos no pue<strong>de</strong>n ser vuestros —dijo Emily con suavidad—, y esa conducta, que no estaría más allá <strong>de</strong>l alcance <strong>de</strong> la opresión mientras<br />

permaneciera en vuestro po<strong>de</strong>r. Si <strong>de</strong>seáis que piense <strong>de</strong> otro modo, <strong>de</strong>jad <strong>de</strong> presionarme con vuestra presencia. Si rehusáis a hacerlo, me obligaréis a exponeros al resentimiento <strong>de</strong>l signor Montoni.<br />

—Sí, hacedle venir —exclamó Morano furioso—, y que conozca mi resentimiento. Haced que se enfrente, una vez más, al hombre al que ha injuriado tan cobar<strong>de</strong>mente; el peligro pue<strong>de</strong> que le enseñe<br />

moralidad y la venganza justicia. ¡Hacedle venir y recibirá mi espada en el corazón!

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!