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radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

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indicándole que regresaba al convento, al que se retiró al día siguiente por la tar<strong>de</strong>. Monsieur Du Pont, altamente afectado, la vio marchar, mientras el con<strong>de</strong> trataba <strong>de</strong> animarle con la esperanza <strong>de</strong> que Emily le<br />

mirara alguna vez con inclinación más favorable.<br />

Emily se alegró <strong>de</strong> encontrarse una vez más en el tranquilo retiro <strong>de</strong>l convento, don<strong>de</strong> recibió renovadas todas las amabilida<strong>de</strong>s maternales <strong>de</strong> la aba<strong>de</strong>sa y las fraternas atenciones <strong>de</strong> las monjas. Ya habían<br />

recibido noticia <strong>de</strong> <strong>los</strong> acontecimientos extraordinarios ocurridos en el castillo y, tras la cena, la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> su llegada, ése fue el tema <strong>de</strong> conversación en el salón <strong>de</strong>l convento, don<strong>de</strong> le pidieron que contara<br />

algunos <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> aquel hecho sorpren<strong>de</strong>nte. Emily tuvo mucha precaución y relató brevemente algunas <strong>de</strong> las circunstancias referidas a Ludovico, cuya <strong>de</strong>saparición, según coincidieron unánimemente, había<br />

sido provocada por causas sobrenaturales.<br />

—Hace tanto tiempo que existe la creencia <strong>de</strong> que el castillo está embrujado —dijo una monja llamada hermana Frances—, que me sorprendí al oír que el con<strong>de</strong> tenía la temeridad <strong>de</strong> habitarlo. Me temo<br />

que su anterior propietario tenía algún peso en la conciencia; esperemos que las virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l actual le preserven <strong>de</strong>l castigo <strong>de</strong>bido a <strong>los</strong> errores <strong>de</strong>l anterior, si efectivamente era un criminal.<br />

—¿De qué crimen era sospechoso —dijo ma<strong>de</strong>moiselle Fey<strong>de</strong>au, una interna <strong>de</strong>l convento.<br />

—¡Recemos por su alma! —dijo una monja, que hasta entonces había estado sentada atenta y silenciosa—, si era un criminal, su castigo en este mundo fue suficiente.<br />

Había una mezcla <strong>de</strong> solemnidad y <strong>de</strong> fortaleza en su tono al <strong>de</strong>cirlo que afectó profundamente a Emily, pero ma<strong>de</strong>moiselle repitió la pregunta, sin advertir el aire solemne <strong>de</strong> la monja.<br />

—No me atreveré a presumir <strong>de</strong> saber cuál fue su crimen —replicó la hermana Frances—, pero oí muchas informaciones <strong>de</strong> naturaleza extraordinaria relativas al fallecido marqués De Villeroi, y, entre ellas,<br />

que, poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> su esposa, abandonó Chateau-le-Blanc y nunca regresó al mismo. Yo no estaba entonces aquí, por lo que sólo puedo mencionar lo que me dijeron, y han pasado tantos años<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> que murió la marquesa que pocas <strong>de</strong> nuestra hermandad, según creo, pue<strong>de</strong>n saber más.<br />

—Yo sí —dijo la monja que había hablado antes, llamada Agnes.<br />

—Entonces —dijo ma<strong>de</strong>moiselle Fey<strong>de</strong>au—, es posible que conozcáis las circunstancias que os permitan juzgar si fue o no un criminal, y cuál fue el crimen que se le imputó.<br />

—Así es —replicó la monja—, pero ¿quién se atreverá a escudriñar en mis pensamientos ¿Quién se atreverá a obligarme a expresar mi opinión Sólo Dios es su juez y él ya ha estado ante ese juez.<br />

Emily miró con sorpresa a la hermana Frances, que le <strong>de</strong>volvió un gesto significativo.<br />

—Sólo pedía vuestra opinión —dijo ma<strong>de</strong>moiselle Fey<strong>de</strong>au, con suavidad—, si el tema os <strong>de</strong>sagrada, lo <strong>de</strong>jaré.<br />

—¡Desagradarme! —dijo la monja con énfasis—, somos habladoras inconscientes; no pensamos el sentido <strong>de</strong> las palabras que <strong>de</strong>cimos; <strong>de</strong>sagradable es una palabra pobre. Me voy a rezar.<br />

Al <strong>de</strong>cir esto se levantó <strong>de</strong> su asiento y con un profundo suspiro abandonó la habitación.<br />

—¿Qué pue<strong>de</strong> significar todo esto —dijo Emily cuando se hubo marchado.<br />

—No hay nada extraordinario —replicó la hermana Frances—, lo hace con frecuencia; pero no hay intención alguna en lo que dice. Su mente está alterada en ocasiones. ¿No la habéis visto antes así<br />

—Nunca —dijo Emily—, a veces he pensado, es cierto, que en su mirada había algo <strong>de</strong> la melancolía <strong>de</strong> la locura, pero nunca lo advertí en sus palabras. ¡Pobrecilla, rezaré por ella!<br />

—Entonces vuestras oraciones, hija mía, se unirán a las nuestras —observó la madre aba<strong>de</strong>sa—, las necesita.<br />

—Querida señora —dijo ma<strong>de</strong>moiselle Fey<strong>de</strong>au, dirigiéndose a la aba<strong>de</strong>sa—, ¿qué opináis <strong>de</strong>l fallecido marqués Los extraños acontecimientos que han sucedido en el castillo han <strong>de</strong>spertado <strong>de</strong> tal modo<br />

mi curiosidad que me perdonaréis la pregunta. ¿A qué crimen imputado y a qué castigo aludía la hermana Agnes<br />

—Debemos ser caute<strong>los</strong>as al expresar nuestra opinión —dijo la aba<strong>de</strong>sa, con aire reservado y solemne—, <strong>de</strong>bemos ser cuidadosas al expresar nuestras opiniones en un tema tan <strong>de</strong>licado. No cargaré con<br />

la responsabilidad <strong>de</strong> manifestar que el fallecido marqués fuera un criminal o <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> qué crimen era sospechoso; pero, en relación con el castigo que ha insinuado nuestra hija Agnes, no tengo noticia <strong>de</strong> que<br />

lo sufriera. Probablemente se refería al que tan severamente exaspera la conciencia. ¡Tened cuidado, hijas mías, en no incurrir en tan terrible castigo, es el purgatorio <strong>de</strong> esta vida! Conocía bien a la fallecida<br />

marquesa, fue un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> vida en el mundo, ¡nuestra or<strong>de</strong>n sagrada no tendría que enrojecerse por copiar sus virtu<strong>de</strong>s! Nuestro santo convento recibió sus restos mortales. Su espíritu celestial ascendió, sin<br />

duda, a su santuario.<br />

Según hablaba la aba<strong>de</strong>sa se oyó la última campanada <strong>de</strong> vísperas y se levantó.<br />

—Vayamos, hijas mías —dijo—, e interce<strong>de</strong>d por <strong>los</strong> perversos; vayamos y confesemos nuestros pecados y tratemos <strong>de</strong> purificar nuestras almas para el cielo, al que ella se fue.<br />

Emily se sintió afectada por la solemnidad <strong>de</strong> esta exhortación y, recordando a su padre, se dijo: «El cielo, al que también él se ha ido», mientras contenía sus suspiros y seguía a la aba<strong>de</strong>sa y a las monjas a<br />

la capilla.

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