04.01.2015 Views

radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

C a p í t u l o V<br />

L<br />

¡Salve, grata y suave Soledad!<br />

Compañera <strong>de</strong>l sabio y <strong>de</strong>l bueno.<br />

El tuyo es el aliento reparador <strong>de</strong> la mañana,<br />

igual que nace la rosa inclinada por el rocío.<br />

Pero sobre todo, cuando la vista <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>cae,<br />

y el tenue paisaje se <strong>de</strong>svanece.<br />

El tuyo es <strong>de</strong>clive dudoso, suave,<br />

y la mejor hora <strong>de</strong> meditación, la tuya.<br />

a prohibición <strong>de</strong> Emily a Annette or<strong>de</strong>nándole que mantuviera silencio en las razones <strong>de</strong> su miedo no tuvo éxito, y <strong>los</strong> acontecimientos <strong>de</strong> la noche anterior se extendieron con gran alarma entre <strong>los</strong> criados<br />

que afirmaban que muchas veces habían oído ruidos <strong>de</strong>sconocidos en el castillo y no tardó en llegar al con<strong>de</strong> la noticia <strong>de</strong> que el lado norte estaba embrujado. Al principio se limitó a calificarlo <strong>de</strong> ridículo, pero,<br />

comprobando que estaba produciendo un mal grave por la confusión ocasionada entre el servicio, prohibió que se siguiera comentando bajo pena <strong>de</strong> castigo.<br />

La llegada <strong>de</strong> un grupo <strong>de</strong> amigos alejó pronto <strong>de</strong> sus pensamientos la preocupación por el tema, y sus criados, poco temerosos <strong>de</strong> lo que pudiera suce<strong>de</strong>r, sólo lo comentaban por las tar<strong>de</strong>s <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la<br />

cena, cuando se reunían en su comedor y se contaban historias <strong>de</strong> fantasmas hasta que temían incluso mirar por la habitación en la que se encontraban, y se sobresaltaban por el eco <strong>de</strong> alguna puerta que se<br />

cerraba en un pasillo y se negaban a ir so<strong>los</strong> a cualquier parte <strong>de</strong>l castillo.<br />

En estas ocasiones, Annette <strong>de</strong>stacaba por encima <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>más. Cuando contó no sólo todas las maravillas <strong>de</strong> las que había sido testigo, sino las que imaginó en el castillo <strong>de</strong> Udolfo, con la extraña<br />

<strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> la signora Laurentini, causó gran impresión en las mentes <strong>de</strong> su atenta audiencia. También habría <strong>de</strong>scubierto libremente todas sus sospechas relativas a Montoni, si Ludovico, que había entrado<br />

al servicio <strong>de</strong>l con<strong>de</strong>, no hubiera controlado con pru<strong>de</strong>ncia su locuacidad siempre que surgía el tema.<br />

Entre <strong>los</strong> visitantes al castillo estaba el barón <strong>de</strong> St. Foix, un viejo amigo <strong>de</strong>l con<strong>de</strong>, y su hijo, el chevalier St. Foix, un joven sensible y amable, que, tras haber conocido el año anterior a Blanche en París,<br />

había pasado a ser su admirador <strong>de</strong>clarado. La amistad que el con<strong>de</strong> mantenía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía tiempo con su padre y la igualdad en sus niveles sociales hizo que aprobara secretamente la conexión; pero, pensando<br />

que su hija era <strong>de</strong>masiado joven para elegir para toda la vida, y <strong>de</strong>seando comprobar la sinceridad y fortaleza <strong>de</strong>l afecto <strong>de</strong>l chevalier, rechazó su solicitud, aunque sin prohibir una futura esperanza. El joven<br />

venía con el barón, su padre, a reclamar el premio <strong>de</strong> su afecto mantenido, un reclamo que el con<strong>de</strong> admitió y que Blanche no rechazó.<br />

Mientras estuvieron estos visitantes, el castillo se convirtió en escenario <strong>de</strong> alegrías y esplendor. El pabellón <strong>de</strong>l bosque fue acondicionado y utilizado con frecuencia en <strong>los</strong> días claros como comedor, y las<br />

cenas concluían usualmente con conciertos en <strong>los</strong> que solían intervenir el con<strong>de</strong> y la con<strong>de</strong>sa, que eran gran<strong>de</strong>s intérpretes, y <strong>los</strong> chevalier Henri y St. Foix, con Blanche y Emily, cuyas voces y buen gusto<br />

compensaban el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> una interpretación más profesional. Algunos <strong>de</strong> <strong>los</strong> criados <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> tocaban las trompas y otros instrumentos, algunos <strong>de</strong> <strong>los</strong> cuales, colocados a poca distancia entre <strong>los</strong> árboles,<br />

producían una dulce respuesta a las armonías que procedían <strong>de</strong>l pabellón.<br />

En cualquier otro período <strong>de</strong> su vida aquellas fiestas habrían sido <strong>de</strong>liciosas para Emily, pero su ánimo se veía oprimido por una melancolía que comprendía que nada <strong>de</strong> lo que se llamaba entretenimiento<br />

tenía el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> disipar y que en ocasiones aumentaban las melodías <strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> conciertos, tiernas y con frecuencia patéticas, a un alto grado <strong>de</strong> pesadumbre.<br />

Le gustaba especialmente pasear por <strong>los</strong> bosques que se extendían por un promontorio sobre el mar. Su aspecto exuberante suavizaba su mente pensativa, y, en algunas <strong>de</strong> esas visitas, que alcanzaban hasta<br />

el Mediterráneo, con sus playas en círculo y barcos navegando, la tranquila belleza se veía unida a lo grandioso. Los sen<strong>de</strong>ros eran irregulares y con frecuencia estaban llenos <strong>de</strong> vegetación, pero su propietario<br />

no <strong>de</strong>seaba transformar<strong>los</strong> ni que se cortara una sola rama <strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> árboles venerables. En una elevación, situada en la parte más oculta <strong>de</strong>l bosque, había un asiento rústico, formado por un roble caído que<br />

había sido en otro tiempo un árbol noble y <strong>de</strong>l que muchas ramas seguían floreciendo entre <strong>los</strong> pinos que cubrían el lugar. Bajo la umbría, la vista se recreaba en las copas <strong>de</strong> otros bosques, hasta el<br />

Mediterráneo, y, por la izquierda, a través <strong>de</strong> un claro, se veía una atalaya ruinosa, entre una roca cerca <strong>de</strong>l mar, surgiendo entre el follaje.<br />

THOMSON<br />

Allí acudía Emily sola con frecuencia en el silencio <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, y conmovida por el paisaje y por el leve murmullo que le llegaba <strong>de</strong> las olas, permanecía sentada hasta que la oscuridad la obligaba a regresar al<br />

castillo. También visitaba con frecuencia la atalaya, que dominaba todo el paisaje, y cuando se inclinaba sobre sus muros rotos y pensaba en Valancourt, no imaginaba que era real y que aquella torre había sido<br />

también su refugio, como ahora lo era suyo, en sus recorridos por la vecindad <strong>de</strong>l castillo.<br />

Una tar<strong>de</strong> permaneció hasta hora avanzada. Se había sentado en <strong>los</strong> escalones <strong>de</strong>l edificio, contemplando con melancolía el efecto gradual <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> sobre todo el paisaje, hasta que las grises aguas <strong>de</strong>l<br />

Mediterráneo y las masas boscosas fueron <strong>los</strong> únicos aspectos que seguían siendo visibles frente a ella. Según miraba alternativamente al suelo o al suave azul <strong>de</strong> <strong>los</strong> cie<strong>los</strong>, don<strong>de</strong> apareció la primera pálida<br />

estrella <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, <strong>de</strong>scribió la hora con las siguientes líneas:<br />

En la última <strong>de</strong> las horas, que recorre el día que se <strong>de</strong>svanece,<br />

camino por las regiones <strong>de</strong>l aire <strong>de</strong>l crepúsculo,<br />

y oigo, remoto, el canto coral que <strong>de</strong>cae<br />

<strong>de</strong> las ninfas hermanas, que danzan alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> su carroza.<br />

CANCIÓN DE LA HORA DE LA TARDE

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!