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radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

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C a p í t u l o I<br />

E<br />

Os aconsejaré dón<strong>de</strong> <strong>de</strong>béis colocaros;<br />

os informaré con perfecto control <strong>de</strong>l tiempo,<br />

<strong>de</strong>l momento justo; porque <strong>de</strong>be ser hecho esta noche.<br />

mily se vio sorprendida al día siguiente al <strong>de</strong>scubrir que Annette tenía noticia <strong>de</strong> que madame Montoni estaba confinada en la cámara que había sobre la puerta <strong>de</strong> entrada y <strong>de</strong> su preparada visita aquella<br />

misma noche. Que aquella circunstancia, que Bamardine le había pedido solemnemente que ocultara, y él mismo se la había comunicado a una oyente tan indiscreta como Annette, parecía muy improbable, a<br />

pesar <strong>de</strong> que la hubiera enviado con un mensaje relativo a la proyectada entrevista. Solicitaba que Emily se encontrara con él en la terraza, sin ir acompañada, un poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> medianoche, y que él la<br />

conduciría al lugar que le había prometido; proposición que le hizo temblar <strong>de</strong> inmediato, ya que mil vagos temores asaltaron su mente, similares a <strong>los</strong> que la habían atormentado la noche anterior, y ante <strong>los</strong><br />

cuales no sabía si confiar o rechazar la propuesta. Con frecuencia pensaba que Barnardine podía haberle engañado en relación a madame Montoni, cuyo asesino tal vez era él mismo, y que lo había hecho por<br />

or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Montoni, como medio más fácil para conducirla a <strong>los</strong> <strong>de</strong>signios <strong>de</strong>sesperados <strong>de</strong> este último. Así, tuvo la terrible sospecha <strong>de</strong> que madame Montoni ya no vivía, acompañada <strong>de</strong> la no menos<br />

aterrorizadora sospecha por ella misma. A menos que el crimen que pudiera haber sufrido su tía hubiera sido instigado por el resentimiento y sin relación alguna con el beneficio, un motivo por el que Montoni no<br />

parecía actuar, sus objetivos no se alcanzarían hasta que la sobrina estuviera también muerta, ya que Montoni sabía que las propieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su esposa pasarían a ella. Emily recordó las palabras por las que fue<br />

informada <strong>de</strong> que las propieda<strong>de</strong>s en discusión <strong>de</strong> Francia pasarían a su po<strong>de</strong>r, si madame Montoni moría, al no haberlas consignado a su marido, y la anterior y obstinada perseverancia <strong>de</strong> ella hacía <strong>de</strong>masiado<br />

probable que hubiera logrado finalmente retenerlas. En ese momento, recordando la actitud <strong>de</strong> Barnardine en la noche anterior, creyó que no se equivocaba y que expresaba un triunfo malvado. Sintió un<br />

escalofrío al recordarlo, que confirmaba sus temores y <strong>de</strong>cidió no encontrarse con él en la terraza. Poco <strong>de</strong>spués se inclinó a consi<strong>de</strong>rar estas sospechas como exageraciones extravagantes <strong>de</strong> una mente tímida e<br />

inquieta y no pudo creer que Montoni fuera capaz <strong>de</strong> una <strong>de</strong>pravación tan espantosa, hasta el extremo <strong>de</strong> <strong>de</strong>struir por aquel motivo a su esposa y a su sobrina. Se culpó por tener aquella imaginación romántica<br />

que la llevaba más allá <strong>de</strong> <strong>los</strong> límites <strong>de</strong> la probabilidad y <strong>de</strong>cidió tratar <strong>de</strong> controlar sus rápidas <strong>de</strong>ducciones, sobre todo porque en algún momento podrían conducirle a la locura. Sin embargo, seguía temblando<br />

ante la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> encontrarse con Bamardine en la terraza a medianoche y, al mismo tiempo, <strong>de</strong>seaba liberarse <strong>de</strong> aquella terrible inquietud por su tía, verla y consolarla en sus sufrimientos, lo que hizo que dudara<br />

ante lo que <strong>de</strong>bía hacer.<br />

—¿Cómo es posible, Annette, que pueda pasar a la terraza a esa hora —dijo, pensando en <strong>los</strong> <strong>de</strong>talles—, <strong>los</strong> centinelas me <strong>de</strong>tendrán y el signor Montoni se enterará <strong>de</strong> todo.<br />

—¡Oh, ma<strong>de</strong>moiselle! Habéis hecho bien en pensar en ello —contestó Annette—, precisamente Bamardine me lo dijo, me dio esta llave y me encargó que le dijera que es la que abre la puerta al final <strong>de</strong> la<br />

galería <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra que conduce cerca <strong>de</strong>l final <strong>de</strong> la muralla este, para que no tengáis que pasar por don<strong>de</strong> están <strong>los</strong> hombres <strong>de</strong> la vigilancia. También me dijo que la razón por la que os pedía que fuerais a la<br />

terraza era para que os pudiera llevar al lugar a don<strong>de</strong> queréis ir, sin abrir las gran<strong>de</strong>s puertas <strong>de</strong>l vestíbulo, que son tan pesadas.<br />

El ánimo <strong>de</strong> Emily se vio algo calmado con esta explicación, que parecía haber sido dada a Annette con intenciones honestas.<br />

—Pero, ¿por qué <strong>de</strong>sea que vaya sola, Annette —preguntó.<br />

—Eso fue lo que yo le pregunté, ma<strong>de</strong>moiselle. Le dije, «¿por qué tiene que ir sola mi joven señora ¡Yo iré con ella! ¿Qué mal hay en ello» Pero él dijo: «No, no, te he dicho que no», en su tono<br />

<strong>de</strong>sagradable. Le dije: «se ha confiado en mí en asuntos tan importantes como éste, lo aseguro, y no es tan difícil como para creer que no puedo guardar ahora un secreto». A pesar <strong>de</strong> eso él sólo dijo: «No, no,<br />

no». «Bien —dije yo—, si confiáis en mí, os diré un gran secreto que me dijeron hace un mes y que hasta ahora no ha pasado por mis labios, por lo que no tenéis que tener miedo alguno <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirme lo que sea».<br />

Pero no cedió. Entonces, ma<strong>de</strong>moiselle, llegué al extremo <strong>de</strong> ofrecerle un hermoso y nuevo cequí, que me había dado Ludovico y <strong>de</strong>l que no me habría separado ni a cambio <strong>de</strong> toda la plaza <strong>de</strong> San Marcos.<br />

Pero siguió sin ce<strong>de</strong>r. ¿Qué traición podría hacer Porque yo sé y vos lo sabéis, ma<strong>de</strong>moiselle, a quién vais a ver.<br />

—¿Ha sido Bamardine quien te lo ha dicho<br />

—¿Él No, ma<strong>de</strong>moiselle, no ha sido él.<br />

Emily le preguntó quién había sido, pero Annette <strong>de</strong>mostró que sí podía guardar un secreto.<br />

Durante el resto <strong>de</strong>l día, Emily estuvo nerviosa con dudas y temores y <strong>de</strong>cisiones contradictorias ante la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> encontrarse con Bamardine en la muralla y someterse a que la condujera a un lugar<br />

<strong>de</strong>sconocido. La piedad que <strong>de</strong>spertaba el pensar en su tía y la preocupación por ella misma se alternaban en sus <strong>de</strong>terminaciones y la noche llegó antes <strong>de</strong> que <strong>de</strong>cidiera sobre cuál <strong>de</strong>bía ser su conducta. Oyó<br />

en el reloj <strong>de</strong>l castillo dar las once, las doce, y su mente seguía llena <strong>de</strong> dudas. Sin embargo, había llegado la hora en la que esas dudas no podían prolongarse. En ese momento el interés que sentía por su tía<br />

sobrepasó cualquier otra consi<strong>de</strong>ración y, haciendo una indicación a Annette para que la siguiera hasta la puerta exterior <strong>de</strong> la galería <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra y que allí esperara su regreso, salió <strong>de</strong>l cuarto. El castillo estaba<br />

totalmente silencioso, y el gran salón, que recientemente había sido testigo <strong>de</strong> una espantosa contienda, <strong>de</strong>volvía ahora únicamente <strong>los</strong> pasos susurrantes <strong>de</strong> dos figuras solitarias que se escurrían temerosas entre<br />

las columnas y se iluminaba tan sólo por la débil lámpara que llevaban. Emily, engañada por las largas sombras <strong>de</strong> las columnas y por las luces que asomaban entre ellas, se <strong>de</strong>tuvo varias veces, imaginando que<br />

había visto a alguna persona moviéndose en la distante oscuridad <strong>de</strong> la perspectiva. Al cruzar las columnas, temía volver su mirada a ellas, casi esperando ver a alguna figura asomando por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> <strong>los</strong> arcos.<br />

Llegó por fin sin interrupciones hasta la galería <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, abriendo la puerta exterior con mano temblorosa y encargando a Annette que no se apartara <strong>de</strong> allí y que la mantuviera ligeramente abierta para que<br />

pudiera oírla si la llamaba. Le entregó la lámpara, que no se atrevió a llevar con ella por si era <strong>de</strong>scubierta por <strong>los</strong> hombres <strong>de</strong> la guardia, y dio un paso hacia la oscura terraza. Todo estaba tan tranquilo que<br />

temió que sus pasos pudieran ser oídos por <strong>los</strong> centinelas y caminó con precaución hacia el lugar indicado, don<strong>de</strong> se había encontrado la vez anterior con Bamardine, atenta a cualquier sonido y mirando hacia<br />

a<strong>de</strong>lante en la oscuridad 'tratando <strong>de</strong> encontrarle. De pronto, al oír una voz profunda, que le habló muy próxima a ella, se <strong>de</strong>tuvo, insegura <strong>de</strong> que se tratará <strong>de</strong> él, hasta que habló <strong>de</strong> nuevo y reconoció el tono<br />

sombrío <strong>de</strong> Bamardine, que había sido puntual y que se encontraba en el lugar <strong>de</strong> la cita apoyado en la muralla. Tras gruñir porque no hubiera llegado antes y comentar que llevaba casi media hora esperando, le<br />

indicó a Emily que no dijera nada y que le siguiera hacia la puerta, a través <strong>de</strong> la cual él había entrado en la terraza.<br />

Mientras daba la vuelta a la llave, Emily echó una mirada a la otra puerta que acababa <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar y, al observar <strong>los</strong> rayos <strong>de</strong> la lámpara que atravesaban la pequeña abertura, confirmó que Annette seguía allí.<br />

Pero su situación remota servía <strong>de</strong> poco para tranquilizar a Emily <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que <strong>de</strong>jara la terraza. Cuando Bamardine abrió la puerta, el <strong>de</strong>solado aspecto <strong>de</strong>l pasadizo que había más allá, iluminado por una<br />

antorcha que ardía en el suelo, hizo que temblara ante la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> seguir sola tras él y se negó a hacerlo a menos <strong>de</strong> que Annette la acompañara. La respuesta <strong>de</strong> Bamardine fue rechazarlo absolutamente, y Emily,<br />

enfrentada por su preocupación y curiosidad por la situación <strong>de</strong> su tía, acabó por <strong>de</strong>cidirse a seguirle sola hacia la entrada.<br />

Bamardine cogió entonces la antorcha y la condujo por el pasadizo en cuya extremidad tuvo que abrir otra puerta, tras la que <strong>de</strong>scendieron unos cuantos escalones y entraron en una capilla. Según la<br />

iluminaba Bamardine con la antorcha, Emily comprobó que estaba en ruinas, y recordó <strong>de</strong> inmediato una conversación anterior con Annette relativa a aquel lugar con una emoción poco confortante. Miró<br />

temerosa hacia <strong>los</strong> muros casi sin techo, cubiertos <strong>de</strong> ver<strong>de</strong> por la humedad, y <strong>los</strong> puntos góticos <strong>de</strong> las ventanas, en la que la hiedra hacía tiempo que cubría el lugar <strong>de</strong>l cristal y se extendía por <strong>los</strong> capiteles<br />

rotos <strong>de</strong> algunas columnas, que en otro tiempo habían soportado el techo. Bamardine tropezó en el pavimento roto, y su voz al exclamar un juramento inesperado, resonó con <strong>los</strong> ecos sombríos que hacían todo<br />

más terrorífico. A Emily le dio un vuelco el corazón, pero le siguió y él se volvió hacia lo que había sido uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> lados principales <strong>de</strong>l crucero <strong>de</strong> la capilla.<br />

—Bajad esos escalones, señora —dijo Bamardine, comenzando a <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r un piso que parecía conducir a <strong>los</strong> sótanos; pero Emily se <strong>de</strong>tuvo y preguntó con voz trémula a dón<strong>de</strong> la llevaba.<br />

—A la puerta <strong>de</strong> entrada —dijo Bamardine.<br />

—¿No po<strong>de</strong>mos ir a la puerta por la capilla —dijo Emily.<br />

—No, signora, esa puerta conduce a un patio interior, que no me pareció bien utilizar. Por este camino alcanzaremos directamente el patio exterior.<br />

Emily continuó dudando; temiendo no sólo seguir su camino, si no, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber ido tan lejos, irritar a Bamardine al negarse a continuar.<br />

—Vamos, señora —dijo el hombre, que casi había llegado al final <strong>de</strong> <strong>los</strong> escalones—, caminad un poco más aprisa; no puedo esperar aquí toda la noche.<br />

—¿Adón<strong>de</strong> conducen estas escaleras —dijo Emily sin moverse.<br />

MACBETH

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