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radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

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De la caza <strong>de</strong>l hombre, <strong>de</strong>l resplandor agobiante <strong>de</strong>l día,<br />

te ocultas en las ruinas <strong>de</strong> la torre <strong>de</strong> hiedra,<br />

o en la romántica enramada <strong>de</strong> algún valle sombreado,<br />

en la que formas mágicas preparan sus místicos encantos.<br />

¡Don<strong>de</strong> el horror acecha, y todos <strong>los</strong> augurios se <strong>de</strong>tienen!<br />

Pero a la dulce y silenciosa hora <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>,<br />

C a p í t u l o X I I<br />

M<br />

La luz se oscurece, y el cuervo<br />

mueve sus alas hasta el bosque rocoso:<br />

las buenas cosas <strong>de</strong>l día comienzan a caer, y se adormecen,<br />

mientras <strong>los</strong> agentes negros <strong>de</strong> la noche <strong>de</strong>spiertan a sus presas.<br />

ientras tanto, el con<strong>de</strong> De Villefort y Blanche habían pasado una grata quincena en el castillo <strong>de</strong> St. Foix con el barón y la baronesa, durante la cual hicieron frecuentes excursiones por las montañas y<br />

estuvieron encantados con la tosquedad romántica <strong>de</strong>l paisaje <strong>de</strong> <strong>los</strong> Pirineos. El con<strong>de</strong> lamentó tener que <strong>de</strong>cir adiós a sus viejos amigos, aunque con la esperanza <strong>de</strong> ver<strong>los</strong> pronto unidos en una sola familia,<br />

porque se estableció que monsieur St. Foix, que les atendía en Gascuña, recibiría la mano <strong>de</strong> Blanche tras su llegada al Chateau-le-Blanc. Como el camino <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la resi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l barón a La Vallée se extendía<br />

por una <strong>de</strong> las partes más agrestes <strong>de</strong> <strong>los</strong> Pirineos y <strong>los</strong> carruajes nunca hubieran podido pasar, el con<strong>de</strong> alquiló algunas mulas para él y su familia, así como una pareja <strong>de</strong> guías que estaban bien armados y que<br />

conocían todos <strong>los</strong> pasos entre las montañas y cada rincón <strong>de</strong>l camino, y podían <strong>de</strong>cirles <strong>los</strong> nombres <strong>de</strong> <strong>los</strong> puntos más altos <strong>de</strong> esta ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> <strong>los</strong> Alpes, <strong>de</strong> cada bosque que se extendía por sus estrechos<br />

valles, las partes más suaves <strong>de</strong> <strong>los</strong> torrentes que <strong>de</strong>bían cruzar y la distancia exacta <strong>de</strong> cada cabaña <strong>de</strong> pastores y <strong>de</strong> cazadores que pudieran encontrarse, porque el aprendizaje no necesitaba una memoria muy<br />

capaz, ya que <strong>los</strong> habitantes más simples conocían la zona a la perfección y habían recorrido aquellas regiones.<br />

El con<strong>de</strong> salió <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> St. Foix a hora temprana con intención <strong>de</strong> pasar la noche en una pequeña posada en las montañas, aproximadamente a mitad <strong>de</strong> camino a La Vallée, <strong>de</strong> la que le habían<br />

informado sus guías. Aunque era frecuentada principalmente por muleros españoles en su camino hacia Francia y el acomodo no sería bueno, el con<strong>de</strong> no tuvo alternativa, ya que era el único lugar parecido a<br />

una posada que había en la ruta.<br />

MACBETH<br />

Tras un día <strong>de</strong> admiración y fatiga, <strong>los</strong> viajeros se encontraron a la puesta <strong>de</strong>l sol en un valle frondoso, ro<strong>de</strong>ado por todas partes por abruptas alturas. Habían recorrido muchas leguas sin ver casa alguna y<br />

oyendo únicamente <strong>de</strong> cuando en cuando en la distancia el sonido melancólico <strong>de</strong> las campanillas <strong>de</strong> las cabras; pero les llegaron <strong>de</strong> pronto las notas <strong>de</strong> una música alegre, y vieron a continuación, en un pequeño<br />

llano ver<strong>de</strong> entre las rocas un grupo <strong>de</strong> montañeros en alegre danza. El con<strong>de</strong>, que no podía ver con indiferencia la felicidad <strong>de</strong>l mismo modo que la <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>más, se llenó <strong>de</strong> gozo con esta escena <strong>de</strong><br />

simple recreo. El grupo estaba formado por campesinos franceses y españoles, habitantes <strong>de</strong> unas cabañas próximas, algunos <strong>de</strong> <strong>los</strong> cuales interpretaban un baile animado, las mujeres con castañuelas en las<br />

manos, con <strong>los</strong> sonidos <strong>de</strong>l laúd y <strong>de</strong>l tambor, hasta que con una canción francesa la música pasó a un ritmo más suave y dos mujeres campesinas bailaron una pavana española.<br />

El con<strong>de</strong>, comparándolas con las escenas alegres <strong>de</strong> las que había sido testigo en París, pensó que eran <strong>de</strong> falso gusto, y mientras trataban en vano <strong>de</strong> imitar el brillo <strong>de</strong> la naturaleza, ocultaban <strong>los</strong> encantos<br />

<strong>de</strong> la animación, en <strong>los</strong> que lo afectado distorsionaba <strong>los</strong> aires y el vicio pervertía las costumbres. Suspiró al pensar que las gracias naturales y <strong>los</strong> placeres inocentes florecen en lo agreste <strong>de</strong> la soledad, mientras<br />

se pier<strong>de</strong>n en el concurso <strong>de</strong> la sociedad cultivada. Pero la extensión <strong>de</strong> las sombras recordó a <strong>los</strong> viajeros que no tenían tiempo que per<strong>de</strong>r, y abandonaron al alegre grupo y prosiguieron hacia la posada que<br />

<strong>de</strong>bía darles cobijo durante la noche.<br />

Los rayos <strong>de</strong>l sol se ocultaban y lanzaban un brillo amarillo por <strong>los</strong> bosques <strong>de</strong> pinos y castaños que oscurecían las regiones más bajas <strong>de</strong> las montañas y que daban tintes <strong>de</strong> resplandor a las cumbres<br />

nevadas. Pero pronto incluso esta luz <strong>de</strong>sapareció y el paisaje asumió una apariencia más tremenda, investida con la oscuridad <strong>de</strong>l crepúsculo. Los torrentes que habían visto, ahora sólo eran oídos; las altas<br />

montañas que habían mostrado la variedad <strong>de</strong> sus formas y altitu<strong>de</strong>s eran una oscura mancha, y el valle, que quedaba a lo lejos, ya no podía ser distinguido con la vista. Un brillo melancólico seguía surgiendo en<br />

la cumbre <strong>de</strong> <strong>los</strong> Alpes más altos, que contemplaban el profundo reposo <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> y que parecían hacer más tétrica la tranquilidad.<br />

Blanche contempló las escenas en silencio y escuchó con entusiasmo el murmullo <strong>de</strong> <strong>los</strong> pinos, que extendían sus líneas oscuras a lo largo <strong>de</strong> las montañas, y la débil voz <strong>de</strong> las gamuzas entre las rocas que le<br />

llegaba <strong>de</strong> cuando en cuando con el aire. Pero su entusiasmo se convirtió en temor cuando, al hacerse las sombras más profundas, miró el dudoso precipicio que bor<strong>de</strong>aba el camino así como las variadas<br />

formas fantásticas <strong>de</strong> peligro que asomaban a través <strong>de</strong> la oscuridad, y preguntó a su padre si estaban muy lejos <strong>de</strong> la posada y si no consi<strong>de</strong>raba que el camino era peligroso a aquella hora. El con<strong>de</strong> repitió la<br />

pregunta a <strong>los</strong> guías, que <strong>de</strong>volvieron una respuesta dudosa, añadiendo que cuando fuera más oscuro sería más seguro <strong>de</strong>scansar hasta que saliera la luna.<br />

—Ahora mismo ya no parece muy seguro seguir —dijo el con<strong>de</strong>.<br />

Pero <strong>los</strong> guías le aseguraron que no había peligro alguno y continuaron. Blanche, animada por su afirmación, se <strong>de</strong>jó llevar <strong>de</strong> nuevo por el pensativo placer al contemplar el avance <strong>de</strong>l crepúsculo<br />

extendiendo gradualmente sus tintes por bosques y montañas y ocultando a su vista <strong>los</strong> <strong>de</strong>talles <strong>de</strong>l paisaje hasta que sólo quedaron las gran<strong>de</strong>s líneas <strong>de</strong> la naturaleza. Entonces cayó el rocío silencioso en las<br />

flores silvestres y en las plantas aromáticas que crecían a lo largo <strong>de</strong> <strong>los</strong> riscos, <strong>de</strong>spidiendo su dulzura; también la abeja <strong>de</strong> las montañas había caído en su cama <strong>de</strong> capul<strong>los</strong> y había <strong>de</strong>saparecido el zumbido <strong>de</strong><br />

todos <strong>los</strong> insectos que volaban alegres bajo <strong>los</strong> rayos <strong>de</strong>l sol; el sonido <strong>de</strong> muchas corrientes <strong>de</strong> agua, que no habían oído hasta aquel momento, comenzó a murmurar en la distancia. Sólo <strong>los</strong> murciélagos, <strong>de</strong><br />

todos <strong>los</strong> animales <strong>de</strong> la región, parecían <strong>de</strong>spiertos, y mientras cruzaban el sen<strong>de</strong>ro silencioso que seguía Blanche, recordó <strong>los</strong> versos siguientes que Emily le había dado:<br />

AL MURCIÉLAGO

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