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radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

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apartada <strong>de</strong>l sueño fantasioso en que había caído por unos sonidos nada usuales, no <strong>de</strong> música, sino unas quejas leves <strong>de</strong> alguna persona <strong>de</strong>sesperada. Según escuchaba, su corazón se llenó <strong>de</strong> terror y acabó<br />

convenciéndose <strong>de</strong> que aquel sonido era algo más que imaginario. A interva<strong>los</strong> oyó una especie <strong>de</strong> lamento débil y <strong>de</strong>cidió <strong>de</strong>scubrir <strong>de</strong> don<strong>de</strong> procedía. Había varias habitaciones bajo la suya, unidas a la<br />

muralla, que llevaban largo tiempo cerradas y, como el sonido probablemente procedía <strong>de</strong> una <strong>de</strong> ellas, se inclinó hacia el exterior <strong>de</strong> la ventana para observar si se veía alguna luz. Las habitaciones, por lo que<br />

pudo ver, estaban a oscuras, pero, a poca distancia, en la muralla inferior, creyó que algo se movía.<br />

La débil luz <strong>de</strong> las estrellas no le permitió distinguir <strong>de</strong> qué se trataba, pero supuso que era un centinela y alejó su luz hacia una parte extrema <strong>de</strong> la habitación <strong>de</strong> modo que no fuera vista durante su<br />

observación más atenta.<br />

Seguía viendo la misma sombra. De pronto avanzó por la muralla hacia su ventana y entonces distinguió lo que le pareció una figura humana, pero el silencio con el que se movía la convenció <strong>de</strong> que no se<br />

trataba <strong>de</strong> un centinela. Según se acercaba, dudó si <strong>de</strong>bía o no retirarse; una inquietante curiosidad la inclinó a permanecer allí, pero el temor a algo <strong>de</strong>sconocido le avisó que <strong>de</strong>bía retirarse.<br />

Mientras tanto, la figura llegó frente a la ventana y se quedó quieta. Todo estaba absolutamente tranquilo; no había oído la más leve pisada; y la solemnidad <strong>de</strong> aquel silencio, con la forma <strong>misterios</strong>a que vio,<br />

se adueñó <strong>de</strong> su espíritu, forzándola a alejarse <strong>de</strong> la ventana, cuando, <strong>de</strong> pronto, observó que la figura proseguía su camino y se escurría por la muralla hasta per<strong>de</strong>rse en la oscuridad <strong>de</strong> la noche. Emily continuó<br />

mirando durante algún tiempo hacia don<strong>de</strong> había <strong>de</strong>saparecido, retirándose <strong>de</strong>spués al interior <strong>de</strong> su habitación, pensando en lo sucedido y casi sin dudar <strong>de</strong> que había sido testigo <strong>de</strong> una aparición sobrenatural.<br />

Cuando su ánimo se recobró, trató <strong>de</strong> encontrar otra explicación. Recordando lo que había oído <strong>de</strong> las atrevidas empresas <strong>de</strong> Montoni, le surgió la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que había visto alguna persona <strong>de</strong>sgraciada, que,<br />

tras haber sido capturado por sus bandidos, había sido llevado allí en cautividad, y que la música que había oído anteriormente había sido emitida por él. Sin embargo, si le habían hecho prisionero, parecía poco<br />

probable que le hubieran llevado al castillo, ya que era más natural en el comportamiento <strong>de</strong> <strong>los</strong> bandidos el asesinar a <strong>los</strong> que robaban que hacerles prisioneros. Pero lo que contra<strong>de</strong>cía su suposición <strong>de</strong> que<br />

fuera un prisionero, más que ninguna otra circunstancia, era el hecho <strong>de</strong> que paseara por la terraza sin guardia alguna. Una consi<strong>de</strong>ración que le hizo <strong>de</strong>sechar inmediatamente su primera suposición.<br />

Poco <strong>de</strong>spués se inclinó a pensar que el con<strong>de</strong> Morano había logrado ser admitido en el castillo; pero no tardó en recordar las dificulta<strong>de</strong>s y peligros que se habría encontrado en tal empresa y que, aunque<br />

hubiera tenido éxito, el venir solo y en silencio hasta su ventana a medianoche, no habría sido la <strong>de</strong>cisión que él habría adoptado, particularmente teniendo en cuenta la escalera privada que comunicaba con su<br />

habitación, que él conocía; ni habría emitido <strong>los</strong> lamentos que había oído.<br />

Se le presentó otra posibilidad, el que fuera alguna persona que tuviera <strong>de</strong>terminadas intenciones relacionadas con el castillo, pero aquellas quejas <strong>de</strong>struían también esa posibilidad. Así, sólo consiguió<br />

llenarse <strong>de</strong> dudas. Quién o qué podría moverse a aquella hora, quejándose con tonos tan dolorosos y con una música tan dulce (ya que estaba inclinada a creer que <strong>los</strong> sonidos musicales y la última aparición<br />

estaban conectados). No tenía medio <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrirlo y <strong>de</strong> nuevo la imaginación asumió su imperio y la llenó con <strong>los</strong> <strong>misterios</strong> <strong>de</strong> la superstición.<br />

Decidió, sin embargo, estar atenta a la noche siguiente, en la que tal vez pudieran aclararse sus dudas y casi tomó la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> hablar con la figura si es que se presentaba <strong>de</strong> nuevo.

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