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radcliffe-ann-los-misterios-de-udolfo

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C a p í t u l o I I<br />

V<br />

Vamos, llora conmigo; —¡esperanza pasada,<br />

remedio pasado, alivio pasado!<br />

ROMEO Y JULIETA<br />

alancourt, mientras tanto, sufría la tortura <strong>de</strong>l remordimiento y la <strong>de</strong>sesperanza. Su encuentro con Emily había renovado todo el ardor con el que la amaba y que había pasado por un abandono temporal por<br />

su ausencia y <strong>los</strong> acontecimientos <strong>de</strong> su vida. Cuando al recibir su carta se puso en camino para el Languedoc, sabía que su propia locura le había envuelto en la ruina y no pretendía ocultárselo. Lamentó sólo el<br />

retraso que su mal comportamiento podría significar para su matrimonio, y no anticipó que la información pudiera inducirla a romper su relación para siempre. Con la posibilidad <strong>de</strong> esa separación dominando su<br />

mente, antes <strong>de</strong> per<strong>de</strong>rse en reproches, esperó a la segunda entrevista en un estado <strong>de</strong> ausencia en el que se inclinaba a la esperanza <strong>de</strong> que sus súplicas pudieran prevalecer sobre sus intenciones. Por la mañana<br />

<strong>de</strong>mandó información sobre la hora en que se verían, y su nota llegó cuando Emily estaba con el con<strong>de</strong>, que había buscado una oportunidad para hablar <strong>de</strong> nuevo con ella sobre Valancourt, ya que advirtió la<br />

extrema <strong>de</strong>sesperación <strong>de</strong> su ánimo, y temió más que nunca que la abandonara su fortaleza. Una vez que Emily <strong>de</strong>spachó al mensajero, el con<strong>de</strong> volvió al tema <strong>de</strong> su última conversación, repitiendo sus temores<br />

por la insistencia <strong>de</strong> Valancourt, y poniéndole <strong>de</strong> manifiesto la extensión <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sgracia en la que podía verse envuelta si rehusaba enfrentarse a la presente dificultad. Sus repetidos argumentos podrían realmente<br />

protegerla <strong>de</strong>l afecto que seguía sintiendo por Valancourt, y <strong>de</strong>cidió <strong>de</strong>jarse llevar por el<strong>los</strong>.<br />

Llegó finalmente la hora <strong>de</strong> la entrevista. Emily acudió intentando dominarse, pero Valancourt estaba tan alterado que no pudo hablar durante varios minutos, y sus primeras palabras alternaron entre las<br />

lamentaciones, <strong>los</strong> ruegos y <strong>los</strong> autorreproches. Después, dijo:<br />

—Emily, te he amado, te amo, más que a mi vida; pero estoy arruinado por mi propio comportamiento. Sin embargo, busco complicarte en una relación que será tu <strong>de</strong>sgracia en lugar <strong>de</strong> someterme al<br />

castigo, que merezco, <strong>de</strong> per<strong>de</strong>rte. Estoy vencido, pero no seguiré siendo un villano. No trataré <strong>de</strong> cambiar tu <strong>de</strong>cisión con <strong>los</strong> ruegos <strong>de</strong> una pasión egoísta. Renuncio a ti, Emily, y trataré <strong>de</strong> encontrar consuelo<br />

consi<strong>de</strong>rando que, aunque yo sea <strong>de</strong>sgraciado, tú al menos pue<strong>de</strong>s ser feliz. El mérito <strong>de</strong>l sacrificio no es mío, porque nunca habría tenido fuerza suficiente para renunciar a ti, si tu pru<strong>de</strong>ncia no me lo hubiera<br />

pedido.<br />

Se <strong>de</strong>tuvo un momento, mientras Emily intentaba ocultar las lágrimas que brotaban <strong>de</strong> sus ojos. Le habría gustado <strong>de</strong>cir: «Hablas ahora como <strong>de</strong>bías haberlo hecho», pero se contuvo.<br />

—Perdóname, Emily —dijo—, todos <strong>los</strong> sufrimientos que te he ocasionado, y, alguna vez, cuando pienses en el <strong>de</strong>sgraciado Valancourt, recuerda que su único consuelo será creer que ya no eres infeliz por<br />

sus locuras.<br />

Las lágrimas cayeron por sus mejillas y Valancourt se vio conmovido por la <strong>de</strong>sesperanza, mientras Emily reunía toda su fortaleza para terminar la entrevista que sólo aumentaba la <strong>de</strong>sesperación <strong>de</strong> ambos.<br />

Dándose cuenta <strong>de</strong> que lloraba y <strong>de</strong> que se ponía en pie para marcharse, Valancourt intentó, una vez más, sobreponerse a sus propios sentimientos y calmar <strong>los</strong> <strong>de</strong> ella.<br />

—El recuerdo <strong>de</strong> estos pesares —dijo— serán mi protección en el futuro. ¡Oh!, nunca tendrá po<strong>de</strong>r el ejemplo o la tentación para seducirme hacia el mal, exaltado como estaré por el recuerdo <strong>de</strong> tu<br />

sufrimiento por mí.<br />

Emily se sintió confortada con esta afirmación.<br />

—Nos separamos ahora para siempre —dijo—, pero, si mi felicidad es importante para ti, recordarás siempre que nada pue<strong>de</strong> contribuir más a ella que el creer que has recobrado tu propia estima.<br />

Valancourt cogió su mano; tenía <strong>los</strong> ojos cubiertos <strong>de</strong> lágrimas, y el adiós que había dicho se perdió en suspiros. Tras unos momentos, con dificultad y emoción, Emily dijo:<br />

—Adiós, Valancourt, que seas feliz. —Repitió su adiós y trató <strong>de</strong> retirar la mano, pero él la seguía reteniendo y la bañó con lágrimas—. ¿Por qué prolongar estos momentos —dijo Emily con voz casi<br />

inaudible—, son <strong>de</strong>masiado dolorosos para <strong>los</strong> dos.<br />

—Es <strong>de</strong>masiado —exclamó Valancourt <strong>de</strong>jando escapar su mano y cayendo en la silla, don<strong>de</strong> se cubrió la cara con las manos y se vio sumido durante unos instantes en sollozos convulsivos. Tras una larga<br />

pausa, durante la cual Emily lloró en silencio, y Valancourt parecía luchar con su dolor, ella se levantó <strong>de</strong> nuevo para marcharse. Entonces, tratando <strong>de</strong> recobrar su compostura, dijo—: Te aflijo <strong>de</strong> nuevo, pero<br />

permite que la angustia que sufro suplique por mí. —Después añadió, en tono solemne, que temblaba con frecuencia por la agitación <strong>de</strong> su corazón—: Adiós, Emily, serás siempre el único objetivo <strong>de</strong> mi amor.<br />

A veces pensarás en el infeliz Valancourt y lo harás con piedad, aunque no puedas hacerlo con estima. ¡Oh! ¡Qué significa para mí el mundo entero sin ti, sin tu estima! —Se controló—. Vuelto a caer en el error<br />

que acabo <strong>de</strong> lamentar. No seguiré comprometiendo tu paciencia, o caeré en la <strong>de</strong>sesperación.<br />

Volvió a <strong>de</strong>spedirse <strong>de</strong> Emily, llevó su mano a <strong>los</strong> labios, la miró por última vez y salió rápido <strong>de</strong> la habitación.<br />

Emily permaneció en la silla en la que la había <strong>de</strong>jado, con el corazón tan oprimido que casi no podía respirar, escuchando <strong>los</strong> pasos que se alejaban, cada vez más débiles, mientras cruzaba el vestíbulo.<br />

Volvió a la realidad al oír la voz <strong>de</strong> la con<strong>de</strong>sa en el jardín, y su atención se dirigió al primer objeto que tenía ante su vista, la silla vacía en la que había estado sentado Valancourt. Las lágrimas que había<br />

reprimido por la sorpresa <strong>de</strong> su marcha, acudieron para su consuelo y, finalmente, se encontró lo suficientemente reconfortada para regresar a su habitación.

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