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Libro Diálogos - Orquesta y Coro Nacionales de España - Ministerio ...

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diálogos<br />

Para Nabokov, la búsqueda <strong>de</strong> una frase más perfeccionada, por<br />

tanto, se parecía más a la mejora en la percepción <strong>de</strong> un objeto que<br />

montar un mueble entre varios, o bailar juntos, o echarse una partida<br />

<strong>de</strong> un juego. Como mucho, sería equivalente a mostrarle al interlocutor<br />

un resultado más elaborado o, quizás, enseñarle una jugada <strong>de</strong><br />

ajedrez, pero una jugada que uno ha <strong>de</strong>scubierto a solas. Esta forma<br />

<strong>de</strong> «estar con otros» no parece un signo <strong>de</strong> sociabilidad, aunque lo<br />

cierto (y esto es a lo que quiero ir) es que un interlocutor «distante» o<br />

«reservado» pue<strong>de</strong> enseñar, «<strong>de</strong>s<strong>de</strong> fuera», como una especie <strong>de</strong> observador,<br />

muchísimas cosas sobre lo que es la sociabilidad y la vida<br />

en común. Si se le invitara a una reunión no podría <strong>de</strong>cirse: «Y contamos<br />

con la presencia <strong>de</strong>…», sino más bien: «Y contamos con la ausencia<br />

<strong>de</strong>…». Pero «estar ausente» en una conversación también es<br />

una forma <strong>de</strong> participación, aunque no parezca la más normal. No es<br />

un síntoma <strong>de</strong> una patología: una persona que hace eso, alguien que<br />

«preferiría no hablar», no es un «retraído» en el sentido que le dan al<br />

término los psicólogos: no es exactamente alguien a quien le espante<br />

la sociedad, o al que le angustie el papel que le toca jugar en ella,<br />

o la voz que le asignen.<br />

Nabokov tenía otra razón para mantener las distancias. Pensaba<br />

que los entrevistadores buscaban obsesivamente un fondo <strong>de</strong> «informalidad»,<br />

una especie <strong>de</strong> «<strong>de</strong>coración ambiental» o «colorante<br />

artificial» con el que teñir la «sustancia» literaria fabricada por él.<br />

Cuando retocaba las entrevistas, siempre trataba –como <strong>de</strong>cía él–<br />

<strong>de</strong> que no se mezclara el colorante «humano» con esa sustancia<br />

<strong>de</strong> i<strong>de</strong>as (o, en sus propias palabras, impedía que se agitara el frasco<br />

en el que se mezcla un champú por naturaleza repelente con un<br />

tinte que da sensación <strong>de</strong> frescor primaveral). Prescindía, incluso,<br />

<strong>de</strong> los toquecitos <strong>de</strong> «buena fe» <strong>de</strong> los periodistas que se empeñaban<br />

en que todo aquello pareciera una «charla real», y gracias a<br />

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