Libro Diálogos - Orquesta y Coro Nacionales de España - Ministerio ...
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amón <strong>de</strong>l castillo | La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> diálogo<br />
siempre se reapropia <strong>de</strong> la música que suena a través <strong>de</strong> él, el oyente<br />
podría hacer otro tanto, por ejemplo: «permutaciones no autorizadas similares<br />
a las que se han hecho en la producción grabada» 28 . La fantasía<br />
<strong>de</strong> Gould, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo, tenía algo <strong>de</strong> profecía, pues hoy día todos<br />
disponemos <strong>de</strong> medios para hacer eso, y mucho más, con cualquier<br />
música que llegue hasta nuestros mo<strong>de</strong>stos dispositivos. Sin embargo,<br />
Gould fue <strong>de</strong>masiado optimista y fantasioso: las tecnologías y los gadgets<br />
no nos hacen capaces <strong>de</strong> utilizar la música a nuestro gusto. La i<strong>de</strong>a<br />
<strong>de</strong> Gould era buena: la música está ahí para que cada individuo haga<br />
lo que quiera con ella, o para que la ponga al servicio <strong>de</strong> lo que necesite,<br />
pero las tecnologías no generan por sí mismas ese tipo <strong>de</strong> libertad.<br />
Combinar listas <strong>de</strong> reproducción en un iPod, <strong>de</strong>sgraciadamente, no es<br />
un acto <strong>de</strong> «manipulación» creadora 29 .<br />
28 Ibid., p. 394. En un texto citado por Kevin Bazzana, Gould celebra la existencia <strong>de</strong> los «equipos<br />
<strong>de</strong> música» <strong>de</strong> los años sesenta, gracias a los cuales cualquier oyente, controlando simplemente<br />
el volumen, el tono y el balance podría transformar creativamente la obra. «Estoy completamente<br />
a favor <strong>de</strong>l concepto <strong>de</strong> equipo. Dicho <strong>de</strong> otro modo, me encantaría poner en circulación una serie<br />
<strong>de</strong> interpretaciones con variantes y <strong>de</strong>jar que sea el oyente quien elija cuál es la que más le agrada.<br />
Que sea el oyente quien “monte” su propia interpretación. Démosle todos los ingredientes, todos<br />
los insertos, registrados en tempos distintos y con inflexiones dinámicas distintas, para que sea<br />
él quien ensamble algo que <strong>de</strong> veras le cause placer: que sea en cierto modo partícipe» (citado<br />
por Kevin Bazzana, Vida y arte <strong>de</strong> Glenn Gould, Madrid, Turner, 2007, p. 292). Cabe imaginar lo que<br />
Gould diría si hubiera vivido lo suficiente para conocer los actuales «equipos <strong>de</strong> re-producción».<br />
29 Hay otro aspecto discutible es su mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> relación entre artista y oyente, pero lo contempla<br />
él mismo: pese a transformarse en un disco, el artista pue<strong>de</strong> seguir siendo una «figura autocrática.<br />
Sigue siendo, aunque sea con benevolencia, un dictador social. Y su público, por emancipado<br />
que esté por los artilugios, por ricamente dotado que éste <strong>de</strong> opciones electrónicas, sigue en<br />
el extremo receptor <strong>de</strong> la experiencia» (Escritos críticos, p. 392)<br />
En toda esta discusión, Gould es consciente <strong>de</strong> que su forma <strong>de</strong> escapar <strong>de</strong> sí mismo pue<strong>de</strong> preservar<br />
al mismo tiempo la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un yo carismático. Gould fantasea con una tecnología en la que<br />
el autor pudiera disolverse en las obras. Empujado por sueños consoladores (que le liberaban <strong>de</strong><br />
sí mismo), también llegó a i<strong>de</strong>alizar épocas <strong>de</strong> la música en las que, se supone, el autor era anónimo,<br />
y tuvo sueños utópicos <strong>de</strong> regímenes sociales que anularan la personalidad. Mucha gente encuentra<br />
provocadoras sus alusiones a Orwell, o su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> llevar una vida gris o recluirse como<br />
un preso. Este <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> escapar <strong>de</strong> su yo mediante el borrado <strong>de</strong> rasgos personales es mucho<br />
más radical que otra <strong>de</strong> sus autorrepresentaciones, la <strong>de</strong>l ermitaño separado <strong>de</strong>l mundo, y expresa<br />
mejor toda la ansiedad latente en él (sobre su papel como el ermitaño más famoso <strong>de</strong> Canadá,<br />
véase «Discografía para una isla <strong>de</strong>sierta», Escritos críticos, p. 531).<br />
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