BOLETIN Tomo LXVIII Núms. 277-278 Julio-diciembre
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POSESIONES 127<br />
sea, que no son tan importantes los sinónimos. Si un científico en<br />
Bangladesh habla de ondas gravitacionales, lo mismo se debe entender<br />
en Argentina, en Francia o en Colombia. Ha utilizado el lenguaje<br />
de la ciencia muchos de los recursos literarios, por supuesto, pero también<br />
ha desarrollado sus propios elementos y sus propias características.<br />
Voy a referirme a algunos de estos aspectos.<br />
Las matemáticas, sabemos que son la madre de la ciencia; pero por<br />
un instante pensemos qué ocurriría en la civilización si no existieran los<br />
números, no tendríamos la ubicación, no sabríamos dónde estamos,<br />
cuántos somos ni qué tenemos. Estamos acostumbrados a los números,<br />
pero el lenguaje científico-matemático es el que ha permitido la<br />
comprensión del universo. Pitágoras decía que la naturaleza está escrita<br />
en términos matemáticos. Y para llegar allí han tenido que desechar<br />
términos complejos y cada vez concretar más conceptos y aplicaciones.<br />
Veamos, por ejemplo, los símbolos geométricos, que nos permiten<br />
comprender cómo es la armonía y el diseño de todo el universo. Pero<br />
se buscan precisiones, si se le pregunta a alguien qué es un segundo,<br />
dirá: “Es la sexagésima parte de un minuto”. ¿Y qué es un minuto? “Un<br />
minuto son sesenta segundos”. Sin embargo, estas son definiciones<br />
tautológicas, en las cuales no se está diciendo nada que sea universal.<br />
Es comprensible, aunque todavía no hemos dicho qué es un segundo.<br />
Cuando un científico define un segundo dice: “Es la duración de 9<br />
192 631 770 oscilaciones de la radiación emitida en la transición entre<br />
los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del isótopo 133 del<br />
átomo de cesio (133Cs), a una temperatura de 0K”. A la vez, esto definido<br />
como la temperatura de -213 grados Celsius. Es decir, es un lenguaje<br />
que busca ser preciso y exacto, que se aleja de la comprensión<br />
de la mayoría de personas.<br />
Pero las matemáticas han llegado a ser extraordinarias, exactas, muy<br />
precisas, determinantes, y son la base de la cultura y de la ciencia.<br />
Veamos otro ejemplo que tiene que ver con las sustancias químicas.<br />
Durante prácticamente dos milenios, la humanidad solo reconoció<br />
la existencia de tierra, agua, aire y fuego, cuatro elementos que,<br />
desde el punto de vista lingüístico, fueron relativamente fáciles de<br />
bautizar. Y después, durante quinientos años, se estudió la tabla periódica<br />
de los elementos que todos hemos conocido en el bachillerato.<br />
Y allí se utilizaron herramientas literarias para bautizar esos 118 ele-