BOLETIN Tomo LXVIII Núms. 277-278 Julio-diciembre
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POSESIONES<br />
57<br />
La palabra puede ser cuchillo o arado, viento que atiza hogueras<br />
de rencor e infortunio o melodía que engrandece las obras del pensamiento,<br />
porque tiene alas que llevan a extensiones sin límites: de<br />
acuerdo a su uso, puede llegar a la apoteosis o sumergirse en el<br />
fango. He ahí el riesgo. En sus ámbitos anidan, por un lado, el abismo<br />
y, por otro, la cumbre: contiene la ignición de los volcanes activos<br />
o la mansedumbre de los ríos costaneros que, grandes, calmos,<br />
solemnes, después de recorrer páramos, cordilleras y selvas, desembocan<br />
plácidamente en el océano como si buscaran mayores horizontes,<br />
sin olvidar su original esencia de manantial, limo fecundante<br />
y altura.<br />
A la palabra se la debe manejar con dignidad, solvencia y sabiduría,<br />
para demoler ídolos con pies de barro, brindar claridad cuando envuelven<br />
las sombras, calor cuando impera el hielo, el mensaje del oasis<br />
cuando la sequedad y el cansancio abruman; su misión es afianzar la<br />
racionalidad, elevándola a dimensiones infinitas, como gigantesca luz<br />
demoledora de tinieblas.<br />
Miguel de Cervantes Saavedra escribió que la pluma es la lengua<br />
del alma y otro inmortal, William Shakespeare, afirmó que los puñales,<br />
cuando no están en las manos, pueden estar en las palabras. Estas aseveraciones<br />
fueron resumidas por Melchor de Palau: Más mata una mala<br />
lengua que el verdugo, ya que éste mata a un hombre, y una mala<br />
lengua a muchos. Por otro lado, Diderot resumió la condición humana<br />
en esta sentencia de diaria comprobación, en lo atinente a la utilidad<br />
de las palabras, al texto y al contexto en que se manifiestan, en las<br />
relaciones humanas tan proclives a la ficción y la lisonja: Engullimos de<br />
un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad<br />
que nos amarga.<br />
Apartándonos de las consideraciones que genera la sin hueso, vayamos<br />
a sus connotaciones como lenguaje, idioma o habla, incluso de<br />
las lenguas menos desarrolladas, de las que carecen de escritura, las<br />
ágrafas que subsisten, agónicas, en las interioridades de los páramos,<br />
las tundras y las junglas: merecen máximo respeto, ya que conllevan la<br />
voz y la sabiduría de pueblos muy antiguos, que se quedaron rezagados<br />
en el tiempo con sus propias formas de enfrentar la existencia,<br />
afianzadas en sus mitos, leyendas y tradiciones de lejano ancestro, pocas<br />
veces entendidos por la sociedad envolvente. Nadie discute que la<br />
escritura fue para los pueblos el paso gigantesco hacia su evolución y<br />
perennidad.