BOLETIN Tomo LXVIII Núms. 277-278 Julio-diciembre
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POSESIONES<br />
83<br />
Las palabras que lograron entrar y mantenerse en la lengua romance<br />
fueron en su mayoría aquellas que incorporan el sonido rr, tales<br />
como: aquelarre, cencerro, chatarra, pizarra, chistorra (chorizo), gabarra<br />
(embarcación), narria (carretilla), socarrar (quemar o tostar), zamarra<br />
(chaqueta de cuero) y zurrón (bolso de cuero). Otro caso significativo<br />
fue el del adjetivo izquierdo, una transformación del vasco ezker, que<br />
desplazó al vocablo siniestro de origen latino. 8<br />
Con excepción del vasco, ninguna de las lenguas aborígenes pudo<br />
permanecer en el tiempo porque se vieron sometidas a la influencia de<br />
civilizaciones más avanzadas que las fueron modificando o las hicieron<br />
desaparecer en el proceso traumático de la conquista.<br />
Dos siglos después de la llegada de los fenicios empezaron a penetrar<br />
por el norte de la Península los celtas, unas sociedades tribales que<br />
hablaban una lengua de la familia indoeuropea. Con ellos empiezan a<br />
aparecer las primeras cerámicas de la cultura de los Campos de Urnas,<br />
pero todavía no había llegado la costumbre de la incineración de cadáveres<br />
y la deposición de sus cenizas en vasijas que luego enterraban.<br />
Este rito funerario aparecería en la Península a partir del siglo V a.C. La<br />
interrelación de los celtas con los iberos produjo un mestizaje étnico y<br />
lingüístico que hoy se sintetiza en la palabra celtíberos. Las huellas más<br />
notorias de esas tribus las dejaron en los territorios de la Gallaecia y la<br />
Lusitania prelatinas. A guisa de ejemplo, el lexema briga, que en su<br />
lengua significa “fortaleza” o “sitio alto” está en la composición de<br />
topónimos como Coimbra, Betanzos (Brigantium), Benavente<br />
(Brigaetium) y otros. A su turno, los nombres de ciudades como Segovia,<br />
Sigüenza, incorporan la raíz céltica sego, segi, que significa “victoria”.<br />
En el siglo VII a. C. arribaron los griegos y se establecieron en la<br />
esquina nordeste de la Península. Allí fundaron a Emporion (Ampurias)<br />
y a Rode (Rosas), dos enclaves con carácter estrictamente comercial.<br />
Permanecieron durante un poco más de un siglo pero su contribución<br />
directa a la lengua fue escasa. Sin embargo, es preciso aclarar que las<br />
numerosas palabras de origen griego que hoy hacen parte de nuestra<br />
lengua, entraron, en su mayoría, por la puerta del latín, cuando siglos<br />
más tarde los romanos conquistaron Hispania. Aunque por vía indirecta,<br />
la influencia de la cultura griega en el español ha sido enorme,<br />
8 Lapesa, R, Op. Cit., p. 55. El autor hace referencia a varios estudios de Ramón Menéndez<br />
Pidal sobre términos de origen vasco.