BOLETIN Tomo LXVIII Núms. 277-278 Julio-diciembre
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA COLOMBIANA<br />
La distopía de una sociedad alejada de las humanidades, sin apego<br />
por el arte, desafecta a las letras, ajena a las ideas, huérfana de pensamiento<br />
constituye una amenaza frente a la cual la Academia ha luchado,<br />
silenciosa y eficazmente. Lo hizo durante un siglo frente a la<br />
necesidad de preservar las lenguas clásicas, lo hace cotidianamente<br />
con la defensa del idioma, en el ejercicio de su majestad como autoridad<br />
rectora de la lengua, de una manera férrea en un entorno en ocasiones<br />
hostil al resguardo del castellano. Porque es útil conocer la<br />
lengua, sus orígenes, cavilar sobre su prospección y resguardar el ánimo<br />
de seguirla.<br />
Para empezar por el principio (pero dicho al final) 38<br />
Ya se anuncia el alba, decía Daniel Samper Ortega el 27 de noviembre<br />
de 1933, para anunciar que iba a terminar con su discurso de posesión<br />
al ocupar la silla de José María Vergara y Vergara y de Monseñor<br />
Rafael María Carrasquilla.<br />
¿Cómo explicar que alguien como quien les habla, sin ser gramático,<br />
lingüista, escritor, pueda estar hoy ante ustedes para tomar posesión<br />
como individuo de la Academia Colombiana de la Lengua? Podría<br />
tener pertinencia la frase de don Camilo José Cela, en La Colmena, al<br />
decir que se trata de acoger a los “intrusos a quienes se les tolera”. Y<br />
cuando miro hacia atrás recuerdo en el culto por la lengua, repito mi<br />
único mérito, y cómo en el hogar me fue inculcada esa devoción por el<br />
respeto hacia el castellano, hacia la lengua.<br />
Cuando quiera que miro hacia atrás y veo a mi padres, como unas<br />
“sombras blancas” según descripción que le oí a Cesáreo Rocha<br />
Ochoa, Presidente de la Academia Colombiana de Jurisprudencia,<br />
los veo hoy aquí sonreídos de lo que estimularon, viendo cómo las<br />
correcciones que me inducía a realizar mi padre a las gacetillas con<br />
las noticias de su radioperiódico o para sus columnas de opinión en<br />
periódicos no fueron en vano; lo veo aquí alegre junto a algunos de<br />
sus compañeros de camino por la vida como el Decano director y<br />
38 <strong>Tomo</strong> prestado el título de una charla de Javier Marías “para empezar por el principio”<br />
y agrego pero “dicho al final” para destacar la parte personal que mencioné al inicio de<br />
esta presentación. El artículo que tiene ese sugestivo título está incorporado en el libro<br />
“Lecciones y Maestros”, II Cita Internacional de la Literatura en Español, Santillana del<br />
Mar, 2008.