BOLETIN Tomo LXVIII Núms. 277-278 Julio-diciembre
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POSESIONES<br />
51<br />
RECIBIMIENTO A SU EMINENCIA EL CARDENAL<br />
JOSÉ DE JESÚS PIMIENTO RODRÍGUEZ<br />
Por<br />
Eduardo Durán Gómez<br />
En primer lugar, quiero expresar mi inmensa gratitud al señor director<br />
de la Academia Colombiana de la Lengua, don Jaime Posada, por<br />
haberme asignado este honroso encargo de llevar la palabra, en la ceremonia<br />
de entrega de insignias para acreditar como Miembro Honorario<br />
de la Institución, a su Eminencia el señor Cardenal José de Jesús<br />
Pimiento Rodríguez.<br />
Hablar del recipiendario, que hoy hace su ingreso a esta centenaria<br />
institución, la primera fundada en el nuevo mundo para la guarda y<br />
exaltación de la lengua Castellana y que se ha constituido en una institución<br />
académica de prestigio en toda Hispanoamérica, no es tarea<br />
fácil; los hombres grandes que la dilatada trayectoria los ha asomado a<br />
las más altas y complejas responsabilidades, suelen ser difíciles para<br />
construirles una descripción que refleje su vida y su obra. Más aún, en<br />
el caso que me ocupa, reviste una dificultad adicional, pues se trata de<br />
una persona completamente ajena al halago, a la exaltación y al reconocimiento.<br />
He abordado este compromiso, pues la amistad que he tenido con<br />
el homenajeado, me permite haber sentido su entraña y haber tocado<br />
la firmeza de sus fibras de sentimiento y de grandeza, siempre para<br />
concluir que su personalidad ha sido el producto de caros elementos<br />
como el trabajo, el sacrificio, el honor a las responsabilidades, el desapego<br />
a la adulación, el deseo de servicio, el compromiso con la fe y el<br />
sentimiento de aferrarse siempre a lo éticamente correcto.<br />
Me decía en una oportunidad que a los 12 años ya poseía el argumento<br />
concluyente de que su misión estaba al servicio de la Iglesia, y a<br />
esa edad se presentó, solo y sin acreditaciones de ninguna clase, para