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BOLETIN Tomo LXVIII Núms. 277-278 Julio-diciembre

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POSESIONES 133<br />

puede con el español, por su gran riqueza y variedad. La gente termina<br />

hablando más o menos porque han tenido profesores de ortografía,<br />

redacción, prosodia, sintaxis, literatura; antes de que nazca el niño, la<br />

mamá le está hablando. Hay mucha corrección: no diga tanto “este”,<br />

“fue que” ni “de que”. Han habido ocho mil trillones no se dice sino<br />

“ha habido”. Pero en ciencias de la salud, a las personas adultas, y sin<br />

ninguna enseñanza, las lanzamos a que manejen más de 250 mil vocablos.<br />

Frente a este panorama, ha resultado útil: averiguar el origen de<br />

las palabras. Si Hipócrates hablaba de anatomía, apoplejía, diagnóstico,<br />

metástasis era porque en su época ya había este tipo de problemas.<br />

Si en Roma se hablaba de ambliopía o artritis, en el siglo II, tuvieron<br />

que bautizarlos. Tomemos palabras del francés como chancro, gran mal;<br />

del árabe como alcohol, azúcar, jarabe; del italiano, malaria, pelagra;<br />

del castellano, dengue, pinta; del cingalés, beriberi; del reino de Assam,<br />

kala-azar. Por eso, que los estudiosos sepan donde nacieron las palabras,<br />

les va dando un sentido de orientación histórica. Si ‘biología’ aparece<br />

en 1800 es porque en esa época ya había suficientes conceptos y<br />

se necesitaba bautizarlos.<br />

Saber que ‘estetoscopio’ aparece en 1816 y ‘leucemia’ en 1845 es<br />

orientador del paso de la ciencia. Además, hay que promover el estudio<br />

de raíces griegas y latinas. Al comienzo, la ciencia fue bautizada<br />

con términos de estos orígenes, se vio que cuando la lingüística y la<br />

ciencia funcionan armónicamente el resultado es favorable. Por ejemplo,<br />

si un estudiante sabe que el prefijo ‘hiper-’ significa “mucho, exceso,<br />

superioridad”, se le aclaran más de quinientas palabras de la<br />

medicina. Si sabe que el sufijo ‘-itis’ significa inflamación, se le aclara<br />

también un inmensa cantidad de términos. En el Diccionario Académico<br />

de la Medicina, que he realizado a través de un trabajo de treinta y<br />

dos años, he incluido una gran cantidad de raíces griegas y latinas. La<br />

obra está dividida en glosarios de veintisiete especialidades médicas<br />

diferentes, que resultan muy útil para los estudiantes.<br />

Las siglas y las abreviaturas, que son más de 18.000, en el Diccionario<br />

se pueden consultar por temas. Otro aspecto del lenguaje de la<br />

medicina son los epónimos, hay más de 9.200. En el diccionario tenemos<br />

una sección en la que se puede consultar la definición del término<br />

y la biografía de las personas. La idea es que cuando decimos<br />

‘papanicolau’ sepamos quién era esa persona, no solo en qué consiste<br />

el examen. De forma similar sucede con Alzheimer y Parkinson. Este<br />

panteón lingüístico tiene un sentido cultural.

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